[Insertar subtítulo alusivo al título, pero de carácter complementario]

Morfología. Pocos le hemos tomado importancia, pero un título (al igual que una portada o un póster) puede definir el ciclo de vida de cualquier obra. Es la primerísima diferencia entre la curiosidad voraz despertada en cientos de lectores y la indiferencia fría y deprimente que apenas mueve a un par de dedos a pulsar en el enlace. Un título en artículos filosóficos, políticos, sociológicos e incluso psicológicos adquiere matices que pueden configurar el acercamiento que tiene cualquier consumidor hacia el texto. Hablando a nivel personal, dudo que me hubiera acercado al escrito más célebre de Zygmunt Bauman si en lugar de haberlo titulado Modernidad líquida le hubiera puesto Descripción de una época avocada a la inmediatez de todas las cosas. Bastan apenas dos frases lacónicas, breves y potentes para organizar el espíritu de una ideología en apenas un renglón. Eso no es todo. El título no es exclusivo de obras académicas, también está presente en la ficción. Mi ejemplo favorito de un autor que convierte al propio título de sus novelas en una parte indivisible del resto de la trama es Andrzej Sapkowski. Su uso del nombre es notorio a primera vista, pero incluso sometido a un estudio más minucioso, hay indicios de una planificación temática brutal. Como muestra de ello, tomemos  Estación de Tormentas, su trabajo más reciente.

En esa novela, parte de la saga del brujo, los dos sustantivos que construyen el título acaban por determinar el carácter caótico y aventurero de la historia. Estación se explica a sí misma, un período corto de tiempo encajado dentro de una cronología mucho más amplia, y que ese encuentra dividido, precisamente, por su serie de características únicas y esenciales que lo desanexionan del resto de temporadas (igual que la novela ha sido definida por el propio Sapkowski como una “Sidequel”); Tormentas, por otro lado, simboliza el embate de lo natural, la carga de lo inevitable en contra de lo planificado; la aleatoriedad y la sucesión variopinta de situaciones a las que se ve sometido nuestro brujo protagonista es, efectivamente, una tormenta propia de un estación inigualable. Todo anticipado antes de siquiera haber abierto el libro.

[ÏnsertĀr títül0]

Una vez trazado el esqueleto que nos deja ver la relevancia de un buen título, cabría preguntarse, ¿por qué en nuestro medio seguimos tirando por dos tangentes carentes de pasión? Una de esas tangentes es la titulación descafeinada y reduccionista sobre la opinión o análisis de cualquier videojuego; ya sabéis, el clásico “Análisis de X”, “Primeras impresiones de X”, “Lo bueno y lo malo de X”. Lo más triste del caso es que, a menudo, estos no resultan tanto en análisis como en una enumeración inmediatamente clasificable (y cuantificable) de características que definan al juego de turno, y así el título del texto no llega siquiera a reflejo pálido, a escueto espejismo de un análisis que pudo haber sido profundo. Por otro lado, tenemos la academización absoluta, la estricta formalidad atada a los rigores del estudio más divulgativo. Estos textos tienen la capacidad de traer un respeto y una perspectiva única al videojuego, a cómo jugamos, pero (y esta opinión es puramente personal) traen consigo un aura de querer alcanzar algo, de necesitar formalizarse por todos los medios posibles para conseguir la legitimación de sus palabras y, por ende, de sus contenidos. Creo que esta es la razón por la que youtubers como DayoScript o redactores como Hugo M. Gris consiguen una notoriedad sobresaliente, porque entienden que no solo el bombardeo de datos, referencias bibliográficas y conocimientos erigen una crítica redonda, también lo hacen el estilo, el manejo de la morfología en sus textos y sus vídeos, las formas que van de la mano con el fondo.

Caligrama

Es un hecho que la elegancia y la pasión o la poética no se encuentran dicotomizadas. Uno de los textos más célebres en el mundo literario hispano, que es un estudio mediante ensayos sobre la profundidad psicológica, sociológica e histórica del mexicano, lleva por título El Laberinto de la Soledad. Uno de los ensayos más importantes en el desarrollo de la lucha feminista, que disecciona y escudriña en los recovecos más inusitados de las sociedades occidentales, se llama El Segundo Sexo. Uno de los textos con mayor calidad literaria y humana con los que me he encontrado es un extenso diálogo entre Outer Wilds y el ya mencionado Hugo Gris, titulado El Universo observado de Outer Wilds. Y así sucesivamente, en una tradición que empuja a los autores a impregnar su marca desde antes que el lector se enlace con la lectura; los títulos, los encabezados y los titulares fungen como uno de los pilares de la creación en general.

Con esto, no quiero decir que no exista un esfuerzo visible por parte del sector que se dedica a estudiar el medio. Hay muchos textos de grandísima calidad que he visto sepultados bajo la indiferencia porque sus títulos eran sencillamente poco llamativos, y hay textos desabridos que se alzan por encima del resto gracias a la astuta elección del nombre. Hay muchos triunfos que ya nos pertenecen, así como hay batallas que hemos perdido por nuestro temor a experimentar y perseguir horizontes más amplios. Yo mismo me he visto, muchas veces, coartado por mi temor a la búsqueda de nuevas morfologías y presentaciones. Yo mismo he reducido mi pasión y mis ideas a una sucesión opaca de sustantivos rebuscados. Soy parte del problema, pero eso no significa que deba serlo para siempre. Ya aquí, aunque no sea una muestra de ello, he dado mi primer paso en la persecución de una identidad más específica.

