Una tarde en los recreativos con Switch
Todo aquel que me siga con cierta regularidad sabrá de primera mano mi gusto por los juegos de recreativa y su jugabilidad directa. Me encanta cargar un juego y pasar a la acción simplemente pulsando un par de botones, y sin ir más lejos mi anterior artículo estuvo dedicado a Shinobi. No es un caso aislado, son muchos los juegos de recreativa a los que podemos acceder hoy desde nuestras consolas, y encuentro particularmente a Nintendo Switch una muy buena compañera para estos menesteres, tanto por su naturaleza híbrida y su catálogo como por unos accesorios muy adecuados.
Cierto es que el componente social que encontrábamos en los salones recreativos no se puede replicar y era una buena parte de la experiencia, aunque hay hasta propuestas que intentan recrear el lugar, como el muy reciente Capcom Arcade Stadium (Capcom, 2021), con una vista disponible que nos encuadra la imagen en una máquina japonesa tipo candy -las que solemos ver en los salones japoneses para jugar sentados- y que incluso nos permite mirar a los lados mientras jugamos y ver otras máquinas funcionando. Claro está que no es lo mismo, pero bueno, se agradecen los esfuerzos, y al final la interfaz resulta atractiva. Lo cierto es que no parece que de momento los salones recreativos vayan a volver, más allá de asociaciones de entusiastas, y, como ya he comentado alguna vez, ver muchos de ellos convertidos en casas de apuestas es algo que me apena, menudo contraste. De cualquier manera, es cierto que los juegos siguen ahí, y, como decía, Nintendo Switch nos ofrece una buena posibilidad de pasar un buen rato “en los recreativos” con accesorios y títulos como los que os voy a comentar hoy.
Y ya que lo he mencionado, por qué no empezar por el propio Capcom Arcade Stadium, propuesta de la compañía de Osaka que ha llegado hace apenas un par de semanas en exclusiva temporal a la consola híbrida. Treinta y dos juegos se incluyen en un compendio que se puede adquirir por separado en packs de diez, o en conjunto a un precio más reducido. El shoot ‘em up 1943 es gratuito y podemos descargarlo nada más tengamos el programa instalado, y desde la propia interfaz podremos acceder a la eShop para adquirir los demás. Siempre pasa, y es cierto que hay ausencias importantes, pero creo que la colección es bastante completa, y de hecho cuenta con algunos juegos no tan conocidos por estos lares que pueden representar un aliciente, ya que no los hemos visto tantas veces en recopilaciones. Es el caso de algunos como Dinasty Wars (Capcom, 1989), Warriors Of Fate (Capcom, 1992) o Powered Gear (Capcom, 1994). En la lista restante grandes nombres como Strider (Capcom, 1989), Captain Comando (Capcom, 1991) o, como no podía ser de otra manera, diversas versiones de Street Fighter II. Muchos clásicos para una recopilación que traerá muy buenos recuerdos a los que poblábamos los salones recreativos en los años noventa, pues qué duda cabe de que Capcom es una de las compañías más emblemáticas si hablamos de arcade. Aunque no inventaron el género -ese honor correspondería a títulos como Kung Fu Master (Irem, 1984) o Double Dragon (Technos, 1987), es innegable el salto de calidad que supuso Final Fight (Capcom, 1989) para los beat’em ups, o la auténtica revolución de Street Fighter II (Capcom, 1991), instaurando una fiebre por los juegos de lucha que llega hasta hoy.
Saltamos de Osaka a Tokio para hablar de Sega, que bajo el sello de Sega Ages cuenta en la eShop con una larga lista de títulos clásicos, tanto de consolas como de Arcade, siendo estos últimos en los que hoy me quiero fijar. Ya os hablé hace una semana de Shinobi, un abanderado de la fiebre ninja, pero no puedo dejar pasar auténticas joyas como Out Run (Sega, 1986), del que os hablé aquí y Space Harrier (Sega, 1985), del que os hablé también aquí. Yu Suzuki en estado puro en dos juegos que resultan icónicos a día de hoy y que son una gran muestra del genio del creador japonés. A ellos hay que sumar otra entrada de Suzuki con Virtua Racing (Sega, 1992), aquel juego poligonal que nos dejaba boquiabiertos y que me parece muy representativo de un momento en los videojuegos y además con una estética low poly -por necesidad, claro está- muy agradable de ver y que se está empezando a popularizar en producciones independientes.
