El retorno del samurái

Capcom sigue exprimiendo su nueva “golden era”, y poco después de anunciar que la saga Onimusha regresará en 2026 con una nueva entrega, confirma también el lanzamiento de una remasterización de Onimusha 2: Samurai’s Destiny para este mismo año. Como me pasó con el resto de entregas de la saga, la jugué de lanzamiento, y hace apenas unos meses la revisité una vez más. Así que no se me ocurre una mejor excusa para hablar y dar un poco la turra sobre una de las aventuras más finas de PlayStation 2. 

Siendo totalmente sincero, la primera vez que probé Onimusha 2: Samurai’s Destiny (y durante bastante tiempo después) lo consideré el peor de la trilogía original. Ya desde el principio entré al juego a regañadientes, porque era un crío al que le habían “quitado” a Samanosuke, el protagonista de la primera entrega, y “decidí casi obligarme a odiar el juego”. Sin embargo, lo cierto es que, aunque sigo guardándole un poco más de cariño especial a la primera entrega, por eso de ser la primera y tener una “magia” única.

Ahora creo que la secuela es más completa y refinada en prácticamente todos los aspectos. Cuando la revisité muchos años después, hace apenas unos meses, me encontré con una aventura muy bien hilada, cargada de ritmo, con muchas más opciones de rejugabilidad y también con más profundidad. Ah, y que se aferraba al ADN estético de la primera entrega con la misma determinación de un samurái por su deber. Las cámaras fijas y los escenarios prerenderizados seguían ahí, dándole a la aventura una estética con puro sabor a la era PS2. Y esto ya se perdió por completo con Onimusha 3: Demon Siege, que aunque también tiene sus puntos fuertes, en retrospectiva me parece la entrega más deficiente de la trilogía.Onimusha 2 Remaster

Aventura clásica y sólida

Onimusha 2: Samurai’s Destiny es una aventura de acción principalmente, aunque con algunos elementos muy ligeros de RPG, puzzles, exploración y gestión de recursos. Y como suele ser habitual en las obras inspiradas en el cine japonés clásico y en la historias de samuráis, la trama gira en torno a la venganza, el honor y la determinación férrea del héroe. Todo esto encarnado en Jubei Yagyu, un joven samurái inspirado en un guerrero real del mismo nombre, y cuyo aspecto para el juego es casi idéntico al del popular actor japonés Yusaku Matsuda.

La aventura se inicia con el retrato de la invasión de Nobunaga Oda sobre Japón, a través de una increíble secuencia CGI (marca de la franquicia) en la que el señor feudal arrasa una pequeña aldea rural. El joven Yagyu llega poco después a su poblado natal, ahora arrasado, y tras ver morir al último superviviente en sus propios brazos, jura venganza contra Oda y su ejército de demonios, los Genma. A partir de aquí, se iniciará un arquetípico viaje del héroe en el que el joven samurái encontrará sus lazos con la sangre Oni (los legendarios cazadores de demonios del universo Onimusha) y progresará hasta enfrentar a su némesis.

¿Y por qué merece la pena Onimusha 2: Samurai’s Destiny si es tan típico? ¿Por qué es una aventura destacada dentro del extenso catálogo de PS2? La respuesta es sencilla: buen hacer, equilibrio y cuidado al detalle. Esta secuela se sustenta sobre los mismos cimientos que su predecesor, es decir, transportar el concepto survival de cámaras fijas de Resident Evil a una ambientación en el Japón feudal.

Eso sí, con algunas concesiones: más peso del combate sobre la resolución de puzzles, escenarios más amplios, y cambiar las pistolas por espadas y magia. Sin embargo, la base estaba ahí, sobre todo en la primera entrega. Cierto ambiente de terror, controles de tanque, inventario pausado… Hasta ítems curativos en forma de hierbas verdes. En la secuela se mantiene casi todo esto, pero la acción cobra aún más peso, y desaparece el ambiente de terror. No obstante, el juego no nos quita cosas a cambio de nada y, de hecho, nos da mucho más de lo que nos quita.

Profundidad y detalle sin relleno

Empezando por la variedad de escenarios, tanto interiores como exteriores, nos da pie a movernos con más libertad, e incluso a interactuar con muchos más personajes secundarios que en la primera entrega. En la primera ciudad que visitamos en la aventura, donde podremos comerciar (característica que también era un añadido respecto a la primera entrega), conoceremos a un grupo de variopintos personajes que trabarán relación con Jubei. Son cuatro en total: una princesa guerrera, un ninja, un pirata erudito y un monje guerrero. Y aunque pueda parecer algo sin demasiada importancia, este pequeño grupo de personajes genera toda la personalidad que distingue a Onimusha 2: Samurai’s Destiny del resto de la saga, y que lo hace brillar en el catálogo de PlayStation 2.