He visto en pequeños retazos de creatividad lo mucho que se podría lograr dentro del nuestro mundo. Los he visto en otros, y los he visto en mí. Y sueño con un tiempo y un espacio en los que la ruptura de cualquier norma morfológica sea el combustible que hace girar el mundo. Pero todo lo que he mencionado se restringe al primer golpe, a la sala que antecede el espectáculo, como telón que vela por el escenario y a la obra que en él va a suceder. Hablemos, pues, de la obra en sí, o lo que es lo mismo, del cuerpo del texto.

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La jugada con el texto en sí es mucho menos habitual que el factor poético o transgresor que podría permear al título. Tanto en la ficción como en los textos divulgativos, la metamorfosis con el grueso de las obras es escasa; podemos mencionar, en el campo de la literatura, a Rayuela de Julio Cortázar, cuya trama se encuentra desperdigada entre sus páginas sin un aparente orden cronológico, y para que el autor añade un elemento más gráfico llamado ‘Tablero de Dirección’ que, u organiza el caos que es la narrativa del argentino, o no hace más que espesar un texto ya denso de por sí. Yéndonos más a la esencia de las letras, la literatura ergódica es un caballo que galopa a medio camino entre la narración interactiva (que no por ello lúdica) y la ludonarrativa, y cuyo exponente más conocido podrá identificar el lector si observa la imagen de portada de este mismo artículo.

Con textos sobre videojuegos, retomo a Hugo Gris, que en la revista cultural de divulgación Presura, publicó una pieza titulada El héroe como símbolo de unión. Notas de un viaje por la Hyrule de Breath of the Wild. En dicho artículo, el autor intercala una serie de anotaciones alusivas a los entornos y los pobladores de Hyrule, con una secuencia de razonamientos numerados que desgranan a un nivel más técnico la significación del territorio en el título de Nintendo, como unas notas de campo tomadas en la rapidez del terreno que más tarde fueran estudiadas en la tranquilidad del escritorio. Otro caso sería el de Ciclo de Raccoon City, escrito por mi compañero Santiago en la web Isla de Monos, en el que haciendo uso de un formato tipo novela de ficción, narra la extensa historia contenida entre Resident Evil 2 y 3. Finalmente, haciendo gala de un egocentrismo tímido, me permito citar un artículo escrito por mí al que me dio por llamar 10 Tristezas del escapismo ludoficcional; configurando el título como una especie de top, la propia secuencia numérica que va desarrollando el texto contradice a ese 10, porque lo que menciono en realidad son 24 cosas; el truco, claro está, es que solo 10 de esos números se corresponden a tristezas.

10 Tristezas del escapismo ludoficcional

Una opinión de Ricardo Guerrero

Existen manifiestos en cine y en literatura, y corrientes pictóricas enteras que se mueven bajo ciertas normas que, en un principio, eran transgresiones. Lo mismo podemos crear. Porque por más que nos empeñemos en engañarnos con lo contrario, la forma siempre va a repercutir en cómo percibimos el fondo; la apariencia nunca tendrá impacto directo en ningún discurso, pero sí en los receptores de tal, y desde esa simbiosis entre lo observable y los observadores se va construyendo una suerte de metadiscurso que trasciende al propio autor, y en casos excepcionales, al discurso en sí.

¿Qué podemos aprender de todo esto? Quizá el mismo aprendizaje que llevamos pregonando desde hace años; que el videojuego es un medio con identidad propia, y que en consecuencia, lo que se escriba y se diga sobre él, no debe estar supeditado a las reglas de otras disciplinas. Después de todo, el fuerte de la redacción sobre videojuegos está en internet, en las webs y los blogs, y eso nos da acceso a un mundo multimedia que podría ser más aprovechado. Tener como pilar principal la redacción es algo agradable, porque permite una expresión personalizada sobre una experiencia jugabilística individual, ¿pero por qué quedarnos en la letra? Existen las imágenes, como forma de narración visual; existen las canciones que podemos insertar para dar una atmósfera más acústica a los escritos; existen los giphs que tiñen de dinamismo al conjunto y también está el juego con las propias letras, el jugar con los colores, EL JUGar con el tAMAÑO, 

  1. EL
  2. JUGAR
  3. CON
  4. LAS
  5. LISTAS,

Bueno, creo que el mensaje se entiende. 

No estamos escribiendo para Luna de enfrente (Jorge Luis Borges, 1925), ni para el Washington Post; el apegarnos a la norma de otros medios, está bien, funciona, es lo efectivo, pero, ¿es lo interesante?

Ya di algunos ejemplos de manipulación morfológica del texto, pero ejemplos de manipulación a nivel de maquetación, de imagen y de sonido, no abundan especialmente. Lo que aquí acabas de leer no es más que puro espectáculo, henchido de vacuidad; un Michael Bay sin presupuesto de los artículos de videojuegos. Mi cadáver queda varado entre toda la pretensión de mis propias oraciones, pero tú puedes aprender de ese cadáver. Puedes recuperar su misión perdida, y puedes hacerla bien. Imaginar lo que se lograría si además del texto manipuláramos el contexto, me produce un escalofrío de los buenos.

Morfología