La muerte como justificación del prueba y error
Kitty Calis, Jan Willem Nijman, Jukio Kallio & Dominik Johann son las caras visibles (o quizás no tan visibles) detrás del desarrollo de Minit. Cuatro desarrollladores muy diferentes entre sí, que en ningún momento se han visto en la necesidad de ampararse bajo un mismo lema, eslogan o marca – utilizando en todo momento sus propios perfiles de Twitter como portfolio y formulario de contacto -, pero que no por ello han dejado de trabajar durante muchos meses en perfecta sincronía para sorprendernos, en el día de hoy, con uno de los mejores juegos independientes que un servidor ha probado en lo que va de año (que no es poco).
Dicho éxito no debería de sorprender a nadie. Pese a lo que a priori pueda parecer, las cuatro mentes pensantes responsables de este producto no conforman un estudio independiente más, con buenas ideas y pocos recursos, sino un equipo repleto de expertos creativos con un amplio bagaje en el sector. Kitty Calis, sin ir más lejos, ha trabajado en una superproducción como es Horizon: Zero Dawn, mientras que Jan Willem Nijman es, tal y como reza su biografía de Twitter, el 50% de Vlambeer, aquel estudio tan fresco que hace no demasiados años lanzó el único y sobresaliente Nuclear Throne. La unión hace la fuerza, y el hecho de juntar a estos cuatro elementos ha resultado, como no podía ser de otra manera, en una experiencia que, no exenta de fallos, ningún jugador se debería de perder.
Quizás lo que lo haga tan necesario, tan fácilmente recomendable, sea su mero concepto, la premisa de la que parte. En Minit, tal y como su nombre sugiere, deberemos de superar diferentes puzles esparcidos por una misma isla en menos de un minuto. Una vez el contador, ubicado arriba a la izquierda, llegue a cero, nuestro protagonista desfallecerá, viéndose trasladado al último punto que haya establecido como hogar. Este bucle infinito estará motivado, nada más y nada menos, que por la espada maldita, una excusa argumental que, no obstante, dará lugar a un trasfondo sólido, siendo el punto de partida tanto de la trama como de la jugabilidad.
Por suerte, cada vez que reiniciemos nuestra búsqueda no partiremos de cero. En primer lugar, guardaremos nuestros propios recuerdos, puliendo nuestra técnica a base de errores y conociendo de antemano dónde debemos de ir en cada momento. Por otra parte, mantendremos aquellas pertenencias que hayamos recogido antes de la tragedia, al igual que ocurrirá con los avances realizados en el territorio, que, una vez realizados, pasarán a ser un factor inmutable en la amplia mayoría de las ocasiones. Verse trasladado al punto de partida en un momento crucial puede llegar a ser bastante molesto, pero dicha pérdida se hace menos amarga cuando sabes que tu tiempo no ha sido del todo perdido.
En este sentido, he de decir que Minit llegó a nuestros PC, PS4 y Xbox One en abril de este mismo 2018. Personalmente, pese a poseer dichos sistemas, preferí esperar a disfrutarlo en Nintendo Switch, plataforma a la que, pensaba, se adaptaría como un guante. No estaba equivocado, pero tampoco acerté de pleno. Minit es uno de esos juegos que hay que pasarse del tirón, o, en su defecto, en tramos muy continuos entre sí, pues constantemente juega con la mente y la memoria del jugador, poniéndola a prueba en numerosas ocasiones y haciéndonos complices, indistinguidamente, de sus propias mecánicas.
En ocasiones, menos es más, y el juego que hoy tenemos entre manos es una clara prueba de ello.
Por todo esto, no me tiembla el pulso a la hora de escribir sobre el ingenio y la inteligencia que porta Minit, pues con escasos recursos monta, en cuestión de segundos, un circo del que nos es muy difícil escapar.
La relevancia de sus bases jugables es tal que se alza como el principal motivo por el que deberíais de plantarle cara a la entrega. No obstante, tampoco es el único, pues el título, independiente de su humilde procedencia, guarda muchas virtudes que esperan ser descubiertas por el usuario más curioso. Una de las más explícitas se puede hallar en una dirección artística que realmente no resulta innovadora ni impactante, pero que, como Downwell, opta por la vertiente de los 8 bits para ofrecernos pequeños escenarios con decenas de triquiñuelas visuales. Los efectos sonoros, justos y escasos, son de calidad, y contribuyen a la elaboración de la atmósfera, acompañando realmente bien lo que vemos en la pantalla. Nada de lo relativo al apartado audiovisual es mínimamente memorable, pero, una vez más, vuelve a utilizarse de una forma que sí aspira a serlo, configurando todo un único ser que deja patente la simbiosis entre sus creadores.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno
Minit es, definitivamente, algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados, y precisamente por ello vale su precio en oro. Una aventura simple, divertida y añeja que va de cara desde el minuto uno, lo cual se agradece y recompensa conforme avanza su desarrollo. No es, por tanto, un videojuego que vaya a trascender por su historia o por sus posibilidades jugables, ni tampoco por su peculiar (aunque poco original) acabado artístico, pero sí que puede presumir de ser una experiencia intimista, inteligente y alternativa, capaz de dejar una pequeña huella en todo aquel que se ponga a sus mandos.
Porque, como The Legend of Zelda, Minit es una aventura con todas las letras, que, sin siquiera buscar la excelencia, la acaba encontrando en sus momentos más álgidos; en ese preciso instante en el que salimos de nuestra casa una vez más para darnos cuenta de todo lo que acabamos de hacer en tan solo un minuto.
Esta review ha sido realizada con una clave para Nintendo Switch cedida por Cosmocover.