El alcance de una comunidad
Si algo tienen los videojuegos, más allá de la variabilidad de las tendencias y modas, es la poca certeza de saber la reacción de una comunidad de jugadores. Lo que resulta especialmente complicado en un juego que deba actualizarse continuamente o en un juego con una componente online que requiere la colaboración de los jugadores. Es fácil pensar que la predisposición de unas reglas son suficientes para que dicha colaboración acabe teniendo lugar tal y como se tiene pensado. La idea de que lo colectivo absorbe la disparidad de las intenciones individuales, como podría ser la intención de un jugador por comprobar todas las barreras infranqueables de un nivel, no se aplica a los videojuegos. Los jugadores, en contraparte de las compras impulsivas, distan de comportarse como un rebaño guiado y en muchas ocasiones, la libertad imperativa de poder hacer lo que venga en gana lleva a los comportamientos más trolls o irreverentes que uno pueda imaginar.
Por ello, no es de extrañar que alguien como Hideo Kojima no tuviera en mente que uno de los elementos más utilizados en Death Stranding: los vehículos, pudieran utilizarse para minar la travesía de los demás jugadores. El hecho de que los vehículos, al igual que las estructuras, permanezcan en el tiempo y puedan compartirse como una huella de la partida de otro jugador puede provocar grandes problemas bloqueando el paso a determinadas zonas. Por ejemplo, el refugio llamado Cosplayer, en el que aparece el personaje de Conan O’Brien, puede ser bloqueado debido a que la entrada de acceso está esculpida en una zona montañosa muy estrecha. Tras una larga caminata, encontrarse un vehículo ocupando la entrada y no poder entregar el paquete a no ser que lleves un lanzacohetes, no es plato de buen gusto. Tal es la gravedad del asunto, que algunos jugadores afirman en el subreddit de Death Stranding que sólo han podido entrar una vez en 70 horas de juego. En otros lugares, los vehículos han cortado carreteras o han impedido el acceso a ciertas escaleras. Incluso han llegado a formar extrañas construcciones que rompen la física y la intencionalidad del juego. Siendo una petición recurrente por los jugadores, desde Kojima Productions han confirmado que la opción de poder desmantelar vehículos se añadirá en el próximo parche.
Por otra parte, un aficionado apodado ilya_boo ha compartido en el subreddit de Death Stranding su colosal y solidaria tarea en el universo del juego. Él solo ha construido una enorme carretera de 40 tramos. Esto supone una gran cantidad de materiales y de tiempo para transportar todas esas cajas hasta a los diferentes tramos de asfalto. Esa labor de hormiga ha sido aplaudida en el foro de reddit donde otros han comentado también sus logros personales. Siempre que un juego permita el propio desarrollo personal puede dar lugar a realizar tareas introspectivas y solidarias, amparándose en su inmersión y su faceta relajante.
Estas situaciones son las dos caras de una misma moneda. Los usuarios ya han demostrado ser muy solidarios, como por ejemplo en los pequeños nichos de juegos con dificultades donde hacen fuerza siendo pocos o juegos que exigen una gran coordinación y cooperación; y también ser dignos de estudio por las ocurrencias mezquinas como por ejemplo cuando una epidemia se propagó por WoW y constituyó una simulación realista de una pandemia a escala global. La cuestión es que todo ello escapa a la mente de los diseñadores y suponen un punto interesante en cómo un videojuego puede ayudarnos a entender mejor la complejidad de las relaciones sociales. Todo ello en base a unas reglas y herramientas dadas lo supone un aliciente para la creación de futuros videojuegos que aspiren a recrear estructuras sociales donde quizás lo más importante sea compartir experiencias únicas y especiales con los demás. Teniendo en cuenta la historia de los videojuegos, Hideo Kojima no reinventa nada con su mensaje, pero sí vuelve a poner en el punto de mira algo que estábamos pasando por alto: la desconexión entrópica que creemos padecer.