Preservando el bienestar del videojuego
El exclusivo siempre ha sido clave en la industria del videojuego. La batalla de consolas entre Nintendo y SEGA se libró entorno a dos personajes. La Gran N golpeó primero con Mario vendiendo la espectacular cifra de 40,24 millones de copias. Para la generación de los 16 bits, SEGA entendió que necesitaba una mascota para dominar el mercado. Como consecuencia de un concurso organizado por Hayao Nakayama, el presidente de la compañía, nació Sonic The Hedgehod. Al final de la vida de Megadrive, el erizo situó 15 millones de ejemplares. En los 64 bits, Sony hizo lo propio con Crash Bandicoot. Más tarde, Microsoft entró en el negocio sin una mascota propiamente dicha, aunque con exclusivos de peso como Halo o Gears of War. Pasan los años, pero la dinámica de lucha alrededor del exclusivo sigue vigente. Incluso parece más viva que nunca con el advenimiento de la nueva generación.
“Siempre estamos abiertos a adquirir nuevas desarrolladoras […], pienso que un fuerte crecimiento first party sigue siendo nuestra estrategia”. Son palabras de Phil Spencer a Stevivor, quién ante la falta de exclusivos de One (reconocida por él) planteaba esta nueva táctica. No son solo palabras, ahí están las compras de Compulsion Games, Double Fine, Ninja Theory u Obsidian. En un segundo plano se dejan los accesos anticipados a ciertos juegos en Xbox o los contratos para ofrecer contenidos descargables antes que la competencia. Spencer es consciente que una máquina puede tener toda la potencia que quieras, pero que sin juegos no es nada. Contar con una línea de títulos únicos es lo que te hace diferente, lo que te da un valor añadido respecto a los demás. Este era el punto débil de una compañía que parece inspirarse en su rival para encarar la nueva generación.
Uncharted, God of War, The Last of Us, Bloodborne o Spiderman son algunos de los referentes de PlayStation 4. Una gran variedad de exclusivos que Sony espera repetir con PlayStation 5. “El contenido exclusivo es el camino a seguir para mejorar”, decía Marco Saletta, responsable de la marca en Italia, en una entrevista a Twinfinite. Sony siempre ha tenido muchos estudios internos como Naughty Dog, Santa Mónica o Guerrilla. Pero no se deben relajar, de ahí la adquisición de Insomniac Games y la disposición de realizar más movimientos de este carácter, según señalaba Hiroki Totoki, director financiero de los nipones. Desde PlayStation saben que tienen que preservar su fortaleza. Es decir, la capacidad de ofrecer exclusivas, una consola potente y un flujo constante de third parties.
Precisamente es en este último punto donde Nintendo falla, si bien es cierto que con Switch ha habido una mejora respecto a Wii U. Los de Kyoto son el ejemplo más claro de la importancia de los exclusivos en un catálogo. Cuando te compras su consola no piensas en FIFA o Assassin’s Creed ni en la potencia. Solo quieres volver con Mario, Link o Donkey Kong. Su estrategia no se vislumbra por las declaraciones de sus mandamases o la compra de empresas, sino que ya es palpable. El top 10 de juegos más vendidos de Switch está conformado por exclusivos de Nintendo. Aparecen Mario Kart 8, Super Smash Bros, Super Mario Odyssey o Breath of the Wild. Sus cifras de ventas son muy altas: 22, 17, 16 y otra vez 16 millones respectivamente. Son títulos únicos que no encuentras en ninguna otra plataforma y que justifican la compra de Switch.
Las fabricantes de hardware están apostando por la misma línea.
Esto quiere decir que habrá más diferencias entre las máquinas. La compra de Ninja Theory nos privará de ver sus títulos en PlayStation, mientras que la de Insomniac Games producirá el mismo efecto en Xbox. Nunca podremos jugar a un Donkey Kong en las otras consolas. En definitiva, crecerán las desigualdades entre la comunidad. No es justo que tú puedas jugar a ese juego y yo no solo por el hecho de tener productos diferentes. Hay que pensar que no siempre podemos comprar todo lo que queremos. Si estuviéramos unidos el mundo sería mejor. Estos pensamientos no dejan de tener su parte de verdad, más son simplistas. Están hechos en caliente. Si nos paramos a pensar un poco nos daremos cuenta de que los exclusivos son una fuente de bienestar para los videojuegos.
En caso de no haber juegos propios para cada plataforma tendríamos un serio problema en cuanto a la naturaleza del mercado. Sin estas obras la elección de un sistema se vería reducida a aspectos técnicos como la potencia o las infraestructuras del juego en línea. En este supuesto, las corporaciones más poderosas saldrían beneficiadas, ya que su tamaño les permitiría invertir más recursos que sus competidores. Microsoft sería una de estas empresas. Ahora mismo el éxito no solo se fía al I+D en el aspecto gráfico y técnico. Necesitas conocer el videojuego, refinar mecánicas y plantear nuevas aventuras. Sobre este terreno las dos empresas japonesas son rivales duros. Pero ante los 39.240 millones de facturación de Redmond, tanto Sony con 7.363 millones y Nintendo con 1.558 millones no tendrían nada que hacer. No sabemos si esto repercutiría en un monopolio, pero es seguro que la competitividad se vería reducida.
El otro punto mermado sería la originalidad de las experiencias. Nos faltarían esos juegos que exploran los límites de una máquina concreta. Monolith Soft no podría haber realizado el milagro técnico de Xenoblade Chronicles en Wii en un desarrollo multiplataforma. Hubieran tenido que diversificar el trabajo y seguramente habrían optado por hacer una simple adaptación. Lo mismo hubiera pasado con el primer Crash Bandicoot. En una entrevista a Ars Technica, Andy Gavin, cofundador de Naughty Dog, explicaba que hackearon PlayStation para almacenar más animaciones del personaje y que utilizaron el CD en vez la RAM para cargar los niveles. Semejante virguería técnica no hubiera sido posible al trabajar en varios sistemas. También se nos hubiera privado de propuestas jugables como la de Metroid Prime 3. A parte de las versiones de PS3 y 360, Retro Studios tendría que haber hecho un juego nuevo adaptado al Wiimote. Demasiado quehacer en un desarrollo que hubiera sido larguísimo y costoso y, por lo tanto, improductivo. Sobre esto últimos charlaba con mi compañero y desarrollador de videojuegos Pedro P. Fernández. Me comentaba que desde su experiencia centrarse en una solo máquina facilita el trabajo. “Está todo mucho más acotado y puedes ajustar muchas cosas a las especificaciones concretas de la máquina”.
Propuestas únicas
Eso son los exclusivos. Uncharted 4, Breath of the Wild o Halo. Lanzamientos posibles en un formato multiplataforma que nunca llegarían a ese nivel de ambición. No se podría pensar en exclusiva para esa consola y con ello plasmar ideas exclusivas en ella. Los estudios no podrían exprimir la máquina como hace Naughty Dog o Retro Studios, desarrolladores internos de las distribuidoras de hardware cuyos conocimientos sobre las características del sistema son amplísimos. Así pues, es vital que Nintendo, Sony y Microsoft sigan este camino para que los jugadores gocemos de una variedad de propuestas. En esta dinámica cada compañía se esfuerza por atraer al cliente de formas distintas. Se retroalimentan y nos traen sus mejores creaciones. El punto negativo de todo esto es que no podemos jugar a todo. Sea por tiempo o por falta de dinero. No obstante, creo merece la pena que los exclusivos sigan existiendo con tal de instaurar una industria más innovadora.