Error de planteamiento desde el principio
Tras un primer año espectacular en todos los sentidos para Nintendo Switch, sin demasiados problemas técnicos, con múltiples títulos de gran calidad y un ritmo de ventas estratosférico, es evidente que Nintendo no ha podido mantener en este segundo año de vida de la consola, por lo pronto, pasando de títulos como The Legend of Zelda: Breath of the Wild, Super Mario Odyssey o Xenoblade Chronicles X a remakes de juegos de Wii U como Donkey Kong Tropical Freeze, Hyrule Warriors o el más reciente Captain Toad Treasure Tracker. Y como ya dejó claro en su conferencia del E3, Super Smash Bros. Ultimate es su gran (y al parecer, única) baza para lo que queda de año, tal vez junto a Pokémon Let’s GO Eevee y Pikachu, pero simplemente por planteamiento me parece injusto igualar a ambos títulos al mismo estatus.
El problema es, después de ocupar 27 de los 45 minutos de duración que tuvo el Nintendo Direct con motivo del E3 de 2018, ¿es realmente necesario otro evento acerca de un título del que ya conocemos multitud de detalles?
Además de la fecha de lanzamiento (7 de diciembre del presente año), y la presencia de todos los personajes que aparecieron previamente en la saga como luchadores junto a algunas novedades, también conocemos detalles de corte más técnico, como novedades acerca de los ataques de cada personaje (así como los combos, donde el sello de Bandai Namco se hará notar, como colaborador en el desarrollo), así como las sensaciones de gente que lo ha podido probar, resultando en una evolución de la entrega que ya vimos en Wii U pero que no llega al punto de revolucionar la saga, a pesar de que el motor del juego ha sido creado expresamente para esta entrega. Conociendo ya multitud de detalles, faltando algunos extras como escenarios u objetos, no me queda clara la estrategia de Nintendo respecto al título, queriendo exprimir la oportunidad de mostrar cualquier tipo de contenido, por pequeña que sea la cantidad, aunque esto suponga lanzar el juego sin sorpresa alguna para el público final.
A esta extraña estrategia comercial para generar expectación acerca del gran lanzamiento para la campaña navideña hay que sumar el propio desgaste de la saga, no por su ritmo de lanzamientos sino por el mantenimiento de una misma fórmula a lo largo de casi 20 años, que a pesar de introducir novedades y cambios en cada nueva entrega, son solo realmente palpables para los jugadores más dedicados que explotan al máximo las posibilidades de cada combinación de personajes, escenarios, ayudantes…
Este agotamiento no se limita solo a la saga, al igual que ha sucedido con otras licencias importantes de la industria, sino también al equipo que está detrás del proyecto, y en especial, su líder, Masahiro Sakurai, que ya ha mostrado más de una vez su deseo de dar por cerrado el crossover masivo de personajes de la compañía para dedicarse a otros proyectos, como ya hizo con Kid Icarus Uprising, entre las entregas publicadas para Wii (Super Smash Bros. Brawl) y Wii U (Super Smash Bros. 4), ante lo cual ya ha dejado claro que esta versión Ultimate podría ser la última de la franquicia, al menos, bajo su dirección. ¿Es por esto que Nintendo quiere publicitar al máximo la marca, ante su inminente desaparación de cara al futuro? Pocos directores dejan tanta marca en sus productos como Sakurai, y dado que un fracaso en ventas es algo que nadie puede imaginar para la nueva entrega, por lo que de continuar la serie en el futuro, es posible que la ausencia del perfeccionismo enfermizo de su responsable pueda repercutir en futuras secuelas, y es posible que quiera dejar una entrega mejor aún que la que ya cumplió sus exigentes expectativas (Brawl) como legado.
Sin embargo, y alejándome un poco del futuro lejano para centrarme en el presente, y en algo que ya dije durante nuestra cobertura del E3 acerca de la conferencia de la compañía, y es que parece que no entiende como funciona la base de consumidores mayoritaria de la industria del videojuego, a pesar de las excepcionales campañas que ha realizado en otras ocasiones. El hecho de revelar todo el contenido de un título previamente a su lanzamiento no hace más que arruinar cualquier posible sorpresa, por irrelevante que sea, aunque sea en un título que carece de un modo historia al uso. En caso de desarrollos largos, es inevitable que se conozcan más puntos de los deseables, pero hay que recordar que estamos hablando de un juego que, aunque se suponía que estaba en desarrollo (pues desde Nintendo 64, cada consola de sobremesa de la marca ha tenido su entrega) no se hizo oficial hasta marzo de este mismo año, confirmando su puesta a la venta para finales del mismo hace apenas dos meses.
Sin ir más lejos, The Legend of Zelda: Breath of the Wild, a pesar de apenas compartir poca o ninguna característica, es el ejemplo de como mantener la expectación a lo largo del tiempo, con un desarrollo complicado y que se prolongó más de lo deseado para trasladar el juego también a Nintendo Switch, pero supieron mostrar el título poco a poco a lo largo de los años, de manera que en su lanzamiento, y a pesar de conocer el nuevo Hyrule que visitaríamos, las sorpresas seguían ahí. Y también tenemos el caso ejemplar contrario, con Super Mario Odyssey, presentado de forma oficial en enero de 2017 (aunque se vio fugazmente en el tráiler de presentación de la nueva consola) y lanzado en octubre del mismo año. En una situación similar, y habiendo presentado las mecánicas que sentarían la base de esta nueva entrega, no tuvimos tanta dedicación para el juego que hasta la fecha más unidades ha vendido en el proyecto híbrido.
Este hecho tal vez se deba al mismo motivo que responde a la pregunta que da título a este texto, y es que Nintendo tiene miedo de pasar la campaña navideña prácticamente en blanco, por lo que debe sacar todo el partido publicitario al mayor lanzamiento que ha tenido para el año. Ante esto, debería, además de replantear la campaña publicitaria de cara a próximos títulos, cuadrar mejor sus lanzamientos para no pasar un año prácticamente de sequía de catálogo, sobreviviendo a base de la cosecha de un gran primer año, remasterizaciones y títulos independientes, algo que deberían intentar evitar de cara al futuro.