De cervezas en un funeral

La mañana del pasado viernes 6 de diciembre, entre los incómodos pitidos del tranvía y los aún más estruendosos truenos que se dejaban oír, se escuchó por las calles bilbaínas el disparo de salida de un nuevo evento de esos que hacen a uno volver a casa con el corazón calentito. La tercera edición del Bilbao International Games Conference, BIG 2024 para los amigos, se atrincheraba en el Palacio Euskalduna, y con ella también lo hicieron 3.000 desarrolladores, periodistas y creadores de contenido de toda España para celebrar, entre risas y cervezas, su amor por el medio.

Así, el sucesor directo del Fun&Serious Game Festival volvió a enmarcarse, casi como si lo llevase tatuado en su nombre, en la capital vizcaína: un municipio tranquilo, acogedor y comedido, fácilmente transitable, pero también frío y lluvioso en estas épocas del año. Afortunadamente, ninguna desavenencia metereológica impidió a los asistentes no solo acudir al evento, sino también disfrutar de la ciudad, de sus monumentos y de sus míticos pintxos (los cuales, por supuesto, configuraron una parada obligatoria para la gran mayoría de forasteros). Bilbao volvió a alzarse, así, como una ciudad perfectamente válida para este tipo de eventos, ofrezciendo a su vez un ambiente radicalmente diferente al ofrecido por otras ferias del sector como Guadalindie 2024, y sirviéndose de esta diferenciación para que los asistentes no solo conozcan más parajes maravillosos de la geografía nacional, sino también para que, simplemente, cojan el evento con más ganas aún.

Y vaya que si se cogió con ganas. Por momentos, BIG 2024 estuvo totalmente abarrotado, con una infinidad de gente paseando por sus pasillos y hasta configurando ciertas colas para probar determinadas puestas, así como llenando algunas salas que dejaron sin sillas a algunos asistentes. Dada la tendencia alcista de esta celebración, cada vez se hace más obvia la necesidad de un espacio algo mayor, o bien de una reorganización del Palacio Euskalduna que permita acoger a más visitantes sin que ello influya en la comodidad de los asistentes habituales ni en la de los expositores (los cuales, en momentos puntuales, parecían no ser una parte vital del evento).

Cabe destacar, eso sí, que ni tan siquiera esta limitación permitió al equipo humano del Bilbao Games Conference trabajar al máximo nivel, ofreciendo una de las mejores organizaciones de personal que recordamos en estos años y una realización técnica de primerísimo nivel, donde todo se escuchaba y se veía tal y como se tenía que ver, lo cual de alguna forma justificaba el precio de la entrada (de mínimo 55€). Es de justicia señalar que dicho coste fue algo alto para estudiantes y, sobre todo, para personas desempladas y/o en búsqueda de empleo activa (las cuales estaban más que presentes gracias a este catastrófico 2024), si bien se encontró claramente amortizado tanto por los recursos ya citados como por el gran nivel de las ponencias.

Y es que pocas conferencias nacionales pueden contar con nombres tan importantes como los del evento bilbaíno. Team17, Croteam, Nomada Studio, The Game Kitchen, Rundisc, Godot, Ubisoft y Cloud Imperium fueron algunas de las compañías que resonaron en los pabellones, ofreciendo, junto a otros muchos desarrolladores y divulgadores, charlas de gran calidad que a buen seguro quedarán grabadas en la memoria de los asistentes, tal y como podrán hacerlo dentro de poco con todos los interesados e interesadas una vez sean resubidas a YouTube. Especialmente interesante me pareció, personalmente, la impartida por Rundisc (creadores de Chants of Sennaar), los cuales ofrecieron un extenso post-mortem de su archiconocida ópera prima tanto desde un punto de vista artístico y técnico como humano.

Más allá de las conferencias, hubo lugar para el networking, para una Fun Zone repleta de interesantes proyectos independientes, para un mercadillo solidario y… hasta para un funeral. El sábado 7, como parte de la ceremonia de cierre del evento, los principales organizaciones de los Indie Burger Developer (Arturo Monedero y David Jaumandreu) despidieron junto a muchos otros invitados esta ceremonia de premios y hamburguesas que se llevaba organizando en diferentes puntos del país desde 2012, y que ha dado lugar a innumerables encuentros, proyectos, borracheras y risas. Con muy emotivos vídeos y una cantidad absolutamente nula de hamburguesas, dieron carpetazo a esta tradición que, a buen seguro, será retomada por las nuevas generaciones dentro de muy, pero que muy poco.

Por supuesto, para ahogar las penas la fiesta siguió, como la noche anterior, en los bares cercanos al evento, como el ya mítico Dock, el siempre bullicioso Indian o el más hardcore Kafe Antzokia, poniendo la guinda a un pastel dulce, que ni siquiera importantes cantidades de agua pudieron aguar, y al que solo se le puede pedir, de cara a futuras ediciones, una bandeja un poco más grande. Tendremos que ir haciendo hambre.