No entiendo nada y me gusta
Como persona que se acerca a los 30, me cuesta cada vez más entender conceptos como «ratio». Durante semanas, hilos y respuestas en Twitter se inundaban de esa palabra que yo relaciono directamente con economía y matemáticas. Cuando eres millonario, cuando tienes dinero por castigo, cuesta mucho comprender qué hay fuera de tu burbuja. Mas, como ese no es mi caso, pregunté por el Discord de HyperHype y la respuesta me sorprendió: «ratio es la palabra que se responde cuando buscas tener más me gustas que el tweet anterior». Y, una vez lo comprendí, apareció otra acepción que terminó de descolocarme: «L».
Hasta hace unos días, para mí «L» era la forma más rápida de escribirle a Elena por WhatsApp, lo que llevas cuando sacas el carnet de conducir y el niño este que no duerme de Death Note. Sin embargo, parece ser (y escribo esas dos palabras porque quiero que esto se lea como si yo fuera un señor de 62 años) que significa «pelele». En algún punto histórico, la palabra «pelele» pasó de designar una prenda específica para bebés a ser también un término peyorativo. Y más tarde, gracias a una canción de Morad, que no es la banda colombiana, se resumió en «L» y se comenzó a usar junto a «ratio». Si os soy sincero, yo sigo sin entender nada. No obstante, como esto va de videojuegos, toca relacionarlo y hablar de juegos que no entiendo pero me gustan.
Desconozco de qué van muchos de los títulos que termino
No quiero caer en nombrar tan temprano a Dark Souls pero es que Dark Souls se lo busca, es tan Dark Souls que es inevitable que Dark Souls aparezca en un artículo de obras que no entiendo. No sé, me imagino que será porque Dark Souls es el Dark Souls de no entender cosas. Lo juego, lo disfruto y me lo paso gracias a Powerbazinga, indudablemente una de las mejores personas que nos ha dado internet. Sin él, no sé qué habría sido de ese muchachito perdido que era incapaz de superar a la Bestia Clérigo en Bloodborne.
Mientras «vago por esas inhóspitas moradas videolúdicas que transforman mi ser y apelan con pretensión invisible al instinto más animal de la ludosupervivencia digital”, o dicho con otras palabras, «paseo sin tener ni puta idea», no sé qué está pasando a mi alrededor. A ver, no soy estúpido, por pura lógica entiendo que si estoy en un pantano que me envenena algo no va bien. Ese razonamiento también se extrapola a la razón más básica de los títulos de Miyazaki: «si te calzan una hostia y te matan, por aquí no es». Sin embargo, aunque no entienda nada, explicaciones como las de Powerbazinga o Adrián Suárez con su magnífico El Padre de las Almas Oscuras hacen que me guste mucho una cosa que no entiendo (esta última frase en negrita es tan básica como premeditada, me sirve para eliminar de mí las trazas que quedan después de escribir «videolúdico»).
Al Dark Souls de los Dark Souls de no entender nada también puedo sumar ejemplos como el reciente Tunic. Esta aventura, carente de diálogos, te pone en la piel de un zorro disfrazado de Link. De golpe y porrazo, apareces en una playa sin nada para atacar o defenderte y tendrás que buscarte la vida para sobrevivir. Bajo esta premisa empieza el Dark Souls de los Dark Souls de zorros disfrazados de Link (sí, lo sé, quizás un género muy concreto). Si os soy sincero, no entendí absolutamente nada durante mi primera partida. En la segunda, utilizando el manual, pude ubicarme y comprender qué tenía entre mis manos y ante mis ojos. Y no, no os contaré de qué va, quiero que descubráis el secreto por vosotros mismos (y me ofende si pensáis que esto es una huida hacia delante, yo jamás haría eso).
Si me divierte, lo acabo aunque no lo entienda (Ratio + L entre paréntesis, que hay que contentar al SEO)
Soy un jugador agradecido y poco exigente: si paso un buen rato, lo más seguro es que termine tu propuesta. Aquí podría citar ejemplos como Inside o Limbo, juegos que soy incapaz de explicar si se me pregunta por ellos. Sí, es muy probable que diga que «van de niños en mundos oscuros», pero más allá de esa síntesis breve no sé qué está pasando. Admiro, y lo digo de corazón, a aquellas personas que encuentran mensajes en propuestas así. Obviamente, no soy tan imbécil como para no pillar la referencia a Cronenberg en Inside, hasta yo tengo unos límites. No obstante, soy incapaz de trazar paralelismos filosóficos o leer segundas intenciones entre líneas. Ojo, por norma general, esto no aplica a juegos con disparos y diálogos. Ahí, en proyectos como BioShock o Uncharted, solo puedo decir que: soy tu hombre.
La duología de Ori o Kena: Bridge of Spirits también son otras muestras acertadas de mi planteamiento. Aunque estos son más fáciles de comprender, ya que cuentan con escenas concretas que te plantean los conflictos de los personajes, en tintes generales no mostré mucho interés por su historia. Por desgracia, acostumbro a estar rodeado de estímulos constantes mientras juego. Salvo que un título me atrape, raro es que no lo termine mientras escucho un podcast, oigo un directo en Twitch o tengo un vídeo de YouTube de fondo. Casos como Read Dead Redemption II o Uncharted 4 son, para mí, la excepción a la norma. Incluso los propios Dark Souls, los Dark Souls de prestar atención a los videojuegos, son otras obras que disfruto sin distracciones. Mas, a la mínima que encadene fases repetitivas o pasajes que no entiendo, caigo en las garras de la multitarea. Y de ahí, por desgracia, cuesta mucho escapar.
A lo que voy, que el tiempo apremia y por mucho «amor al arte» que haya en este proyecto a mí me encanta el dinero (medios que pagan, estoy dispuesto a hacer colaboraciones remuneradas), es a que si hay algo que me gusta aún más que el dinero son los juegos que no entiendo y disfruto. La jugabilidad pura de propuestas como las de Super Mario me dan la vida. Kingdom Hearts, una saga que ni Nomura entiende, me fascina por la belleza de sus mundos y las posibilidades de sus combates. Y las propuestas de Fumito Ueda, llenas de cariño y mimo, me dan todo el amor que necesito en esas tardes solitaria de procrastinar.
En resumen: juega a cosas que no entiendas porque Ratio + L. Y, como todavía me queda otro para poner el SEO verde, pues aquí viene el «ratio» más forzado de la historia.
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Serie ‘Deformación profesional’