Globo sonda
Hace muchos años que Pokémon no me genera ningún interés. Como todo chaval con una Game Boy, disfruté mucho de las primeras ediciones de la franquicia, y dediqué un número absolutamente vergonzoso de horas a las ediciones Rubí, Zafiro y Esmeralda (sí, fui de esos afortunados que contaron con las tres versiones). Poco después, algo fatigado por lo continuista de su fórmula, le daría una oportunidad a Pokémon Perla, y descubriría la segunda generación de la mejor de las maneras a través de SoulSilver allá por marzo de 2010. Creo que, desde entonces, sentí un tedio considerable ante cada nuevo lanzamiento relacionado con la saga, a excepción de ciertas entregas de spin-offs como Rangers o Mundo Misterioso que sí supieron llamar mi atención. Quizás era porque había crecido, y mis gustos habían cambiado; quizás porque simplemente me cansé de jugar al mismo juego.
Aún después de soltar tremenda hot take, reconozco que cada nueva entrega de Pokémon es un mundo (casi literalmente), mas si bien se introducen nuevas historias y mecánicas que cambian sustancialmente la exploración y la forma de disfrutar de la saga, pienso – remarco, desde la perspectiva de alguien que se ha mostrado muy ajeno a la IP durante la última década – que su sistema de combate se ha mantenido siempre muy alejado de tales evoluciones, manteniéndose extremadamente fiel a la idea que Satoshi Tajiri patentó en 1996 con el lanzamiento de las ediciones Roja y Azul. Y aunque me consta que paulatinamente se han ido introduciendo nuevas habilidades y criaturas que han puesto patas arriba el meta y entiendo que la vertiente más competitiva de las propuestas supone un limitador a la hora de experimentar con nuevas y arriesgadas ideas, realmente existe una gran parte del público que necesita algo más que buenas historias y buenos diseños de personajes (los cuales tampoco estamos teniendo) para volver a ilusionarse por un lanzamiento de Pokémon.
Como parte de ese nicho de mercado, siento curiosidad por ver qué hace Game Freak el próximo 28 de enero con su Leyendas Pokémon Arceus, un spin-off mucho más abierto que la saga principal que parece querer funcionar como un globo sonda del que extraer sus ideas más prácticas y coherentes para aplicarlas al resto de entregas, o en su defecto, como una subsaga capaz de funcionar correctamente en paralelo. Pese a la apertura de la región de Hisui – Sinnoh feudal, para los amigos – que configura su mundo y a los parecidos razonables con The Legend of Zelda: Breath of the Wild, este Arceus no se me antoja como un capítulo tan alejado de la filosofía clásica, a diferencia de otros spin-offs que hemos disfrutado en Switch estos últimos meses (como ese Stories 2 que poco o nada tenía que ver con Monster Hunter, más allá de estar protagonizado por sus bestias más emblemáticas). Me gusta pensarlo como un acercamiento diferente a la misma idea de siempre; una posibilidad evolutiva. Tiene mimbres para serlo.
Probablemente encuentre la mayor justificación de esto en el citado combate. Poco sabíamos de él hasta el último Pokémon Presents, celebrado el pasado miércoles 18 de agosto, y aunque cabía esperar un acercamiento a la acción directa u otra alarmante seña de continuismo, el título sorprendió a propios y a extraños con un renovado sistema de combate por turnos que bebe mucho de propuestas como Final Fantasy X, al incorporar en la ecuación un factor temporal que puede permitirnos atacar más o menos veces por turno en función del estado y características físicas de nuestro equipo. Una respuesta poco innovadora (tampoco es que necesite serlo), pero simple, interesante, elegante, coherente y verosímil [en el contexto de su universo] ante el estancamiento jugable.
Batallas aparte, no cabe la menor duda de que Leyendas Pokémon Arceus será un juego muy influenciado por los máximos exponentes del JRPG de los últimos veinte años; así lo deja patente también su apuesta por el sigilo (que deja ciertas reminiscencias a la saga de caza de Capcom) y un sistema de monturas basado en el adiestramiento que nos permitirá recorrer tierra, mar y aire a lomos de nuestras criaturas favoritas. Dicho esto, quiero concluir este breve artículo diciendo que comprendo perfectamente el descontento de muchos por su cuestionable aspecto gráfico actual, por lo poco inspirado de muchas de sus mecánicas o por otras características, porque realmente pienso que Game Freak os debe mucho. Un servidor, sin embargo, no podría estar más contento de lo visto hasta ahora. Reconciliémonos, Pokémon.