Una gesta muy (g)ratificante

No todos los videojuegos deben ser descomunales. Ni todas las historias implican las mayores proezas, ni todos los relatos proporcionan grandes enseñanzas. Pero, a veces, lo pequeño se hace grande y ahí hay hueco para la épica. Tails of Iron es un videojuego pequeño, cuidado y al que se le ha puesto mucho cariño. Pero también cuenta una historia épica. Una como pocas: cómo el pequeño rey Redgi venció y reconstruyó.

Introducirnos en la ambientación de un producto audiovisual no siempre es sencillo. La pausa de la literatura se contrapone a la “premura” de lo visible, por lo que no es tarea banal conseguir que el jugador se aprenda nombres, conecte situaciones y, sobre todo, disfrute del universo planteado. Tails of Iron nos ofrece un mundo de ratas, un reino caído en desgracia por el asalto de los salvajes batracios que solo buscan destrucción. Redgi, nuestro pequeño héroe, acaba de ser coronado. Pero su disfrute habrá de esperar, pues ya se le encomienda la misión más importante: salvar a sus allegados, ayudar a sus gentes y reconstruir su reino. Para ello debemos aventurarnos en los lugares más peligrosos, equiparnos bien y derrotar a seres de pesadilla en una ambientación con un toque oscuro, muy GrimDark. Aquí no hay felicidad y, cuando la hay, esta no durará mucho. Siempre hay una plaga, un enemigo o alguien que recurrirá a la masacre en pos de alimento y supervivencia.

Este es uno de los aspectos más interesantes de Tails of Iron. Su “concepto” de mundo en el que coexisten animalitos civilizados contrasta enormemente con la brutalidad con la que estos se ven representados, agrediéndose sin control en violentas disputas. Es algo de lo que nos daremos cuenta a los pocos minutos de aventura, donde no podremos descuidar el equipamiento del pequeño Redgi, que requerirá de nuestra ayuda para completar su gesta.

Pero, ¿cómo se juega a Tails of Iron? La obra de Oddbug Studio es un título en 2D con toques de RPG (principalmente en la gestión de equipamiento). Su inspiración en obras como Hollow Knight o Dark Souls es más que evidente, no solo por el combate sino por su movimiento en el escenario, además de algunos guiños directos hacia estas obras (y otras referencias a elementos de nuestra cultura a modo de easter eggs). Aunque, en lugar de un mapa gigantesco, disponemos de varias secciones separadas unas de otras, cada una de ellas formando un “micromapa” local al estilo metroidvania. Todo ello, junto al precioso estilo artístico que combina personajes con unos fondos muy detallados conforma uno de los juegos más “sólidos” en lo visual de este año.

A lo largo de nuestra aventura conoceremos a personajes de lo más variopintos, muchos de ellos dispuestos a ayudar al rey a cambio de echarles una patita. Lo expresado por estos individuos, así como la narración al completo, está comentado por la inconfundible voz de Doug Cockle, al que muchos conoceréis por ese tono rasgado que poseía nuestro queridísimo Geralt de Rivia. Escucharlo hacer chistes y juegos de palabras sobre ratas ha sido una de esas experiencias que no sabía cuánto necesitaba. Si el pequeño juego de palabras del subtítulo es vuestro tipo de humor, esperad a disfrutar de todo lo que tiene que ofrecer, que no es poco.

Avanzar por el escenario nos obligará a enfrentarnos a multitud de enemigos de diversa índole. Los combates, a decir verdad, son bastante tensos, pero con una buena gestión de equipamiento y algo de práctica no serán especialmente difíciles. Como suele pasar en estos casos, los enemigos pueden realizar varios tipos de ataques: el ataque normal (que podemos incluso bloquear con el escudo), el ataque que requiere una esquiva, el que requiere hacer un “parry” y un ataque en área devastador que debemos esquivar poniendo distancia de por medio. Por nuestra parte, el pequeño Redgi tiene acceso a un set de movimientos que, combinados, es bastante diverso, pudiendo alternar entre cargar o no los ataques (manteniendo pulsado el botón) y así golpear en el momento exacto con más agresividad. Al no tener una barra de energía al uso, el combate se convierte más bien en un baile de temporización, aprendiéndonos los movimientos del enemigo y atacando con los recursos de los que disponemos.

