Reviviendo el pasado sin olvidar el presente
Hace un par de semanas, fruto del lanzamiento de Astro Bot y los numerosos cameos de distintas franquicias que pueden encontrarse dentro del nuevo título de Team Asobi, se habló mucho en redes del legado de las compañías y desarrolladoras de videojuegos, y en particular del choque que supone ver dentro del juego a tantos personajes icónicos que marcaron una etapa en PlayStation y que Sony fue dejando en el olvido en favor de sus súper producciones actuales. Pero, aunque el caso de Sony sea particularmente notorio, no es la única compañía que sufre de pérdida de memoria en cuanto una de sus franquicias deja de producirle las ganancias esperadas o consigue un juguete nuevo capaz de darle mayores beneficios. Y pensando un poco a este respecto me sorprendí al toparme con el caso de Square Enix que, aunque quizá decir que tiene una buena relación general con su catálogo pasado sea exagerado, creo que sí la tiene, sobre todo, con la tradición del JRPG de la cual son parte fundamental.
Square Enix es una compañía que me produce sentimientos encontrados. Soy incapaz de odiarla por una razón tan simple como que muchos de sus juegos y franquicias me gustan mucho. Sin embargo, como empresa, la mayoría del tiempo me parece terrible. Principalmente gracias a su insistencia por introducirse en mercados y políticas absurdas y nefastas. El ejemplo más sencillo está en su afán por invertir en el mercado de los NFT, al punto de vender estudios como Crystal Dynamics y Eidos Montreal para, entre otras cosas, fortalecer su posición en este. O cómo sus intentos por introducirse en el mercado de los juegos como servicio ocasionaron que Crystal Dynamics abandonara la saga Tomb Raider para desarrollar el esperpento que acabó siendo Marvel’s Avengers. Similar pasó con su colaboración con Platinum Games, que tras haber producido Nier: Automata, a alguien se le ocurrió que lo mejor para su siguiente proyecto sería ponerlos a hacer un juego como Babylon’s Fall. Y pese a los rotundos fracasos que les suponen esta clase de proyectos, por algún motivo siguen apostando por esa vertiente, esperando que un día les toque la lotería y alguno de sus experimentos se convierta en un éxito.
Pese a esto, hay una cosa que genuinamente me gusta de su forma de operar y es que pese a todos sus experimentos e ideas absurdas es una compañía que por lo general parece tener en cuenta su legado dentro del medio.
Puede no parecerlo cuando de repente salen con ideas incomprensibles como lanzar un battle royale ambientado en el universo de Final Fantasy VII, o directamente con la explotación que se le ha aplicado a dicho título con todos sus proyectos derivados, que por momentos recuerda más al meme de la vaca desnutrida que siguen ordeñando pese a su condición que a una relación de respeto hacia una obra fundamental en la historia del videojuego. No obstante, luego lanzan un título como FFVII Rebirth, con el cual muestran una intención de respetar el legado del título original y a los seguidores que han cultivado con el pasar de los años. De manera que acaban existiendo dos monstruos dentro de Square Enix que muchas veces chocan entre sí, y donde uno acaba teniendo que limpiar el desastre que deja las decisiones del otro.
Creo que un buen ejemplo de lo que quiero exponer se encuentra en la saga Mana o Seiken Densetsu, que tras una época de relativo éxito con sus primeros títulos en la SNES y la primera PlayStation, poco a poco se había ido dejando en el olvido tras una serie de spin-offs algo desazonados. Lo más común habría sido dejar morir la saga tras estas entregas menores, en especial al tratarse de una serie de perfil medio. Mas, por el contrario, optaron por intentar revitalizarla con una serie de remakes de los tres primeros títulos: remakes modestos y con una calidad cuestionable en su primera iteración, pero que para el momento de llegar a Trials of Mana (el cual originalmente no salió de Japón) se planteaban con una apuesta mucho mayor a las anteriores. De tal modo, fueron allanando y midiendo el terreno para revivir a una IP que en su momento fue parte importante de su imagen creativa y que en otras circunstancias podría haberse dado por perdida.
