Una guerra mas fría de lo esperado
Todo lo que ha ido rodeando al anuncio del nuevo Call of Duty: Black Ops Cold War ha sido un tanto atípico. A diferencia de lo que suele ser habitual en la franquicia, la campaña de marketing del mismo se inició bastante tarde, casi pasado el verano, y sin hacer más ruido del necesario a pesar de llevar el subtítulo de una de las sagas más queridas por los fans como es Black Ops. Llámalo Covid-19, llámalo problemas durante el desarrollo (hay que recordar que la entrega de este año debería haber sido producida por Sledghammer Games, no por Treyarch), o, incluso, llámalo Warzone, que con su incontestable éxito durante este último año ha vuelto a poner encima de la mesa el eterno debate sobre la necesidad de tener un Call of Duty nuevo cada año. Modern Warfare funcionó a las mil maravillas, con una base extremadamente sólida en su planteamiento, un avance técnico y gráfico para un lavado de cara que los fans venían pidiendo a gritos desde hace años y un modo Battle Royale que lo catapultó a ser uno de los lanzamientos de la franquicia con mayor número de jugadores en su longeva historia. Tres aspectos esenciales que convirtieron a la obra de Infinity Ward en ese soplo de aire fresco que necesitaba Call of Duty.
La nostalgia de la Guerra Fría
La cosa es que con esta futura entrega no estamos viviendo de nuevo esa sensación de evolución dentro de la franquicia, sino todo lo contrario. Desde sus primeros adelantos, a la alpha que hemos podido probar durante este pasado fin de semana en PlayStation 4, podemos ver que Black Ops Cold War no va a seguir la estela que ha dibujado Modern Warfare en 2019. Lo último de Treyarch se siente nada más nos ponemos a los mandos como algo familiar, tanto para bien como para mal. Algo que hemos vivido ya en infinidad de ocasiones desde hace más de una década con aquel primer Black Ops y que, parece, no ha evolucionado apenas. Porque, sí, Cold War, al igual que lo hizo el reboot de Modern Warfare, apela a la nostalgia de los más aférrimos a la franquicia que empezaron sus andadas con Call of Duty durante aquellas míticas tardes pegando tiros en Nuketown con sus amigos, devolviéndonos a una ambientación basada en la Guerra Fría.
Con ella, vuelve la estética más colorida de una Treyarch que deja atrás la sobriedad y el realismo que caracterizó al lanzamiento del año pasado para hacernos volver al Call of Duty más arcade, al más divertido de jugar. Mapas de tamaño mediano o pequeño seis contra seis o doce contra doce, con los ya famosos tres carriles que intentan crear en todo momento una acción más dinámica, a diferencia del típico first person shooter centrado en lo táctico y en el pensar antes de actuar que pudimos ver en Modern Warfare. Correr, saltar, disparar, seguir corriendo y morir mucho. Black Ops Cold War es Call of Duty en su más clásica definición. Un no parar, un mata-mata constante. Y, en ese sentido, el juego funciona tan bien como se podría esperar de una nueva entrega de la franquicia, siendo ese quizás también su mayor problema.
Un avance que, de momento, no se ve
Recuerdo el año pasado, cuando se empezaron a publicar los primeros adelantos de Modern Warfare 2019 y pude probarlo por primera vez en sus versiones Alpha y Beta que su propuesta me encandiló y sorprendió como hacía mucho tiempo no lo hacía un Call of Duty. Ese avance gráfico, el sonido de las armas, el enfermizo detalle que presentaban cada una de ellas,… Se sentía en todo momento como esa evolución que la franquicia estaba buscando desde hace años. A diferencia de ello, Black Ops Cold War diría que es incluso un paso hacia atrás con respecto a lo visto entonces. Esta primera alpha, a pesar de su evidente naturaleza de juego en desarrollo, no está tan pulida como se podría esperar, siendo tanto gráfica como técnicamente todo un downgrade si lo comparamos con lo último de Infinity Ward. Las armas que estaban disponibles no estaban tan detalladas y diferenciadas entre sí, las animaciones son algo toscas para un videojuego de estas características que saldrá en consolas de nueva generación y, en general, la sensación a los mandos es demasiado familiar y poco inspirada. Porque, sí, se podría decir que, al menos en principio, este nuevo lanzamiento contentará a los fans más clásicos de Call of Duty por su propio planteamiento más arcade y sobrio, pero las comparaciones son odiosas, y Black Ops Cold War no sorprende en ningún momento, incluso menos tras haber vivido por fin el paso hacia adelante que necesitaba una franquicia tan desgastada como esta.
Mucho trabajo por delante para calentar estas primeras sensaciones
Con ello, no me gustaría olvidar que estamos hablando de una versión alpha de un videojuego aún en desarrollo. Sin embargo, ¿cambiará mucho el panorama de aquí a apenas dos meses cuando se ponga a la venta? Sinceramente, lo dudo mucho. En estos casos suele ser bastante habitual que al menos la base se mantenga intacta casi en su totalidad. ¿Call of Duty: Black Ops Cold War funcionará y contentará a sus jugadores? Creo que no me equivocaré al decir que sí. Es divertido, es dinámico, adictivo y, en definitiva, un COD en mayúsculas, videojuegos que siempre tienen ese brillo especial que hace que los juguemos a pesar de los años. Sin embargo, a pesar de que me ha sorprendido para bien en su planteamiento más clásico, más de la vieja escuela, no quiero tampoco esconder mi decepción al ver un producto que no se acerca a la calidad del anterior. Habrá que degustar sus próximos periodos de prueba y el producto final, pero Modern Warfare marcó el año pasado el camino que debería tomar la franquicia en el futuro, y esta nueva entrega se siente más como algo intermedio que como el último paso adelante que necesitaba para volver a tomar el lugar que dejó por sus propios deméritos hace varios años. Habrá a quien le guste esta vuelta a los orígenes tan sobria, y habrá otros, como un servidor, que esperaba algo más.