El brillante hack n'slash que no pude disfrutar al 100%
Llego un par de años tarde para hablar de Devil May Cry V, pero no pasa nada, porque no vengo a hacer un análisis. Más bien quiero contar como ha sido mi relación con este juego, y cómo me ha hecho poner en perspectiva mi relación con los videojuegos en su conjunto, especialmente con el género hack n’slash. Escribo “tarde” de Devil May Cry V, porque lo jugué tarde, y no lo digo tanto porque ya se hayan cumplido dos años desde su lanzamiento, sino porque al jugarlo sentí que ya no soy capaz de disfrutar este tipo de juegos al 100%. Hace algunos años, este juego me hubiera parecido aún mejor.
Me lancé a Devil May Cry V con decenas de recomendaciones de conocidos en mente, y teniendo presente que había sido un juego tremendamente bien recibido. Por si fuera poco, he jugado cada una de las entregas de la saga, y algunas de ellas se convirtieron en juegos de referencia durante mi adolescencia. La primera entrega fue uno de los juegos que más repetí en PlayStation 2 en su época, por ejemplo. Lo que quiero decir con esto es que no me estaba acercando a Devil May Cry V a ciegas, ni tampoco es un género que me cause rechazo o falta de interés, al menos a priori. El problema llegó cuando me di cuenta, al alcanzar un puñado de horas de juego, de que eso había cambiado. Tenía la idea en la cabeza de lo que molaba disfrutar de un buen hack n’slash, pero cuando los niveles y las salas repletas de enemigos empezaron a sucederse, esa idea fue cambiando, se apagó.
Las cuatro primeras misiones fueron una pasada. Estaba fascinado por el apartado visual del juego, que es una auténtica maravilla, y además estaba jugando a un género al que hacía tiempo que no visitaba. Por otro lado, el primer contacto con V, el nuevo personaje de la franquicia me pareció (y me sigue pareciendo) exquisito. Me parece que es un personaje que da un nuevo enfoque a la saga, y se aleja radicalmente de las mecánicas habituales. Desde mi punto de vista, fue uno de los elementos que mantuvo a flote la experiencia de juego en los momentos más bajos. Creo que es una de las mejores propuestas que he visto en un videojuego a la hora de dejar al jugador utilizar magia, especialmente teniendo en cuenta que estamos en un hack n’slash, y que sabe adaptar un estilo más “pasivo” a un juego tan frenético. Era como sentir que estabas controlando a un boss final (y en parte lo haces, jeje).
Volviendo a lo que decía antes de divagar con las virtudes de V, tras las primeras cuatro misiones empecé a sentir que no estaba disfrutando del juego. Tenía la sensación constante de que “el juego de verdad” no había empezado. Avanzaba a través de salas y más salas en las que todo era más de lo mismo. Llegas a un nuevo espacio, se cierran las salidas, aparece un grupo de demonios, los aniquilas machacando botones (y viendo combos espectaculares), y vuelta a empezar. Y sí, esto es un hack n’slash, ¿qué otra cosa iba a esperar? A esto me refería cuando decía que tal vez llegué tarde, y que este juego me hizo replantearme mi enfoque y preferencias en cuanto a videojuegos. Constantemente pensaba que el juego tenía que darme un espacio, una pausa, para disfrutar de las cosas que me ofrecía más allá de la acción. La influencia de los mundos abiertos o de las aventuras lineales más pausadas estaba influenciando mi percepción de Devil May Cry V. Tenía ganas de encontrar un refugio donde organizar mi inventario, detenerme a explorar un mapa o conseguir recursos para obtener un objeto de un mercader. No podía evitar sentir que Devil May Cry V me imponía un ritmo constantemente, un ritmo demasiado apresurado y que ya no soy capaz de disfrutar. Al menos no como antes.
Aunque se trate de juegos y sagas que no pertenecen exactamente al mismo género, no podía evitar pensar en God of War mientras jugaba. Pensé en cómo me había agradado el cambio de rumbo en la saga de Santa Monica. En que cuando era adolescente disfrutaba muchísimo de los God of War clásicos, y que ahora su propuesta me parecía mucho más vacía que la apuesta del último dirigido por Cory Barlog. Esto es una opinión completamente personal, pero creo que Devil May Cry V me hubiera resultado mucho más disfrutable si su propuesta hubiera cambiado algo más, como lo hizo God of War. Pero está claro que esto es una preferencia personal, totalmente subjetiva, pues siempre debe haber una oferta de hack n´slash más “puros” para aquellos que quieran disfrutarlos de esa forma. Si Devil May Cry V, con ese apartado visual tan brutal y ese tratamiento de los personajes, hubiera tenido una propuesta más pausada y variada, se hubiera convertido en uno de mis títulos favoritos de la generación.
También influyó el hecho de que cada vez me incline más a disfrutar de las narrativas y las historias que te hacen pensar en algo mientras juegas. Con el título de Capcom tuve la sensación de que, salvo en el tramo final, la historia era vaga y escasa. Sentí que te la presentaban en pequeñas pildoritas muy segmentadas para hacer parecer que había más de lo que realmente había. Pero, una vez más, es probable que se deba a la naturaleza del género. Que no sea un truco para alargar la historia, sino que los jugadores habituales del género saben a lo que vienen, y que una historia fuerte y elaborada no es uno de los principales pilares necesarios para sostener un juego como este. Eso sí, el tramo final de esa historia si que es para disfrutar, especialmente si has seguido toda la saga. Es el pináculo del fanservice bien hecho y bien justificado, y tiene momentos de dejarte con la boca abierta, literalmente.
Aun con todo esto, aun habiéndome dado cuenta de que este género ya no es una de mis prioridades en los videojuegos, poco más allá de la mitad del juego “cambié el chip” y pude empezar a disfrutarlo mucho más. Me di cuenta de que si seguía esperando disfrutarlo como los juegos de otro género no iba a poder hacerlo. Conecté los cascos, puse una la lista más cañera que guardo en Spotify, y miré a Devil May Cry V como lo que es. Un juego para dejarte llevar por lo estético de su acción desenfrenada y sus mecánicas de combate, más pulidas de lo que lo han estado nunca. Todo eso envuelto ahora en un apartado técnico y visual de infarto, una obra de arte del RE Engine.
Es evidente que Devil May Cry V es una de las obras cumbre del género. Un punto y aparte en muchos apartados y la reafirmación de una de las sagas más veteranas, si no la que más. Creo que nos ha dejado al mejor Dante hasta la fecha, tanto cuando estamos a los mandos como cuando lo vemos en una cinemática. En definitiva, es un juego que se suma con honores a esta época dorada de Capcom que se inició con Resident Evil VII: Biohazard. Si tuviera que elegir un referente para el género, sin duda sería Devil May Cry V. Por desgracia, siento que su propuesta ya no es para mí, por eso me deja una sensación agridulce, es una gran obra, pero pertenece a un género que ya no puedo disfrutar al 100%.