Un vendeconsolas
Desde su nacimiento en 1992, Mario Kart es una de las sagas más importantes de Nintendo. Es curioso que un spin-off consiga casi los mismos registros en ventas o más en las distintas generaciones. En Super Nintendo se colocó como el cuarto juego más vendido y en Nintendo 64, GameCube y Wii fue el segundo. Ahora disponemos de la versión completa de Mario Kart 8 para Switch, aunque en este tributo me centraré en la edición original. Un título que en su salida en 2014 levantó las mismas expectativas que sus entregas pasadas. De hecho, fue uno de los pocos momentos donde se vio que Wii U podía vender y que generaba ilusión. La campaña de marketing fue muy buena al regalar títulos digitales como Wind Waker HD o Pikmin 3. Mario Kart 8 se convirtió en el juego más vendido del sistema y en uno de sus mejores exclusivos.
Impacto visual
La saga siempre ha sido muy atractiva visualmente ya que el universo Mario goza de un diseño artístico muy colorido. Sus objetos, circuitos y todos sus personajes. Sin embargo, hasta la salida de esta obra tenía una cuenta pendiente: el rendimiento gráfico-técnico. Mario Kart 8 supone un hito dentro de la historia del arcade de carreras. Es el primer juego en alta definición, y se nota. Ver a toda la tropa en alta definición me flipó mucho y lo sigue haciendo. El principal valedor de esto es una iluminación que deja estampas espectaculares, la recreación de los personajes y circuitos, y efectos visuales como los provocados durante el modo antigravedad. El mundo está vivísimo gracias a esta amalgama en la que solo fallan unas texturas de resolución un pelín baja. Pero ni te fijas al ir tan rápido con tu vehículo.
Este impacto se traslada a la cuestión técnica. Es increíble como se mantienen los 60 fps ante semejante despliegue gráfico tratándose de la consola que es. Incluso en el multijugador de dos jugadores se repite la tasa. Esto es sorprendente, sobre todo en comparación con otros representantes del género. Crash Team Racing Nitro-Fueled en PlayStation 4 y Xbox One solo es capaz de llegar a 30 fps. En este punto, no hay que olvidarse de las animaciones. Todo se mueve de una forma suave, desde los caparazones que lanzamos hasta el bigote de Luigi. Sostener la fluidez resulta básico en las carreras con tal de ofrecer una buena sensación de velocidad y Mario Kart 8 lo consigue siempre.
Antigravedad
Otra de las novedades de la obra reside en su jugabilidad. La antigravedad no es solo un recurso publicitario ni un elemento gráfico llamativo, ya que influye de pleno en el transcurso de las carreras. Cuando entramos en las zonas antigravedad el control cambia. Se vuelve más deslizante. Varían las físicas de choque, que al contrario que en el “modo normal”, nos proporcionan un acelerón al tener un encontronazo con nuestros adversarios. También influye en la concepción de los circuitos. Tenemos las nuevas versiones del Circuito Mario o del Castillo Bowser, revisiones de escenarios pasados y localizaciones nunca vistas. Todas ellas se ven empapadas de una antigravedad que hace los trazados más complejos y verticales. Es de aplaudir que en un saga tan establecida, que ya había incorporado mejoras como las carreras acuáticas, Nintendo apueste por esta nueva dimensión que dota de más variedad a las partidas.
Las nuevas magnitudes no se acaban ahí. Aparece por primera vez un modo 200cc muy distinto a lo visto en las categorías de 50cc, 100cc y 150cc. La mayor velocidad te obliga a cambiar tus trazadas y a hacerlas más largas; en fin, que te tienes que aprender otra vez todos las pistas. Esta modalidad rompe un poco la sensación de velocidad mucho más pausada de las últimas entregas. De hecho, parece una vuelta a Super Mario Kart y una aproximación a la competencia de Beenox y Activision. Por lo que resta del apartado jugable, se potencia la personalización de las motos, los karts y los inéditos quads. Mientras, los nuevos objetos como la planta piraña ahondan aún más en la diversidad del juego.
Espacio clásico
En Mario Kart 8 también hay espacio para lo tradicional. El juego se estructura en base a un modo de un jugador, un multijugador local y el online. Por un lado, para desbloquear todos los circuitos, personajes y vehículos es necesario ganar las copas de la disciplina individual. Una que puede ser aún más extensa si disponemos de las expansiones lanzadas. Por otro lado, el local nos permite jugar carreras VS u organizar torneos, algo que se traslada a la vertiente en línea. Hay que destacar lo bien que funciona este modo por lo que respecta a la conexión. Y es gratis, cosa que no se puede decir de la versión Deluxe. A parte, vuelven las melodías animadas, muchos personajes conocidos y el modo batalla.
Es precisamente en estos dos últimos elementos donde el título falla. La plantilla de personajes no es mala, solo que se hace repetitiva por culpa de los koopalings o las skins de Peach de Oro y Mario de Metal. No tanto por su diseño, que mola bastante, sino porque su inclusión supone dejar fuera a corredores reconocidos como Diddy Kong o Bowsy. Esta debilidad se subsanó un poco con la llegada de Link, el Aldeano, Canela y Bowsitos en los DLC. El otro defecto es aún más incomprensible. El modo batalla, siempre jugado en arenas, pasa a disputarse en los mismos circuitos sin modificación alguna. Esto hace que las batallas sean repetitivas, ya que solo puedes ir hacia adelante o hacia detrás. No se sabe el porqué de esta decisión, aunque parece que fue cosa de las situación de una consola en peligro. Había que sacar cuanto antes el vendeconsolas.
Mario Kart 8 fue, y sigue siendo (bajo la etiqueta Deluxe en Nintendo Switch) un juegazo. Un juego que te deja impactado por su puesta en escena. Que te tiene pegado al mando con la mayor cantidad de circuitos vistos en este arcade. Y que por fin establece una estructura online bien cimentada. Inclusive mejora la jugabilidad con el añadido de la antigravedad. La pena es que falla en dos materias relevantes como son el modo batalla y los personajes. Pese a eso, es el Mario Kart que más me ha gustado. No obstante, no lo considero el definitivo porque tiene unas facetas en las que mejorar y que otros juegos anteriores desempeñaban mejor. Parece ser que con la versión de Switch sí que estaríamos ante el juego total. Pero eso ya sería otro tema. De lo que estoy seguro es que kartucho o kartocho es inagotable, impactante y que supone el refinamiento de la saga en cuanto a jugabilidad.