Desde el inicio, todos estos personajes se formarán opiniones los unos de los otros por cuenta propia, sin dependencia de las acciones del jugador. Sin embargo, a partir de ese punto de arranque, lo que decidamos influirá en cómo se desarrollen esas relaciones entre ellos y con el propio Jubei. Incluso determinarán el rumbo de la aventura en algunos puntos claves. A cambio del oro que recolectemos explorando y eliminando enemigos, podremos comprar una amplia selección de artículos de todo tipo, souvenirs, equipo y curiosidades, que podremos regalar al resto de los personajes para ganarnos (o perder) su afecto. De nosotros dependerá intuir qué le gusta a cada quién, según su personalidad. Sin embargo, no habrá segundas oportunidades, y si entregamos un libro de historia al ninja en lugar de al pirata. Por ejemplo, perderemos esa oportunidad de mejorar una relación.

Relaciones e interacción como medio de rejugabilidad

Con el tiempo, estas interacciones fortalecerán los lazos de Jubei con el resto del grupo, y activarán una serie de eventos y encuentros a lo largo de la aventura, en ocasiones incluso con más de dos personajes a la vez, dependiendo del nivel de relación que logremos en cada momento de la aventura. Es cierto que no son cambios sustanciales que modifiquen radicalmente el desarrollo, pero son tantos y con tantas pequeñas opciones posibles, que provocan que la rejugabilidad del juego se extienda mucho más de lo que pueda parecer en un principio.

En algunos puntos, es posible incluso tomar el control de los otros personajes para ayudar a Jubei o explorar una ruta alternativa del escenario. Son secciones más bien breves, pero satisfactorias al descubrimiento y la exploración tanto del mapa como de nuevas mecánicas de combate. Además, es literalmente imposible explorar todas las alternativas en una sola pasada, por lo que siempre quedarán pequeños secretos o zonas por explorar.

Está claro que Onimusha 2: Samurai’s Destiny no es el pionero en incluir un sistema de relaciones, o variedad de rutas. Ni mucho menos. Tampoco es el primero en combinar ambas mecánicas. Sin embargo, sí es de los pocos en hacerlo en el subgénero en el que se mueve. Y lo que lo hace más especial, es de los pocos en hacerlo de manera tan exquisitamente condensada. Y es que nada de esto funcionaría ni la mitad de bien si el juego no tuviera un ritmo ágil y supiera encapsular tanto contenido en tan poco tiempo y entre tan poco relleno. Y es que tal vez no es “tanto” contenido, pero se siente como tal gracias a qué no hay espacios en blanco, no hay relleno sin sentido. Te deja en el punto justo (y tan difícil de lograr) entre quedarte con ganas de más y sentirte satisfecho, como después de un buen plato. Y lo mejor es que podrás repetir un buen puñado de veces con sabores distintos.

Pulido en todos los aspectos

En lo visual, Onimusha 2: Samurai’s Destiny también brilla, tanto en lo estrictamente técnico como en lo artístico. Y sí, podemos decir que los prerenderizados son algo así como “una trampa”, pero no todos los fondos prerenderizados lucen igual de bien. Hay que saber hacerlos, y Capcom en eso era veterana en las generaciones de PS1 y PS2. Además, con los modelos 3D de los personajes los resultados son igualmente exquisitos, por debajo únicamente de juegos como Silent Hill 3 o Silent Hill 4 en toda la generación. Por si fuera poco, el diseño de enemigos es maravilloso, deformando hasta lo grotesco el imaginario del folclore nipón, y contribuyendo así a una inmersión increíble en su mundo.

En cuanto a las mecánicas de combate, las posibilidades también crecían respecto a la entrega original. En primer lugar, la saga se caracteriza por el uso de espadas mágicas asociadas a elementos de la naturaleza, cada una con sus ataques especiales y usos óptimos. Mientras que en la primera entrega teníamos 3 elementos básicos más un arma especial, mientras que en la segunda parte no solo se amplia la variedad con un elemento más, sino que no se limita a reciclar todos los elementos anteriores, sino que añade otros nuevos.

Y, por último, como era habitual en la generación que lo vio nacer, Onimusha 2: Samurai’s Destiny incluía bastante contenido postgame además de la rejugabilidad. Una serie de modos de juegos adicionales que se añaden a la experiencia final.Onimusha 2: Samurai’s Destiny es una aventura que encapsula muchas de las fórmulas y métodos que brillaron en la generación de PS2, y lo expresa tanto en lo mecánico como en lo visual. Detallismo y esmero en aprovechar cada recurso que ofrecía el hardware y la tecnología de la época. Es una aventura medida con equilibrio entre la acción y la exploración, y que lo lleva todo con un ritmo exquisito y ágil. También lo favorece su relativa brevedad, alrededor de unas 7 u 8 horas en una primera pasada, y las amplias posibilidades de rejugabilidad que ofrece. Un auténtico clásico de la segunda consola de Sony.