No podía faltar si hablamos de juegos arcade la emblemática SNK, favorita de muchos, y que en 1990 creó la placa Neo-Geo MVS, una de las primeras en utilizar cartuchos intercambiables, y que compartiría títulos con la doméstica Neo-Geo AES, que representaba todo un sueño para los entusiastas de las recreativas, pero con un precio tan elevado de máquinas y cartuchos que muy pocos podían permitirse. A día de hoy hemos podido acceder a sus juegos de muchas maneras, y en la eShop Nintendo Switch nos encontramos nada más y nada menos que con ciento ocho títulos. Voy a destacar unos cuantos, empezando por dos juegos de lucha, género que compone el grueso del catálogo, y que, aunque empezó siguiendo muy de cerca la estela de Street Fighter, acabó alcanzando unas enormes cotas de calidad. Tal es el caso de The last Blade 2 (SNK, 1998), un juego de lucha con armas que toma como inspiración muchos elementos de la mitología japonesa y que cuenta con un apartado técnico que aún a día de hoy resulta espectacular. El pixel art es bellísimo y las animaciones de personajes, así como los escenarios son sobresalientes. Merece mucho la pena acercarse a este juego a día de hoy, algo similar a lo que sucede con Garou: Mark of The Wolves (SNK, 1999), el noveno capítulo de la saga Fatal Fury, que supone toda una renovación en términos de personajes e introduce novedosas mecánicas a la fórmula, envolviendo todo en un apartado técnico que compone uno de los juegos de lucha 2D más vistosos que jamás se ha hecho.
En ciento ocho títulos hay mucho más que destacar, y no faltan sagas tan reconocidas como The King of Fighters o Metal Slug, claro está, pero por salirme un poco de lo habitual me quedaré con la divertida primera parte de Super Sidekicks de 1992, un juego de futbol muy rápido y directo, y con dos Shoot’em ups, Aero Fighters 2 (Video System, 1995), un juego que recuerdo jugar una y otra vez, y que cuenta con el plantel de personajes de lo más loco, y Blazing Star (SNK, 1998), una auténtica obra de arte si hablamos de pixel art, y que recibe una influencia jugable muy directa como es la de la saga R-Type. Otro ejemplo de lo que dio de sí el hardware de Neo-Geo, que en sus últimos años mostró algunas de las producciones en dos dimensiones más detalladas y trabajadas que se recuerdan.
Si he hablado de Capcom y de SNK no podía faltar en este texto Konami, también receptora de muchas de las monedas de los jóvenes hace treinta años, y que cuenta en Switch con Arcade Classics Anniversary Collection (Konami, 2019), una recopilación de ocho títulos que aparecieron en los recreativos en los años ochenta y que se lanzó para celebrar el cincuenta aniversario de la compañía junto con sendas recopilaciones de Castlevania y Contra. Curiosamente de los ocho títulos incluidos siete son Shoot’em ups, y encontraremos clásicos tan importantes como Némesis (Konami, 1985) -la primera versión de Gradius, a la que se le dio este nombre internacionalmente- o el mucho más desenfadado TwinBee (Konami, 1985), lanzado el mismo año, y bastante más popular en Japón que por estos lares. Como representante del género de acción y plataformas tenemos Haunted Castle (Konami, 1987), una versión de la saga Castlevania para arcades, muy espectacular gráficamente si tenemos en cuenta en año de salida, pero con una dificultad tan elevada que estropea el plano jugable.
Prometí en un principio hablar de accesorios, y como esto se trata de un recorrido por juegos arcade a través de la Switch, y aprovechando para descansar un poco de tanto aluvión de juegos, os voy a hablar de dos controles fabricados por Hori, que en mayor o menor medida nos van a trasladar las sensaciones jugables que estamos buscando. Considero ambas buenas opciones, pero claro, hay que tener en cuenta que una de ellas tiene un precio mucho más elevado, y por ende los componentes son de mucha mayor calidad, y se trata del Hori Real Arcade Pro V Hayabusa. Este arcade stick es de gran tamaño y cuenta con una palanca y botones Hayabusa fabricados por Hori, que se asemejan en calidad a los de fabricantes de arcade como Sanwa o Seimitsu, y actualmente podemos encontrarlo en cuatro versiones, una genérica en color rojo y tres con temática de Street Fighter. Es una inversión importante para un mando, pero es una pieza muy bien construida, y si somos muy acérrimos de los juegos arcade y sobre todo de Shmups y juegos de lucha le sacaremos mucho partido.
