El final nunca es el final
Han sido tiempos raros. Estamos en medio de una pandemia a nivel mundial y en muchos países se ha establecido cuarentena, estado de emergencia, etcétera. Y podríamos hablar durante horas de lo malo que es para la sociedad, la economía y demás o, como sujetos antisociales que somos, aprovechar de hablar sobre juegos que nos hayamos dejado en el tintero por una razón u otra a través de los años. Que entre la falta de tiempo y la extensa variedad de juegos que ya no solo existen, sino que además puedes obtener a través de un servicio de suscripción de un buen costo (claramente no hablo de Stadia) o bien gratuitamente, gracias a diversas campañas para pasar la cuarentena en casa jugando, como lo ha hecho itch.io y GOG.
Una compañía que lleva ya adelantada su tarea en cuanto a juegos gratuitos es Epic Games, la cual a través de su tienda digital lleva ya más de un año entregando semanalmente al menos un título gratuito. Y esta semana, a partir de ayer jueves, fue el turno de Watch Dogs y The Stanley Parable. Uno es un juego que marcó una época, un antes y un después y demostró que todavía se pueden hacer cosas diferentes en el medio y aún así tener éxito comercial… y el otro es un juego de Ubisoft.
Un juego difícil de recomendar
Cuando me apresuré a obtener The Stanley Parable de forma gratuita en Epic Games Store (a pesar de ya tenerlo en Steam, porque soy maníaco) no pude evitar ver el tráiler de promoción en su página correspondiente. Los primeros segundos aparece una cita de RockPaperShotgun en la que dicen “Es brillante. ¿Por qué? Eso lo arruinaría. Sólo tendrás que confiar en mí“. Y si bien para alguien a quien legítimamente le interese el juego y no sepa de qué va esto le puede parecer algo molesto, puedo decir, como un jugador que entró completamente ciego a la experiencia, es que lo mejor es hacerles caso y solo darle la oportunidad. Entre menos sepas de The Stanley Parable, más posibilidades tendrá de sorprenderte.
¿Aún no estás convencido? Si lo estás o aunque sea parcialmente, te diré por última vez que vayas y descargues el juego, que está gratis y corre en cualquier tostadora. Para quienes sigan sin convencerse de que el juego merezca los megas que pesa la descarga e instalación, les trataré de explicar un poco de qué va la historia siendo lo más vago posible.
En The Stanley Parable encarnamos a un oficinista quien trabaja pulsando teclas frente a un ordenador todo el día (vaya si no nos sentimos todos identificados), guiado por una voz que le indicaba qué teclas pulsar, en qué orden y por cuánto tiempo. Esta era la vida de Stanley, el protagonista, quien era feliz con lo que hacía. Hasta que, un día de pronto, ya no le llegaron más órdenes y todos en la oficina habían desaparecido. De todo esto nos enteramos a través de la voz en off del narrador, quien juega un papel clave en la historia. A partir de este extraño suceso, comenzará la historia de Stanley y del narrador, quien irá relatando todas las acciones que tomemos en los zapatos del protagonista y se irá modificando a medida que elijamos hacer las cosas tal y como él las describe o no. Derivando en situaciones de todo tipo, humorísticas, dramáticas e incluso algo aterradoras.
Finalmente, el juego más allá de ser atractivo mecánicamente (que no lo es, es poco más que ir caminando de un lugar a otro) presenta una historia novedosa, contada de una manera tal que solo un videojuego podría contarla y donde las decisiones del jugador tendrán repercusiones minuto a minuto en la travesía. Diría más, pero la verdad es que ya dije mucho más de lo que desearía y, sinceramente, espero que quien no haya jugado a The Stanley Parable aún, no haya pasado de mi advertencia inicial.