El primero en discordia
El último lanzamiento de la casa PlayStation y su nuevo gran intento por incursionar en los juegos como servicio ha anunciado apenas 11 días después de su lanzamiento que la vida del título ha llegado a su fin y devolverán el dinero a todo el que lo haya comprado. Que el juego fracasara es algo que no sorprende demasiado: durante su campaña pre lanzamiento, pese al esfuerzo de Playstation en promocionarlo, no alcanzó a conectar con el público, y llegado el día de lanzamiento fue pobremente recibido con más pena que gloria. El fin temprano del título fue algo a lo que muchos apuntaron antes siquiera de que se abrieran sus servidores, pero incluso ante esa perspectiva pesimista el resultado acabó siendo peor de lo esperado.
Historias de fracasos escandalosos de juegos que intentaban ser el nuevo gran juego como servicio ya hemos visto varias. Sin irnos muy lejos a inicio de año tuvimos el caso de Suicide Squad: Kill The Justice League, que viene a ser para Warner Bros y DC lo que el Marvel Avengers fue en su momento para Marvel y Square Enix. Y, sin embargo, ya quisiera Concord haber logrado lo que esos dos. Que un juego con una apuesta aparentemente tan firme y con tanto recorrido y dinero detrás llegue a su fin apenas dos semanas después de su lanzamiento es algo nunca visto. El único caso comparable (al menos en la memoria de este redactor, corríjanme si me equivoco) sería la apestosa estafa de The Day Before, y ahí hablábamos de un juego que realmente nunca existió. Incluso una propuesta nefasta como Babylon’s Fall no sólo se mantuvo operando durante un mayor tiempo, sino que, de acuerdo a los datos de Steam Charts, alcanzó un mayor número de jugadores simultaneos. No obstante, Concord no era ni una estafa ni un juego absolutamente terrible e igual acabó en este saco.
El mayor error del título de Firewalk no está en haber permitido que el virus woke lo infecte ni ninguna de esas tonterías que los tres fastidiosos de X Twitter repiten cual loros. Su mayor error está en su modelo de negocio y falta de diferenciación mecánica, el tratar de entrar a un mercado saturado a la vez que dominado por unos pocos nombres, presentándose como una oferta de pago donde los referentes se ofrecen de forma gratuita. Una propuesta que quizá tenía sentido hace ocho años cuando empezaron el desarrollo y el reinado de Overwatch aún dejaba espacio a que otros juegos tomaran un poco de su público. Pero a día de hoy, donde incluso el título de Blizzard acabó moviéndose hacia el free-to-play y con Valorant a la cabeza del género hero shooter, sencillamente no había cabida para la propuesta.
Imposible destacar
El mercado actual del videojuego, con su irrefrenable ritmo se ha convertido en un campo de batalla cada vez mayor en el que grandes y pequeños estudios luchan para hacerse con la atención de los usuarios, donde cada vez resulta más complicado destacar y en el que la cosa se pone incluso peor si hablamos de los juegos como servicio. Estos últimos son un campo dominado por un puñado de gigantes donde apenas un par de título por género firmemente establecidos, acaparan la atención de la mayoría de jugadores haciendo casi imposible para nuevas propuestas sostenerse, e incluso más alcanzar el éxito que las compañías y sus accionistas esperan de ellos. Supongo que los ejecutivos de Sony pensarían que habían encontrado la clave del éxito con Helldivers 2 y esperaban un resultado similar. Pero la realidad es que no sólo no lo hicieron, sino que probablemente ni siquiera entiendan qué hizo que Helldivers 2 destacara entre un mercado tan convulso.
En lo personal no he jugado a Concord y seguramente no lo habría hecho de tener la oportunidad, pero de alguna forma me da algo de pena ver como se concreta tan pronto el desenlace que muchos esperábamos. Me da pena por sus responsables, por el grupo de trabajadores que hace ocho años seguramente iniciaron el proyecto con toda la pasión del mundo y que ahora ve como su trabajo se esfuma en tan solo dos semanas. Y, sobre todo, me da pena pensar que sus nombres podrían sumarse a la lista de miles de despidos que ha visto la industria en los últimos años mientras los ejecutivos mantienen sus puestos y cobran sus bonos.