Aprovechar que el enemigo está clavando su maza en el suelo para posicionarnos detrás y cargar nuestro ataque es tan buena estrategia como mantener distancia y atacar desde lejos, así como emplear el veneno para acabar con él más rápido y así poder centrarnos en los otros si los hubiera. En general, las posibilidades son varias y, como cada tipo de arma tiene sus tiempos, el jugador puede encontrar su estilo favorito. Eso sí, independientemente de nuestro empleo de armas ligeras, golpes cargados o armas a dos manos, las ejecuciones serán tan brutales como satisfactorias, sobre todo cuando ese jefazo llevaba media hora dándonos muerte.

Para preparar bien los diferentes combates que encontraremos necesitaremos una gestión de inventario constante. El equipamiento tiene ese toque de personalización que nos permite equilibrar nuestro peso con nuestra defensa y resistencias selectivas a cada tipo de enemigo. Como, además, debemos ejercer de “cazamonstruos” al más puro estilo The Witcher para solucionar los problemas de cada pequeño asentamiento, esta gestión nos permite emular al brujo y prepararnos a conciencia. Podemos optar por ser un tanque, pero nuestra velocidad de ataque y esquiva se verán reducidas, siendo probable que recibamos más golpes. Lo bueno de este sistema es que no se desaprovecha, a la vez que no se quema en exceso: no podemos cambiar en cualquier momento (necesitamos un cajón de armamento o equiparnos el arma justo cuando la encontramos), pero nos obliga a ir cambiando regularmente pues los enemigos serán diversos. El tipo de arma varía también la velocidad y el daño de los ataques, por lo que debemos entrenar un poco para ver qué se adapta mejor a nosotros.

Enfrentar a las criaturas más grotescas en forma de jefazos será necesario para recolectar algunos recursos económicos con los que avanzar en la aventura, teniendo que recorrer varias veces el mismo escenario que, por suerte, varía en estética en cada una de nuestras incursiones en busca de la aberración que habite el lugar. Eso sí, aunque la potencia y fiereza con la que Redgi arrasa con algunos enemigos es más que suficiente, no está de más una pequeña ayuda que, de vez en cuando, nos ofrecen los guerreros más valientes del reino. Empleando bien nuestros movimientos, recurriendo a la cura cuando es necesario y preparándonos bien antes de las grandes peleas, la gesta de Redgi será un baile de espadas, hachas y lanzas ensartando carne de rana, entre otros violentos seres.

Por lo demás, la propia narración acompaña nuestro incremento de recursos, dándonos acceso a un herrero para obtener nuevas piezas de equipo y a un cocinero para mejorar nuestra salud. Estas mejoras exigirán algo más de tiempo por nuestra parte, haciendo algún que otro recado de los que el propio juego se mofa con frases como: “Redgi recordó la época en la que el rey mandaba a sus súbditos a hacer recados, no al revés”. La necesidad de reconstruir lo coloca en una complicada posición y tiene que apechugar, descubriendo en el proceso secretos tan interesantes como graciosos. He de reconocer que no esperaba referencias a la URSS, pero conseguir “camarratas” para nuestra causa ha sido una experiencia increíble.

“Su reino se estaba reconstruyendo sobre bichos muertos”

Tails of Iron es un juego especial y con un fondo personal. Su Lead Character Artist se inspiró en sus propias mascotas para llevar a Redgi y a sus hermanos de la vida real a un mundo ficticio propulsado por la creatividad que las propias ratas alcanzaban a imbuir. Siendo una obra pequeña — es bastante asequible obtener el 100% del juego — muestra una epicidad digna de los grandes de la industria. No es la mayor revolución y sus inspiraciones son obvias, pero lo que se propone lo cumple a la perfección y ofrece una aventura maravillosa a una escala más reducida de lo que acostumbran estos títulos (siendo esto, a mi juicio, una gran ventaja). Frente a un “lo que fue” de esos reinos perdidos y lúgubres a los que se ha habituado la narrativa, Tails of Iron nos presenta un “lo que será”, una gesta épica por contar: la gran aventura del valiente Redgi.


Este análisis ha sido realizado mediante un código de descarga para PC facilitado por Meridiem Games.