Al menos es lo que piensa Michael Patcher
Ayer terminé de ver la segunda temporada de Westworld. Ahora me tocará buscar que más ver en HBO después de fundirme a Rick y los caminantes en The Walking Dead o dejar morir mi suscripción poco a poco hasta que vuelva la última temporada de Juego de Tronos. Por suerte, las suscripciones a estas plataformas no son desorbitadas ni comprometedoras, y me permiten ir eligiendo una, otra, o ambas para disfrutar de sus estrenos exclusivos.
Las consolas tienen una dinámica similar. Cada una su sistema operativo y los muchiflops de potencia, juegos compartidos entre las plataformas y sagas propias a cada casa. A día de hoy, este humilde escritor piensa que son los exclusivos los que determinan qué consola se lleva el consumidor a casa.
No creo que Nintendo Switch hubiera vendido la friolera de 4 millones de unidades (datos a 19 de marzo de 2018) de no haber sido por Mario Odyssey o The Legend of Zelda: Breath of the Wild, a esperas de Labo. No creo que PlayStation 4 hubiera funcionado de la misma forma si Uncharted, Infamous Second Son, The Last Guardian o BloodBorne no hubieran estado ahí. De la misma forma que creo que los errores en los primeros años de vida con las políticas de Microsoft, junto a su sequía de títulos first party y el compartir muchos de estos con PC afectaron a la salida de la consola.
Sin embargo, Michael Patcher no opina lo mismo. En declaraciones al medio Gamingbolt, afirma que la relevancia de los exclusivos no es la misma ahora, que en el pasado para el gran mercado. Michael Patcher es el analista de Wedbush Securities, y un personaje controvertido dentro de nuestra industria. Como buen predictor que es, se equivoca la mitad de las veces. Desde acertar el precio de Nintendo Switch o vaticinar el fracaso de la Wii U a estamparse cuando dijo que no habría más generaciones de consolas en 2009 o que Borderlands era un juego “enviado a morir”, es decir, que no vería un ápice de éxito.
Por supuesto, no son el único punto que el consumidor valora a la hora de comprar sus sistemas de entretenimiento. Desde donde están sus amigos, a la potencia y vida esperada de la plataforma, el precio de compra, el acceso a internet (de pago o no), etcétera. Pero convencer a los usuarios de comprar una consola por los títulos de la casa tiene un efecto bola de nieve que repercute y trasciende al resto de ámbitos de la consola.
Ahora Xbox desarrolla la estrategia de recuperar muchos de los títulos de su antecesora, en busca de nuestra nostalgia y de ampliar su catálogo echando mano a la generación anterior. Una idea inteligente, y mucho más barata que desarrollar títulos. Pero veremos qué tal le funciona y si es capaz de recuperar algo de mercado en esta última etapa de la guerra de consolas.