"Más AC Odyssey que Breath of the Wild," como diría Adrián Suárez
Betas cerradas de seis meses, PS4 reventadas contra el suelo en señal de protesta y Switches al alza. La espera hasta el estreno de Genshin Impact ha sido tensa, difícil, principalmente para una miHoYo que, como tantos otros estudios independientes acusados de plagio (véase el caso Enchanted Portals), ha encontrado en su inspiración de supuesta buena fe un inesperado óbice, una barrera sociocultural, que le ha hecho caminar con pies de plomo en su peregrinaje hacia el terreno occidental. Su parecido visual y mecánico con The Legend of Zelda: Breath of the Wild, palpable, manifiesto y reconocido desde el primer minuto de su presentación, le ayudó a cosechar tantos fanáticos como detractores, quienes lo postularon como una burda copia antes tan siquiera de poder echarle el guante. Ahora que la obra ha desembarcado con su juego cruzado en Windows, PlayStation 4 y dispositivos móviles Android y iOS (podéis descargarlo desde PlayStation Store, Google Play Store, App Store y desde este enlace para ordenador), llega el momento de poner en jaque todos los prejuicios establecidos y valorar la propuesta como lo que verdaderamente es: un clon, sí, pero un clon muy inteligente.
Unas cuantas horas de juego, de hecho, arrojan mucha luz sobre el debate, y explicitan las intenciones y los planes que la desarrolladora china siempre tuvo para su propuesta. En la superficie, todos los elementos conocidos están vigentes, y permanecen ahí, esperando a ser redescubiertos. Existe un sistema de escalada (paravela incluida) que resulta extrañamente familiar, y una configuración del mundo abierto marca Monolith Soft a la que únicamente le faltan los bokoblins, siempre aderezada por ese familiar cel shading que la entrega toma prestado y que es capaz de aportar una capa de familiaridad a un ejercicio de diseño estrictamente japonés. No obstante, con el paso de las horas las sólidas bases paridas por la división de desarrollo de Nintendo se transmutan dando lugar a nuevas aplicaciones de la misma forma, y encarando un planteamiento de la aventura diametralmente opuesto a Breath of the Wild, más basado en la consecución de labores de más clásico de los MMORPG que en el descubrimiento progresivo y pausado del entorno.
Asimismo, creo que el equipo ha sido extremadamente perspicaz al coger de Breath of the Wild aquello que, consciente de sus posibilidades, no podía haber hecho mejor por ellos mismos. Porque hay ideas propias en Genshin Impact que coexisten fantásticamente con la base propuesta por el titán japonés, pero porque también era poco menos que misión imposible llegar a los estándares de calidad buscados renegando de ella. Es así como el título busca aceptar y entender su procedencia desde su mismo planteamiento, y a partir de ahí decide expandir sus fronteras con aquellas ideas y mecánicas que, considera, puede implementar o mejorar. Se consigue así, por ejemplo, un sistema de combate coherente y respetuoso, pero con mucha personalidad, basado en la constante transición entre personajes jugables y en la elección precisa de las habilidades idóneas (algo, siento, también heredado del MMORPG).
Y es que la propuesta es, en líneas generales, mucho más masiva que el periplo de Link (sin que eso conlleve una connotación necesariamente positiva). Y lo es porque, por su mera naturaleza como free-to-play, está condenada a serlo. Porque está condenada a mantenerse vigente en el tiempo, y porque el número de sistemas funcionando en paralelo debe de ser lo suficientemente alto como para permitir una monetización densa, en la que los jugadores más avezados se dejen su tiempo y cartera intentando conseguir nuevos personajes (¿alguien dijo waifus?), libros de experiencia u objetos mágicos. Esto requiere, a su vez, una implementación total del entorno online, y un esfuerzo de comprensión del mismo, en pos de que el resultado sea una experiencia perfectamente disfrutable en solitario, pero superior cuando se disfruta en compañía y, por supuesto, dejándose un par de duros por el camino.
En unas primeras impresiones, Genshin Impact se me antoja como un producto valioso, que transciende del legado de Nintendo y que, tras su amparo, se independiza conformando una obra con entidad. Además de establecer un nuevo benchmark para móviles (es poco menos que brujería verlo correr de manera fluida en un dispositivo de gama alta), la obra de miHoYo es lo suficientemente interesante por sus propios valores como para poder ser ampliamente recomendable, y su acceso gratuito, a buen seguro, acercará las potentísimas ideas de Breath of the Wild a aquellos que no disponen de los suficientes medios como para hincarle el diente, o que ni siquiera puede plantearse su compra al no poseer una Nintendo Switch en sus manos.
Lejos de ser sobresaliente, el videojuego, de marcado carácter japonés, no será del gusto de todos, pero la mera posibilidad de que pueda ser lo que estás buscando en este preciso instante hace que te merezca la pena, al menos, darle una oportunidad.