La segunda opción en cuanto a controles arcade viene también de Hori, y es el Hori Fighting Stick Mini, que al igual que su hermano mayor podemos encontrar en versión genérica o con temática de Street Fighter. Mucho leí sobre este mando antes de comprarlo, y generalmente no muy bueno, pero la verdad es que tengo dos y lo considero suficiente para el jugador al que le encantan los arcades pero que no busca una calidad competitiva, o para personas con falta de espacio o menor presupuesto. Sin duda lo prefiero frente al mando pro y por supuesto frente a los Joy-Con para jugar a los títulos a los que hago mención en este artículo, pero hay que tener claro que no lo podemos comparar a la versión Real Arcade Pro, pues el tamaño tan pequeño hace que se mueva mucho, y por supuesto palanca y botones son sin duda de peor calidad, pero claro, no hay que olvidar que cuesta una cuarta parte del precio. Si no tenemos pretensión de asistir a torneos es una buena opción, y dado su menor precio podemos tener dos para jugar en cooperativo.
Volviendo a los juegos, he mencionado ya varios exponentes a lo largo de este texto, pero hay un género que no puedo dejar pasar en este artículo, y es que, aunque no sea un gran experto a los mandos, soy muy fan, y no es otro que el de los Shoot’em ups, también conocidos por la abreviatura Shmup. La cifra en Switch de juegos de este género es muy alta, y aunque nunca podrá la consola de Nintendo competir con Steam en este aspecto, sí que es cierto que, nos guste más o menos, al aparecer en la híbrida reciben más atención mediática y de jugadores menos acérrimos, lo que contribuye a su popularización. No voy a hablar de una lista completa, por supuesto, pero sí que prometo en un futuro acometer un artículo más concreto y extenso sobre un tema que da para mucho. Me limitaré ahora a hablaros de algunos de mis favoritos entre los que he podido jugar en la consola híbrida, títulos que muchas veces podemos encontrar en las ofertas semanales, si es que tenemos paciencia para navegar por la tienda de Nintendo, una experiencia bastante más precaria de lo deseable.
El primero de ellos es Vasara Collection, una recopilación formada por Vasara (Visco Corporation, 2000) y Vasara 2 (Visco Corporation, 2001), dos juegos que pertenecen al subgénero “Danmaku” o bullet hell, que nunca habían visto la luz en territorio europeo y que combinan el frenetismo típico de este tipo de títulos con una ambientación en un japón feudal tecnológico de lo más llamativa. Personalmente me encantan estas mezclas de samuráis y mechas y este recopilatorio es una gran manera de disponer de estos dos juegos verticales, que no habían salido de japón, y que pueden suponer una buena manera de iniciarse en este subgénero.
No me alejo mucho de Vasara en el segundo título, y es que Gunbird 2 (Psikyo, 1998) es otro shoot’em up vertical en este caso desarrollado por la mítica Psikyo, y que podremos encontrar tanto por separado como formando parte del recopilatorio Psykyo Shooting Stars Bravo, que apareció hace un año. Gunbird 2 se aleja de la faceta más seria del género con unos gráficos coloridos y un tono de parodia que se refleja en los diálogos y su desenfadado estilo anime. Las opciones actuales de dificultad nos permitirán acceder sea cual sea nuestro nivel a un juego divertido, desafiante y con unos jefes finales memorables. En general toda la oferta de Psykio en Switch es muy buena, y además del mencionado recopilatorio disponemos también de Psykyo Shooting Stars Alpha, con otros seis títulos que también podremos adquirir por separado.
Por último y también representante de la vertiente vertical del género quiero señalar un juego de culto como es Ikaruga (Treasure, 2001), aparecido para la placa Sega Naomi y Dreamcast en un primer momento y que suponía la continuación espiritual del genial Radiant Silvergun (Treasure, 1998). Introdujo una original mecánica y es la posibilidad de cambiar nuestra nave de polaridad en cualquier momento, de modo que solo los disparos de polaridad opuesta a la nuestra serán los que nos afecten, dándole al juego un barniz estratégico que lo distingue de los demás. En cualquier caso es un juego que hay que probar, aunque requerirá de grandes dosis de paciencia, pues no es para nada fácil, pero moviéndonos en un terreno como el de los shoot’em ups, quién dijo miedo.
El género cuenta con muchísimos representantes más, muchos de ellos horizontales y tan influyentes como los de la saga Darius, cuyas colecciones analicé hace unos meses, o los dos primeros R-Type, pero he decidido señalar tres juegos verticales por un motivo, y es que, como os dije, todavía me queda un accesorio más que comentar, el Flip Grip. Nunca un trozo de plástico había sido tan útil, y es que el Flip Grip es solamente eso, un accesorio de plástico en el que podemos insertar la consola en sentido vertical y que cuenta con unos raíles para los Joy-Con, de manera que podemos jugar a juegos como los tres que acabo de comentar -en los tres se permite rotar la imagen- de manera que se aprovecha totalmente la pantalla, jugando como fueron concebidos y mejorando mucho la experiencia y la inmersión. Hay muchos juegos compatibles, lo que hace que este accesorio se convierta en un absoluto imprescindible si vamos a jugar a juegos verticales. Podéis consultar una lista completa de compatibilidad aquí.
