Miedos y preocupaciones justificadas
Que todas las polémicas derivadas de todas las malas prácticas de Activision-Blizzard (tanto cada empresa por separado, como de forma conjunta a raíz de su transición al conglomerado que son actualmente) no iban a quedar en nada era algo que todo podíamos esperar, en mayor o menor medida. Que los rumores de cierre o cambio de denominación de la compañía aparecieran, también era algo previsible, por más que, hasta ahora, no se haya materializado en nada. Pero el momento en el que un estudio de desarrollo subordinado a la empresa expresa miedo respecto a la recepción del primer lanzamiento tras este huracán de problemas hace ver que puede que las expectativas de cambio puedan tener más base de lo que hemos podido pensar mucho hasta ahora. Y en este caso, los nombres propios son Vicarious Visions y Diablo II Resurrected.
A través de una entrevista en el medio Axios, algunos miembros del estudio de desarrollo han expresado las preocupaciones mencionadas en el párrafo anterior, por más que hasta la fecha no han formado parte de los trabajos la compañía y por lo tanto, al menos en principio, podrían quedar fuera de la quema. El problema, en todo caso, vendría más por el título que han remasterizado, tanto por ser una de las licencias clásicas de Blizzard, sino por ser además una de las menos maltratadas en los últimos años (Starcraft saluda desde la tumba), a pesar del desastre comunicativo que fue el anuncio inicial de Diablo Immortal y su ya mítico “¿es que no tenéis teléfonos móviles?“ y la incertidumbre que rodea a la nueva entrega, que debería remediar muchos de los problemas de Diablo III (más allá de los problemas técnicos que vivió en sus primeras semanas, el cambio de enfoque respecto a su predecesor).
Y es que nadie esperaba estas tensiones cuando el proyecto se dio a conocer en la pasada Blizzcon, siguiendo la estela de Warcraft III: Reforged, que parecía (con éxito relativo) traer de vuelta las viejas glorias y leyendas que un día hicieron grande el nombre de una compañía que parece haber caído en un bucle de descenso a los infiernos, que parece haber implicado a los fans más acérrimos de la compañía en busca de cambios desde la base, tal y como solicitan los propios empleados. Y aunque parece que desde Vicarious Visions parecen haber realizado las cosas de forma como mínimo correcta (revisión a fondo de todos los contenidos en busca de posibles cambios, como el que ha ocurrido recientemente en Overwatch; preguntar a compañeros de Blizzard con los que han tenido que trabajar en busca de posibles puntos de mejora, incluso cambios de diseño a nivel de personajes para evitar sexualizaciones innecesarias en la lucha contra demonios), lo más seguro es que en esta ocasión, paguen “justos” por pecadores.
Y quiero recalcar la parte de “justos”, ya que gran parte de los problemas que van saliendo a la luz de nombres relevantes (o no) de la industria del videojuego no son coyunturales, sino estructurales. Y por más buenas intenciones que tengan en el estudio de desarrollo, es inevitable que se hayan desarrollado malas prácticas, con mayor o menor gravedad, como el crunch, por ejemplo, que ahora parece incluso nimio en comparación a los extremos que se han llegado a ver en Blizzard. Pero una cosa no quita la otra, y el probable palo que se lleve Diablo II Resurrected a nivel comercial (ya que no dudo que, como producto, vaya a ser el mejor lanzamiento reciente de la compañía) no esté justificado para Vicarious Visions, pero de la misma manera, en vez de buscar culpables dentro o fuera, lo que hay que hacer a veces es simplemente mirar más arriba.