"Do you like hurting other people?"
Últimamente se ha hablado mucho sobre la violencia en los videojuegos y su impacto en la sociedad, con los más pequeños de la casa en mente, principalmente. Y con últimamente me refiero desde 1993 (con la salida de DOOM) hasta la fecha, aunque es cierto que el medio ha estado más en la palestra dados los tiroteos masivos ocurridos en Estados Unidos en los últimos tiempos. Por suerte, Walmart ha decidido no promocionar videojuegos violentos. Ya sabéis, para que las mentes de los niños no se corrompan mientras sus padres compran rifles de caza junto a las verduras. Sarcasmo aparte, la violencia en los videojuegos ha estado presente a través de casi toda su historia, en mayor o menor medida. Pero pocos son los títulos que, además de llevar la bandera de la violencia con orgullo, son capaces de crear una crítica social de peso al mismo tiempo, y ese es el caso de Hotline Miami.
Junto a coloridos destellos y números vistosos, el aspecto visual del juego entrará cual droga a través de vuestra vista.
El opus magnum de Dennaton Games es un twin-stick shooter en perspectiva cenital ambientado en unos violentos años 80, donde una mafia rusa controla la ciudad y unas extrañas llamadas telefónicas ordenan a nuestros protagonistas realizar matanzas en diversos lugares sin ningún motivo aparente. Pero la verdad es que de la historia no os quiero hablar demasiado porque, por una parte es complicadísima de dar a entender y, por otra, es mejor que os enfrentéis al título pensando en que sólo vas a matar, que también, pero para que luego no veáis venir las bolas curvas que os irán lanzando ambos títulos, aunque el primero con una sutileza más marcada que el segundo.
Mucho he hablado del Game Flow y, si hay un juego perfecto para entrar en la zona, es Hotline Miami. Bastan unos cascos, tomar los controles y comenzar a acumular puntos matando a enemigo tras enemigo que, junto a coloridos destellos y números vistosos, entrarán cual droga a través de vuestra vista y os quedaréis colgados del juego. Y es que ambos títulos precisan de una curva de dificultad muy elevada, sí, pero la muerte -la cual veréis venir en centenares de ocasiones- tiene un bajo precio, basta con apretar un botón y vuelves a la acción, retrocediendo sólo hasta donde comenzaste el piso, que es como Hotline Miami trata los puntos de control dentro de un nivel. Aparte, los enemigos caen con la misma facilidad que el protagonista de turno, lo que hace que, siendo riguroso y metódico, pocas o nulas serán las muertes causadas por meras injusticias.
He de reconocer que es en la segunda parte donde tuve más problemas a la hora de morir cuando, quizá, no debía hacerlo, ya que en éste los escenarios tienden a ser más grandes y las amenazas pueden estar fuera de pantalla y verte mientras tu no a ellos. Sin embargo, estos casos son lo de menos y con el simple hecho de pulsar un botón, se puede expandir la vista más allá de lo que da la cámara, reduciendo dramáticamente este problema. Ambos juegos son muy parecidos entre sí, pero no al punto de sentirse idénticos. Cada uno tiene su propia marca que los delinea claramente, sin perder el sello Hotline Miami, tan único y característico. El primero sigue una historia, aparentemente, mucho más lineal, con una trama debajo de muchas capas de sangre, drogas y lapsos mentales mientras que el segundo os presentará desde el principio ciertos efectos de la ultraviolencia tan característica de estos títulos junto a una historia narrada desde diferentes perspectivas y en diferentes épocas. Y aquí es donde este aspecto se vuelve algo más serio, tocando temas como el abuso del poder policial, las agresiones sexuales, el racismo… entre otros tópicos que el juego no duda en tocar sin el más mínimo recelo.
Aún así, sigo prefiriendo la primera entrega. Primero porque, si bien está un poco menos pulido en el apartado jugable, su diseño de niveles está pensado para sacarle el máximo provecho a su jugabilidad, concentrándose en pasillos estrechos, cuartos cerrados y muchas esquinas, las que podréis y necesitaréis usar a vuestro favor si quieren sobrevivir en el violento Miami que aquí se os presenta. Y segundo, porque no hay mayor momento de triunfo y de derrota a la vez que cuando aparece el primer mensaje de nivel completado y la música se detiene y debéis caminar desde donde mataste al último humano todo el camino de vuelta, viendo la consecuencias de tus actos reflejada en pozos de sangre y sesos derramados por los pisos. Esto es Hotline Miami.
La ultraviolencia como acusado y defensor
Si juntara todas las veces que he hecho referencias a Hotline Miami dentro de otros artículos en esta web, seguramente saldría un artículo más largo que este análisis y es que, si bien estos títulos no serán del gusto de todos, sí juegan con sus pocas cartas con una maestría tal que es digna de reverenciar y, ojalá, de imitar o de usar de fuente de inspiración para otros títulos. Ya hubiese querido que un título como el DOOM de 2016 hubiese sido tan brutal como Hotline Miami, sin detenerse a dar explicaciones sobre portales demoniacos y una fuente de energía para la humanidad que no terminó interesándole a nadie y, simplemente, pasarte un arma y dejarte divertirte. Después de todo, disfrutamos haciendo daño a otros, ¿a que sí?