Así pues, llegamos al pasado 29 de agosto y al lanzamiento de Visions of Mana, siendo la primera entrega principal dentro de la serie después de más de 15 años. Un proyecto que quizá no tenga la proyección de las sagas más famosas de la compañía, pero que denota cierto cariño hacia los títulos que lo precedieron, que rebosa la esencia de su serie y de un tipo de JRPG que algunos pueden considerar anticuado, pero que sigue dando alegrías actualmente. Y quizá ahí se encuentre la clave del asunto, que pudiendo lanzar un nuevo título que reformule los cánones de las entregas anteriores con el objetivo de modernizarla y alcanzar a un nuevo público, optaron por mantener todos los puntos que la caracterizan bajo un empaque atractivo y cómodo, esperando que tanto nuevos como antiguos jugadores experimenten una aventura similar a la que ofrecieron en su momento los tres títulos de Super Nintendo. De manera que uno de sus puntos más criticados (el ser demasiado clásico en su estructura) es al mismo tiempo una de sus fortalezas.
Casos similares, aunque un poco menos afortunados podrían ser los de las series Star Ocean y SaGa, las cuales también han recibido remakes de sus entregas clásicas, así como títulos nuevos. Y aunque en ambos casos sus últimas entregas no han sido tan bien recibidas, los remakes y relanzamientos de títulos que no salieron de Japón en su día han tenido mejor acogida. Particularmente positivo es el caso de Star Ocean: The Second Story R, el remake de la segunda entrega de la serie que para muchos se encuentra entre los mejores JRPG de 2023. Pero si de recuperar juegos antiguos se trata, el mejor ejemplo sería Live a Live, un título clásico que, al no haber salido de Japón en su publicación original en 1994, nos llegó como un estreno nuevo completamente renovado gracias a los gráficos HD-2D. De esa forma no solo se rescata una joya de una de las mejores épocas del rol japonés, sino que se dignifica una parte de la historia de Square Enix que para gran parte de su público era desconocida y que a su vez resulta importante para identificar su identidad como pioneros del JRPG y probablemente el mayor exponente actual de su vertiente más clásica.
Pese a todo, hasta ahora sólo he mencionado iniciativas recientes con casos concretos y desde luego insuficientes. Resulta difícil hablar de un buen trabajo al mantener su catálogo cuando tienen tantísimas IPs perdidas sin apenas opciones para jugarlas en plataformas actuales. Seguramente más de uno pensaría en títulos como Vagrant Story, Parasite Eve u otros menos conocidos (habrá quien espere un regreso de los Lufia o Terranigma). Y concuerdo, más si bien la forma en que Square ha venido recuperando determinadas series me parece algo positivo, creo que es más interesante visualizar su papel en el estado actual del JRPG clásico.
Creo que la posición de Square Enix en el mercado del rol nipón es interesante. Si bien desarrolladoras como Atlus mantienen una muy buena posición en el mismo y series como Tales of o Trails gozan de buena salud, creo que la casa de Final Fantasy es la única desarrolladora capaz de mantener un estilo y un ritmo de publicaciones que recuerden a los de las épocas doradas del género, alternando entre grandes lanzamientos de sus sagas ya establecidas y nuevos proyectos que mantienen vivo el estilo de juegos que la convirtió en el máximo referente del género. Es aquí donde entran a colación proyectos como Triangle Strategy, Octopath Traveler o incluso los Breavely Default, que, si bien hace ya una década que se lanzó el primero, sigue siendo una serie relativamente nueva dentro del catálogo de la compañía.
Todos estos títulos mantienen la esencia pura del JRPG mientras que añaden elementos diferenciadores que le aportan una identidad propia y que les otorgan un toque de frescura que los mantiene vigentes.
Aprender de su historia
Tener presente y disponible tu catalogo antiguo es sin duda fundamental, tanto por la conservación de dichos títulos como por el reconocimiento de la historia del medio y las desarrolladoras. Pero tener presente esa historia es más que solo mantenerse a base de relanzamientos y actualizaciones de títulos del pasado, es también innovar con nuevas ideas que tengan presente dicha historia, que traigan a la mesa, a través de sabores nuevos, las sensaciones y emociones que enamoraron a su público anteriormente. Así, mi intención con este texto no pasa por alabar o ensalzar a Square Enix más de la cuenta, más sí por recordar que tanto treinta años como ahora, su catálogo va mucho más allá de Final Fantasy o Dragon Quest; que estos proyectos en apariencia menores son tan relevantes para la salud del JRPG como los últimos lanzamientos de esos dos gigantes y más aún para la salud de la propia Square Enix y los jugadores.