Personalmente lo uso mucho también para juegos de pinball -todos los que voy a mencionar son compatibles-, juegos que no podían faltar en un artículo como este dedicado a los salones recreativos, y es que qué sería de una visita al salón sin echar una moneda, o al menos fijarse en esas máquinas de llamativas marquesinas que trataban de destacar a base de luces y sonidos. Siempre me han parecido algo súper ingenioso y una muestra fascinante de la cultura popular, y aunque las sensaciones en las versiones digitales no son lo mismo, sí que con elementos como el Flip Grip y la vibración HD se emulan estas máquinas de muy buena manera y resultan muy divertidas. La fidelidad que se alcanza sorprende y esto podemos verlo en el que es quizá el mayor exponente de este tipo de juegos, Pinball FX 3 (Zen Studios, 2017). Simplemente con descargar la interfaz tendremos acceso a dos mesas gratuitas, y a partir de ahí la posibilidad de acceder a la eShop para comprar packs con otras nuevas, en un catálogo que va aumentando con el tiempo.
Zen Studios lleva haciendo un gran trabajo con el pinball virtual desde tiempos de Ps3/360 y cuenta con mesas propias, creadas ad hoc para el juego, en las que se nota el gran trabajo en cuanto a físicas y originalidad, pero personalmente me quedo con la emulación que Zen hace de mesas reales de la compañía Williams. Así podremos encontrar en los packs algunas tan emblemáticas y divertidas como FunHouse (Williams, 1990), The Getaway: High Speed II (Williams, 1992), Attack From Mars (Williams/Bally, 1995), o Medieval Madness (Williams, 1997), esta última favorita de muchos aficionados al pinball físico. Sé que el pinball no es lo más popular ahora mismo, y hay muchísimas ofertas lúdicas que le hacen sombra, y sé también que puede parecer un juego simple, pero si nos ponemos a los mandos descubriremos que no es tan sencillo como parece, y que el diseño de algunas mesas está tan bien pensado que es magistral. Si aún sois reticentes a probar, no os cuesta nada descargaros este Pinball FX3 y jugar a las dos mesas que nos ofrece de manera gratuita.
Hay más ofertas en cuanto a juegos de pinball, de las que destacaría Zaccaria Pinball (Magic Pixel, 2014), un juego que cuenta con muchas opciones, desde jugar las mesas originales de la empresa italiana Zaccaria -que llego a ser la tercera fabricante del mundo-, más antiguas y por lo tanto rudimentarias que las de Williams, a recreaciones de las mismas en las que se le introducen novedades y avances como si hubieran sido construidas en los años dos mil. Las mesas originales pueden resultar más aburridas para algunos por ser más simples, pero nos dan una idea de como eran las máquinas construidas en Europa en la época de los años setenta hasta los noventa y personalmente ir en busca de puntuaciones altas es algo que siempre me motiva. Como en el caso de Pinball FX3 tenemos una mesa gratuita, y además podemos probar las demás con un pequeño límite de puntuación que nos servirá perfectamente para ver si este juego es para nosotros.
Por supuesto no son las únicas opciones en cuanto a bolas de metal se refiere, y sin ir más lejos tenemos una joya como Demon’s Tilt (Wiznwar, 2019), una propuesta que escapa de recreaciones y físicas reales para ofrecernos una auténtica explosión de color y píxeles que mezcla las mecánicas clásicas con el infierno de balas, pero he querido ceñirme en este artículo a juegos que pudimos disfrutar en los salones recreativos. Si abría más el abanico cabrían muchos más títulos en todas las categorías que he mencionado, y es que la característica jugabilidad arcade es algo que no se ha perdido con los años, y, sobre todo gracias a la escena independiente, -aunque no en exclusiva- seguimos viendo nuevos exponentes de géneros clásicos como el Shoot’em up o el Beat’em up. Espero no haberos abrumado y que este texto os sirva para descubrir algún título o accesorio que no conocíais, o simplemente para traeros buenos recuerdos.
Recreativas para todos los gustos
Sirva este artículo también como homenaje a una consola como Switch, que cumple estos días cuatro años, y que gracias a un cambio en las políticas de Nintendo ha sabido nutrir sobremanera la eShop, con sus altibajos, claro está, pero con un enorme catálogo, muy variado y que nos permite cosas como rememorar una de esas épicas tardes en el salón recreativo, que empezaban por un Street Fighter, continuaban subiéndose a la espectacular cabina de Out Run y terminaban cuando la última bola del pinball se perdía en el abismo.