Blizzard, al servicio del usuario
A principios de este mismo mes yo mismo me encargué de contaros, a través de una noticia no demasiado extensa, la existencia de un nuevo evento temporal, Ajuste de Cuentas, que llegaría a lo largo de este mes de abril al archiconocido hero shooter de Blizzard. Bajo el nombre de Archivos, este contenido, finalmente, aterrizaría en nuestras PS4, Xbox One y PC el pasado martes 10 de abril, encontrándose disponible hasta el comienzo de mayo. Lo que no supimos hasta la semana pasada, no obstante, fueron los contenidos que iba a traer consigo dicha actualización, que automáticamente pasarían a formar parte del mejor evento que ha recibido Overwatch en toda su historia.
Tal y como Jeff Kaplan, director del juego, anunció en uno de los últimos diarios de desarrollo de la propuesta, con el estreno de Archives el equipo pretendía expandir el lore del juego a lo largo del tiempo, sumando, cada año por estas fechas, una nueva misión cooperativa ambientada en una determinada época de la historia de Overwatch. De esta forma, los usuarios más exigentes podrán gozar, así, de la tan solicitada Campaña cooperativa, que llegará en dosis muy distanciadas en el tiempo con tal de no suponer un trabajo de adaptación hercúleo para la compañía. El primero de los capítulos de esta historia, Rebelión, estuvo disponible el año pasado, contándonos, en un completo desafío de unos 15 minutos de duración, lo que ocurrió durante la primera misión oficial de Tracer, que tuvo lugar en King’s Row durante la revolución ómnica.
No quiero hacer un especial hincapié en la recepción de dicho contenido, aunque he de decir que, en su día, se alzó como una propuesta diferente; como un soplo de aire fresco dentro de un juego que, quizás, está demasiado enfocado a la escena competitiva. Sin embargo, la ausencia de nuevas mecánicas o el comportamiento clónico de los enemigos hicieron que, para muchos jugadores, Rebelión estuviera por debajo de eventos como los Juegos Olímpicos de Verano (y de su adictivo Lúcio-Ball) o el divertidísimo Halloween Terrorífico (con la que descubrimos al Doctor Junkenstein y a sus oleadas de ómnicos).
Pero si algo hemos descubierto con el paso de los años es que Blizzard, además de ser una empresa que sabe cumplir su palabra, también es una compañía que aprende de sus errores, y que no deja de esforzarse día tras día para sorprender a su público más fiel. De esta forma, en el día de hoy podemos disfrutar de Retribution – Ajuste de Cuentas, en español -, una nueva trifulca con la que volver al pasado y cuya calidad, me atrevería a decir, le pasa la mano por la cara a cualquier otro contenido que haya podido llegar al juego.
Un desafío aún exento de nuevas mecánicas jugables, pero que puede sacar pecho por sus variadísimos enemigos, por poseer una rejugabilidad tan alta que asusta, y por hacer gala de una emocionante historia que expande la misteriosa trama de Blackwatch, llevándonos ocho años atrás en el tiempo y explicándonos con todo lujo de detalles el momento en el que se empezaron a torcer las cosas en la organización. Este último factor es claramente reseñable, pues lo más interesante de ella no reside en su argumento, sino en su desarrollo, y es que, ahora que la conocemos, creemos que no se habría podido contar mejor de otra manera. Vuelvo a destacar, una vez más, la atención al detalle; el hecho de que se hayan rediseñado ciertos menús, se hayan incluido determinadas animaciones, y de que las secuencias cinemáticas introducidas, de altísima calidad, narren tan bien este nuevo flashback protagonizado por Reaper, McCree, Moira y Genji.
Además de lo ya comentado, la campaña cooperativa tiene lugar en Viena, por lo que se ha recreado un mapa especial para la ocasión, que posteriormente, una vez concluya la festividad, pasará a estar disponible como parte del multijugador competitivo. Al margen de esto, solo resta comentar que la trifulca se ha visto acompañada, como de costumbre, por un nuevo palet de skins, jugadas destacadas, gestos y grafitis. Objetos cosméticos de una calidad superlativa, que vuelven a estar encerrados en las dichosas cajas de botín, pero con los que resulta extremedamente fácil mantener una relación de amor-odio que acaba derivando, en la mayoría de los casos, en amplios esfuerzos por parte del jugador, que busca conseguir a toda costa ese aspecto tan guapo que le han metido a Doomfist.
Al final del día, todo se resume en una relación retroactiva, que, misteriosamente, funciona a las mil maravillas. Blizzard quiere aumentar su comunidad y generar ingresos con sus lootboxes; quiere que juguemos en su campo, y para conseguirlo no tiene ni el más mínimo problema en ponerse a nuestro servicio, ofreciéndonos un contenido de calidad gratuito que, realmente, no tenía por qué llevar a cabo – con el mero hecho de relanzar Rebelión, ya habrían conseguido captar la atención de una gran parte de la comunidad. Quizás sea eso lo que más me sorprenda de toda esta actualización; el hecho de que una relación así, tan beneficiosa para ambas partes, acabe funcionando, así como el hecho de que una relación así, tan beneficiosa para ambas partes, no tenga lugar de forma más frecuente en la industria. Las condiciones son claras, al igual que los resultados, y lo cierto es que, visto lo visto, yo no tengo el menor problema en jugar en el campo rival.