Otro episodio más de micropagos
Lo que todos temíamos se ha convertido en una realidad. Las cajas botín han llegado para quedarse, y si bien para algunos es una pesadilla, para otros parece ser una bendición, tal como afirma un representante de Ubisoft en Steam. La respuesta de Ubisoft ha llegado a partir de una polémica con el videojuego Trials Rising, una nueva entrega de la saga de acrobacias y motociclismo, ya que tendrá micropagos y cajas de botín de carácter cosmético.
Ubisoft se ha justificado afirmando en varias ocasiones que las cajas de botín son puramente cosméticas. ¿Cuál sería el problema entonces? Bueno, no vamos a decir nada nuevo, ni descubrir algo que no se sepa: la razón existencial de un videojuego no es entretener a los jugadores. La principal razón es hacer beneficio de un negocio a través del entretenimiento y eso conlleva realizar juegos que atraigan al público y resulten divertidos de jugar. Por tanto, que el juego sea negocio es bueno para todos porque nos afecta recíprocamente. No hay que confundir el deseo de que el negocio vaya bien con admitir todo tipo de atrocidades en el juego. Para los jugadores, siempre debemos priorizar en que la finalidad primera sea siempre el entretenimiento antes que el negocio.
El problema radica en que las cajas de botín supone hacer un negocio que no necesariamente implica jugar en el término de jugar a un videojuego, sino que nos acerca más al concepto de jugar a una máquina de tragaperras. Si al videojuego le quitamos la parte jugable nos quedamos con algo más parecido a una caja sin fondo que un videojuego. Nadie querría comprar una caja así, sólo aquellos que ya sean adictos al juego de azar o se vean encandilados por la maquinaria de marketing siendo fuertemente influenciables. Lo que hace que indirectamente el marketing cobre un peso cada vez mayor como está sucediendo, dejándose otras cosas más “triviales” como el gameplay para antes o incluso después del lanzamiento del videojuego. Las ideas orquestadas por esta situación ante la predisposición de los jugadores surgen por sí solas. Todo vale en los micropagos y cajas de botín, incluso si nos olvidamos de que estamos haciendo un videojuego. ¿Sería eso posible?
Según Ubisoft las cajas de botín son una gran bendición para la industria convirtiéndose en algo decisivo en el diseño de futuros videojuegos. Esto es hasta cierto punto entendible ya que el coste de producciones triple A es cada vez mayor (con muchos matices). Aunque recogiendo estas palabras de Ubisoft, somos conscientes de que el planteamiento base de los futuros videojuegos partirá de lo más o menos fáciles que sean para introducir micropagos o cajas de botín. De esta manera, directamente podríamos excluir los juegos en primera persona… ¿quién querría comprar un cosmético si no puede verse así mismo? También ocurriría algo parecido con los videojuegos sin modalidad online… ¿quién querría comprar un cosmético si nadie lo va a poder ver? Si el negocio pasa por las cajas de botín, quedarán excluidos miles de juegos sólo por género y temática, solo por no ser aptos para micropagos y cajas de botín.
Todos estos problemas ya los genera por sí solo los micropagos basados únicamente en cosméticos. Como veis, no hay nada sano si partimos de que el videojuego será sólo la carcasa de una máquina tragaperras. Aunque lo peor estará por llegar. ¿Qué pasará con las pequeñas “ayudas” al juego que se venden en los micropagos? ¿Hasta qué punto es una ayuda menor o mayor? ¿Es un pay-to-win? No hay ninguna regulación al respecto. Y si bien cualquier otro producto sigue unas pautas en su compra y venta, en el videojuego hay vía libre para todo tipo de fechorías. Afortunadamente en algunos países están empezando a tomar cuenta de ello regulando la presencia de las cajas de botín, pero creemos que aún queda mucho terreno por delante en sistemas de progreso enrevesados que implican algún tipo de aleatoriedad con el dinero real. El conjunto de sistemas, ya conocido como monetización de un videojuego, es objeto de estudio por los expertos para sacar el máximo provecho de ello.
A veces es difícil caer en el aspecto pay-to-win de un juego hasta que no llevemos horas jugando, como sucede habitualmente en algunos free-to-play para móviles. Lo que sí es fácil es advertir de que en este ámbito poco importa el videojuego si llega a ser lo bastante adictivo. De hecho, lo habitual es entorpecer el propio progreso del videojuego con lapsos de niveles sin misiones, muros de lore en versión de micropagos o directamente con contenido bloqueado, sólo desbloqueable con dinero real o dedicando cientos de horas que pueden superar la propia vida humana y planetaria. Entonces pueden decirte que el juego está diseñado así para que desbloquees sólo parte del juego. Si el juego no es free-to-play entonces es cuando toca pedir parte del dinero pagado por ese videojuego.
Ya no será suficiente con no comprar micropagos. Si el juego que los contiene pasa por caja una vez, los micropagos serán un añadido que no les perjudica y que repercute en un beneficio mayor. Incluso ya suceden casos donde conocemos el contenido posterior al lanzamiento mucho antes que el propio videojuego.
DLCs vendidos por microtransacción pocos meses después del lanzamiento que obviamente formarían parte del juego si los DLCs no se hubieran inventado ya. De hecho, los juegos que mejor albergan los micropagos han llegado a un punto en el que carecen de profundidad. En mi opinión, la falta de profundidad en muchos videojuegos está provocando el hastío hacia los videojuegos de toda una generación que ha vivido con ellos. Juegos sin pulir, con falta de contenido o pesados sistemas de progresión que no son frutos del juego por su dificultad, sino de los micropagos y cajas de botín. Sin duda, no es un panorama alentador porque muchas de las empresas no logran comprender todos estos puntos o no tienen la capacidad de diseño para implementar correctamente las cajas de botín o micropagos. Puestos a ser una realidad ineludible, unas pautas o reglas en la implementación de cajas de botín o micropagos podrían ayudar a la evolución de los videojuegos sin ignorar la parte jugable por la que todos disfrutamos. En ese sentido, como si de un videojuego post-apocalíptico o de supervivencia se tratase, tendremos que confiar en nosotros mismos en pos de no confiar en nadie más. Y por ello, doy fe en los jugadores porque si algo positivo tiene el creciente poder de las masas es poder reivindicar con fuerza los videojuegos por diversión y alejar los hábitos de ludopatía a un público tan vulnerable como los niños y los más jóvenes.