El road trip familiar de Just Add Oil Games
De todos los campos que cubre la aventura que es escribir en una web de videojuegos, el momento de analizar un título es uno de los más importantes y, a nivel personal, uno de los que más disfruto. Por eso, cuando supe que tendría la oportunidad de jugar a Road to Guangdong, un indie que me llamó la atención desde el momento en que lo conocí, intuí que de alguna forma u otra se trataría de una ocasión especial; la propuesta de Just Add Oil Games con este viaje a través de la cultura China me pareció de lo más interesante que se había cruzado en mi camino en los últimos años, y las expectativas no eran pocas. Tras haber atravesado el viaje de Sunny y los entramados y pequeños secretos de su familia, por fin puedo hacer una pregunta que llevaba un tiempo queriendo hacer: ¿merece la pena Road to Guangdong?
Con el corazón en un puño debo decir que, si hay una palabra que pueda definir mi experiencia con Road to Guangdong, sería sin dudas “decepcionante” – lo cuál no habla tanto de la calidad del juego en sí mismo, sino de la forma en que mis expectativas sobre el mismo han chocado con la realidad.
Y es que este título de corte modesto y propuesta interesante me ha ofrecido, en parte, lo que esperaba de él: un viaje de mecánicas sencillas, corazón puro y un sello muy personal, que, desde luego, es incapaz de dejar indiferente a nadie. Y, aún así, yo soy incapaz de pensar que el título podría haber ofrecido mucho más.
Pero vayamos por partes.
La familia va primero
Road to Guangdong posee una premisa tan básica como efectiva: Sunny, una adolescente china, hereda el restaurante de su difunto padre. Junto con su tía, la joven emprende un viaje a través de China al volante de una antigua reliquia familiar, con el objetivo de descubrir más a cerca de sus seres más cercanos. Bajo una premisa de “road trip” sencilla, el título se las ingenia para plasmar la importancia de la familia en la cultura china; para ello, hace uso de una serie de mecánicas de diálogo que indagan profundamente en las raíces de la muchacha, las problemáticas que han rodeado a sus familiares durante décadas, y las resoluciones brindadas, en gran parte, gracias a la ayuda de la misma Sunny.
El mensaje de Road to Guangdong es claro: “la familia va primero”. El mantra se repite de forma implícita a lo largo de todo el título, explorándose en cada diálogo y situación en la que la protagonista pueda verse envuelta. En ese sentido, el modesto proyecto distribuido por Excalibur Publishing hace un trabajo fantástico, desarrollando la temática de manera totalmente natural e implementándola a la perfección en variedad de situaciones. El problema del título es, sin embargo, que todo su mensaje queda capado por una ejecución tan pobre como poco inspirada. A pesar de que sus diversas opciones de diálogo presentan el máximo cuidado por una parte tan fundamental del título, muchos de ellos no logran escapar de un tedioso sentimiento de diálogo prefabricado, que no deja expresar en su totalidad el mensaje del juego con el acierto con el que sí lo hacen momentos determinados de charlas entre personajes (muy escasos en el cómputo total).
El conjunto del gameplay tampoco ayuda, pues aunque Road to Guangdong sí presenta una serie de mecánicas originales con respecto no solo a los diálogos, sino al propio manejo de recursos para mantener el vehículo central en funcionamiento, es increíblemente sencillo que esta jugabilidad llegue a volverse repetitiva y aburrida al cabo de muy poco tiempo a los mandos. Y, sí, la diversión no lo es todo en un videojuego, pero cuando la parte fundamental del transcurso del mismo (los diálogos) están ejecutados de manera tan irregular, un gameplay divertido acaba siendo la esperanza a la que, en mi caso, me he agarrado como un clavo ardiendo. Y tampoco ha dado demasiado resultado. Pero no todo es negativo en Road to Guangdong, pues el título se encarga de demostrar las suficientes cualidades como para acabar siendo un digno merecedor de un hueco en la biblioteca de cualquiera.
Calidad sobre cantidad
El punto fuerte de Road to Guangdong es, sin lugar a dudas, su apartado técnico y artístico. El modesto título no tendrá los recursos de un Triple A, pero se las ingenia con todo aquello que tiene a su disposición para resultar en una de las propuestas más “coquetas” del panorama actual.
Comenzando por su apartado estrictamente visual, el estilo artístico del videojuego hace gala de una elegancia magnífica a la hora de presentar su puesta en escena. Porque, incluso aunque no tenga el hiperrealismo de las superproducciones de la industria, Road to Guangdong ajusta un apartado visual característico a las necesidades de su ambientación. No resulta explícito en todo momento, pero, en ocasiones, realmente sientes estar viviendo un viaje a través de China. El uso de la iluminación y un cuidadoso manejo de los escenarios ayudan a crear una suerte de ilusión tan minimalista como resultona, y una de las más admirables que haya podido probar recientemente.
La música del videojuego es, sin embargo, lo que más destaca sobre este. Casi tan minimalista como su apartado visual, la banda sonora compuesta por Chris Randle aporta una dimensión totalmente distinta a la ambientación del juego, pues no solo acompaña a sus visuales sino que, de algún modo, las eleva.
Un buen intento
Road to Guangdong es, en resumidas cuentas, un insuficiente reflejo de lo que podría ser. Sin embargo, el mimo y cariño que parece haber sido puesto en el título, en especial, como digo, respecto a su apartado artístico, lo convierten en una pequeña y entrañable aventura que, si bien es ligeramente olvidable, también resulta tan fresca como auténtica. Y eso es de agradecer.
Este análisis ha sido realizado con un código de descarga para PS4 cedido por Meridiem Games.