Siempre arriba
Nunca he sido un jugador dedicado de Ace Combat. En general, los simuladores nunca han sido santo de mi devoción, pese a que algunos casos contados realmente me hayan quitado muchas horas de mi vida. Por lo general, soy más de Horizon que de Motorsport, pues me siento mucho más cómodo en el entorno arcade, usualmente más controlado y directo. Ace Combat 7, sin embargo, llamó poderosamente mi atención desde el primer momento en el que lo vi. La excepción a la regla; un flechazo de los buenos, que ya me tiene contando los días hasta su lanzamiento, especialmente tras haberlo podido catar en la pasada Gamescom 2018 que tuvo lugar a finales del pasado mes de agosto.
Creo que parte de este interés nace de mi anhelo por contemplar el afán de superación de Project Aces, un equipo realmente talentoso que, espero, vuelva a posicionarse como el referente que era hasta hace menos de una década. Y es que la franquicia viene de pasar por momentos francamente duros, habiendo experimentado hace poco más de cuatro años con un Ace Combat Infinity free-to-play que, pese a su notable calidad, no dejó de ser una gran razón para desencantarse de una serie que parecía haber jugado ya su último as.
Skies Unknown, por su parte, parece jugar a la contra.
Este séptimo episodio numerado de la saga incorpora, aparentemente, todos esos elementos que tanto ansiaba la comunidad fan, centrándose más en la experiencia inmersiva para un jugador y cerrándose a un público concreto, lo cual, al menos desde mi punto de vista, es todo un acierto para una saga de nicho de tal calibre. De hecho, me ha sorprendido, y mucho, el enfoque narrativo del que parece presumir, apostando muy fuerte por un guion en el que no faltarán las persecuciones y las explosiones – todo ello aderezado, por supuesto, con toques patrióticos -.
Dicha ambición no parece quedar relegada meramente a su argumento principal, sino también al resto de elementos que configurarán el modo Historia, tal y como son la cantidad de misiones o la gran variedad de las mismas. Unas misiones que, al parecer, contarán con una profundidad nunca antes vista en la IP gracias a las posibilidades que le aporta Unreal Engine 4. Independientemente de lo que a priori pueda parecer, el uso de este nuevo motor gráfico no solo hace que el juego luzca genial, contando con unas texturas demenciales, unos efectos de partículas francamente espectaculares y una rocosa tasa de 60 imágenes por segundo, sino que, además, le aporta fluidez al conjunto jugable, permitiéndole expandir sus posibilidades. Project Aces tiene ahora más herramientas que nunca para dar vida a esa experiencia de simulación que durante tantos años buscaron crear, pero que, por ausencia de tecnología, no pudieron llevar a cabo como Dios manda. Y lo mejor de todo es que el equipo parece dispuesto a exprimir al máximo todas y cada una de ellas.
Uno de los ejemplos más ingeniosos e impresionantes a los que pudimos plantar cara durante nuestra demostración jugable se puede englobar en el grupo de las condiciones climatológicas. Desgraciadamente, a estas alturas de la película aún nos resulta imposible conocer cuán espectacular podrán llegar a ser las batallas que tengan lugar en mitad de una tormenta, pero sí que hemos podido jugar un poquito con las nubes, y con la más que correcta recreación de las mismas. Dejando a un lado su espectacular diseño visual, las nubes serán un elemento estratégico más; un factor orgánico que deberemos de tener en cuenta en todo momento, pudiendo usarlo a nuestro favor ocultándonos en los momentos más tensos, o preparando nuestro arsenal sin ser descubiertos antes de lanzarnos a la guerra como un kamikaze.
Pero nada de esto sería posible de existir un control errático, irresponsable o mal distribuido. No es el caso, y, de hecho, sentimos que con este Skies Unknown se da una cantidad óptima de opciones al jugador, pudiendo afrontar las escaramuzas que en el juego tienen lugar de diferentes maneras en función de su nivel de habilidad. Desde un primer momento, contaremos con varias cámaras (primera persona, exterior, cabina) y con dos posibilidades de control entre las que podremos escoger a placer. La primera será la más sencilla, ideada para los primerizos en el género, y, por ende, aburrida para aquellos más experimentados. Los veteranos podrán enfrentarse, por su parte, a una segunda posibilidad extremadamente compleja, que reposa toda la responsabilidad del control del caza sobre los hombros del usuario, pero que a cambio le permitirá realizar un exacerbado número de virguerías con las que surcar los cielos y, a menudo, evadir los proyectiles de los enemigos.
Esta última acción será uno de los movimientos que tendremos que repetir hasta la saciedad a lo largo de todo el juego, y es que, a falta de conocer nuevos detalles sobre su modo multijugador, la inteligencia artificial enemiga no nos pondrá las cosas nada fáciles. Realmente se nota pulida, natural y trabajada, exigiéndonos una correcta gestión del timing que, como bien podréis suponer, resulta vital para alcanzar el éxito. Dado su planteamiento, el juego nos retará a predecir los movimientos enemigos, a disparar con antelación y a medir muy bien los tiempos, con tal de realizar ataques devastadores y esquives en el último segundo, que normalmente tendrán lugar tras repetidos avisos de peligro en la interfaz. Nada nuevo en este sentido: Ace Combat 7 refina y mantiene la esencia original de la franquicia, con todo lo positivo y negativo que eso conlleva.
Todo configura, de esta manera, un conjunto trepidante, inmersivo y fresco que realmente se me antoja diferente, y que, junto a una banda sonora francamente espectacular, me lleva a marcar el próximo 18 de enero como una fecha importante en el calendario. Sí, yo también tengo miedo de que la historia no sepa estar a la altura de la, a priori, excelente jugabilidad; de que el título carezca de contenido durante su estreno, y de que sus mecánicas no sepan aguantar el paso de las horas con soltura y gracia. Pero son miedos normales, con los que tendremos que aprender a vivir unos cuantos meses más y que, esperamos, acaben quedándose en eso, en miedos.