Además de ítems, hay espacio para la conducción
Nintendo tiene en Mario Kart 8 Deluxe a su buque insignia, el cual sigue vendiendo a niveles de un estreno, pese a que lleva cinco años en el mercado. 43 millones de unidades registra el videojuego de conducción, según Nintendo. En este punto, cabe preguntarse cómo se gesta tal éxito. Claro está que el carisma de sus icónicos personajes es un factor a considerar y que su aspecto visual es impresionante, pero también hay otros motivos que explican la situación. Por ejemplo, su fórmula jugable. “En Mario Kart te pasas la carrera tirando caparazones e intentando que los oponentes se resbalen con cáscaras de plátano. Esas mecánicas únicas son el núcleo del atractivo de Mario Kart“. Esto apuntaba Kosuke Yabuki, productor del juego, en una entrevista a Nikkei (vía 3djuegos). Cierto es que la gracia de la producción está en el caos de sus carreras, pero curiosamente también en su equilibrio.
De la misma forma que en las competiciones reales, en Mario Kart 8 no solo es importante todo lo que rodea a la carrera, sino también el protagonista: el piloto y su destreza al volante. Por supuesto que es vital una correcta gestión de los ítems y una dosis de suerte, pero dejarlo todo a la aleatoriedad es peligroso. No siempre el rival tropieza con una piel de plátano ni a nosotros nos toca un champiñón dorado para recortar distancias y, si eso sucede, puede que su uso sea inútil en circuitos enrevesados. En este sentido, abrir hueco con los perseguidores a través de la conducción, apoyándose en los objetos “más débiles”, suele ser una estrategia ganadora. Esto es así porque es la que nos sitúa en una mejor posición para lograr la victoria; es la que nos permite tener un colchón de distancia en caso de ser derribado por un objeto.
Entre la anarquía y el desorden surge un equilibrio que resulta uno de los mayores logros de este Mario Kart. Como ilustra Yabuki, el componente party es vital, mas Nintendo es consciente de la relevancia de fijar límites. ¿Qué sentido tendría el caos total? Ninguno, el juego resultaría demasiado agobiante ante la falta de una cierta estabilidad y el jugador quedaría como un simple sirviente ante los poderes absolutos de la obra. No es la primera vez que la compañía de Kyoto desempeña un trabajo de este estilo. Lo vemos sin ir más lejos en otro representante de la saga Mario. Estoy hablando de Super Mario Odyssey, un sandbox que no cae en el error de explotar su principal talento, el mundo abierto, sin control. La aventura tridimensional del fontanero nos permite enfocar nuestro viaje como queramos: podemos recoger las lunas y recorrer el escenario a nuestro gusto, pero siempre con un objetivo final. Pese a que la libertad de Odyssey es mayor que, véase, 3D World, no nos sentimos desorientados. De nuevo, los jugadores podemos encontrar un orden en la propuesta de las dos producciones de Nintendo mencionadas.
Al final, disfrutamos de los aciertos de la empresa nipona, pero llevar a cabo desarrollos tan bien ejecutados no debe ser fácil. Sin embargo, Nintendo lo consigue con juegos como Mario Kart 8. Por esto me da rabia que la entidad no haya querido poner fin al ciclo de su obra; poner límites a su excelente creación. Mario Kart 8 salió en 2014 para Wii U y en 2017 para Switch, por lo que llevamos bastante tiempo sin una nueva entrega. Y lo más grave, la híbrida todavía no ha recibido un capítulo original diseñado para ella. Disfrutaré un montón de los nuevos circuitos de Deluxe, pero me parece una equivocación no apostar por un nuevo desarrollo. Creo que es el momento de seguir enriqueciendo la fórmula Mario Kart; es tiempo de añadir más ítems o factores en la pista que incidan en la aleatoriedad de la saga, manteniendo ese equilibrio del que hace gala. Mal por Nintendo que guiada por la excesiva fiebre del oro traiciona el principio de armonía que ensalza a su espectacular juego de karts.