Quemando el Caballo de Troya
De todas las tendencias que se han instaurado y normalizado durante los últimos cinco años en la industria del videojuego, me sigue pareciendo completamente inverosímil que una compañía multimillonaria perteneciente a uno de los principales titanes tecnológicos del planeta tenga a bien regalarnos jueguitos con cierta periodicidad —en este último mes, diaria; sí que hemos de habernos portado bien este año—. Me lo sigue pareciendo porque, efectivamente, este acto aparentemente caritativo no podría estar más movido por el interés; un interés del que somos conscientes, casi cómplices, y que aceptamos y alimentamos gustosamente mientras vemos crecer una biblioteca de juegos que jamás pensaremos tan siquiera en descargar, pero que nos reconforta tener. La última inclusión a dicho catálogo personal (y que, de hecho, podéis seguir adquiriendo hasta las 17:00 horas del día de publicación de este artículo, 26 de diciembre) se ha tratado de Prey, obra de Arkane Studios (Deathloop, Dishonored) y Bethesda Softworks que, sin embargo, no ha llegado en su más básica edición, como la amplia mayoría de los títulos previamente ofertados.
El décimo Juego Misterioso ofrecido gratuitamente por Epic como parte de su campaña de adviento navideña trae consigo Mooncrash, una expansión de inconmensurable calidad que acerca la propuesta al género rogue-like, y que insufla nueva vida a la estación espacial de Talos I. Se trata de un movimiento por supuesto agradecido, pero también curioso y, hasta cierto punto, innecesario. La versión del título que se muestra en la pantalla de inicio de Epic Games Store no parece superior o mínimamente diferente a la edición base, encontrándose el DLC integrado en el paquete descargable y ocultando su presencia hasta que el juego es iniciado [es decir, descubrir su presencia implica haber pasado por el aro de Epic, entrando a su tienda y descargando la propuesta]. Asimismo, pese a su innegable valor —que podéis descubrir, si lo veis oportuno en el artículo del compi Manuel Casal que os dejo a la derecha—, Prey fue una obra con una escasísima repercusión mediática, y con una acogida demasiado comedida por parte del público. La propuesta, en su versión más básica, a buen seguro iba a ser muy celebrada por los usuarios de Epic (de hecho, así lo fue cuando se filtró la lista completa de Juegos Misteriosos hace tan solo unos días), por lo que regalar el DLC únicamente se antojaría una jugada coherente si se toma como target aquellos pocos usuarios que disfrutaron del original y que se quedaron con ganas de más, pero sin el suficiente tiempo o dinero como para aventurarse a él de lanzamiento.
No podemos dar por sentado que la compañía de Tim Sweeney deliberadamente haya querido invertir una milésima parte de sus recursos en adquirir los derechos de distribución de este contenido descargable. Quizás Bethesda, propietaria del producto y de la IP, no quería que se siguiese concibiendo Prey sin su expansión. Quizás querían beneficiarse de esta promoción; lanzar un globo sonda para comprobar el rendimiento del acercamiento rogue-like de su IP de cara a una futurible secuela. Quizás simplemente desde Epic encontraron irrisoria la diferencia entre la adquisición de los derechos de la edición básica de Prey y de su edición más completa, y accedieron a ir con todo. Sea como fuere, “regalar” un contenido descargable sin otorgar una promoción o un reconocimiento a dicha acción es un movimiento arriesgado, que afecta negativamente tanto a la empresa propietaria de la licencia como a aquella que decide ofrecerla [ambas podrían quedarse con un pequeño trozo del pastel en el caso de que ciertos jugadores descubriesen Prey, lo disfrutasen y decidiesen pasar por caja con Mooncrash]. Si Epic reniega de esta pequeña comisión es, desde luego, porque no lo necesita; porque las cosas parecen haber cambiado desde mayo del año pasado, cuando decidieron ofrecer Sid Meier’s Civilization VI sin ningún tipo de contenido adicional, y sobre todo, porque está contenta con el modo de funcionamiento actual (la peña entra a la tienda a por el juego, recibe cuantiosos cupones en el proceso y deciden gastarlos sin mayores contemplaciones). A Epic le va bien; de hecho, cada vez mejor. Y el porqué esto debería de asustarnos como consumidores es algo que ya podéis vaticinar en algunos artículos de esta misma web, pero que solo el tiempo nos enseñará.