Marepoto
La primera vez que supe de la existencia de Stellar Blade fue en uno de estos mega eventos que tanto le gustan a la industria; estas máquinas del hype que anuncian juegos con años de anticipación, incluso a veces sólo teniendo el título hecho, como ocurrió con The Elder Scrolls 6, que, se dice, comenzó su desarrollo hace no mucho, después de haber sido anunciado en 2018.
Como sea, en ese tiempo Stellar Blade todavía no tenía un nombre oficial; se conocía como Project Eve y, la primerísima escena que nos presentaron mostraba a Eve, la protagonista del juego, enfrentándose a un monstruo gigantesco; una escena muy épica. Pero lo que me llamó la atención de buenas a primeras fue que, ni pasados diez segundos en el tráiler, Eve sale disparada y cae al suelo y, apenas se levanta, la cámara le enfoca desvergonzadamente el culo, el cual estaba cubierto por apenas un traje muy ajustado de látex o de algún material similar.
Lo que saqué en limpio de dicho tráiler fue que el juego imitaría lo que hemos visto de la franquicia de Platinum Games Bayonetta; un juego muy inclinado a la acción vertiginosa con un fuerte énfasis en la sexualidad de la protagonista. No soy muy fan de cómo presentan a Bayonetta en su juego homónimo. La presentan de una forma descaradamente sexual y, aunque éste punto que podría considerarse casi enteramente negativo a día de hoy en el que se esperaría, cuando menos, que los videojuegos hayan pasado esa etapa puberta en la que se trataba a las mujeres como objetos sexuales y nada más -cabe recordar cuando God of War se presentaba como el juego a jugar si querías tener sexo-, al menos tenía el argumento a favor de que Bayonetta es dueña de su propia sexualidad; ella disfruta mostrándose tal cual es y en ningún momento se la muestra oprimida como en una especie de mirada fetichista, pero como dijo Ben Croshaw -mejor conocido como Yahtzee-: no importa si la sexualidad la retratas de forma irónica, la gente se hará una paja con ésta de igual manera.
El tema es que en Stellar Blade esta hipersexualidad retratada es totalmente fetichista. A Eve se la muestra como una mujer luchadora y capaz a ratos y como una damisela indefensa en otros, según qué le convenga más a la mirada sexual de cada momento. Algo que me hizo alzar los brazos en hastío de esta descarada fórmula fue al chocar con una pared, algo tan sencillo y mundano que vemos en cualquier juego, Stellar Blade lo aprovecha para que Eve se pegue al muro con ambas manos y levante ligeramente el culo. No necesito decir qué es lo que sugiere tal escena.
A pesar de todo, esto es un juego
Pero ya estoy cansado del discurso que sobre pobló las redes sociales desde el lanzamiento de la demo del juego hace unas cuantas semanas hasta el lanzamiento del juego sobre esta misma hipersexualización, la supuesta censura con un parche post lanzamiento que le da un par de centímetros más de tela a algunos trajes y la desaparición de los “huesos de vagina” por los que tanto lloran los defensores de la libertad de expresión, además que ya fue excelentemente cubierto por mi colega Javi, así que me limitaré a hablar del aspecto jugable de Stellar Blade -sí, sorpresa, esto es un videojuego con gameplay y toda la pesca-, el cual tiene pocas luces y muchas sombras.
Para establecer un panorama a grandes rasgos de lo que nos encontramos con la obra del estudio coreano Shift Up Corporation, lo definiría como una mezcla entre Sekiro y Nier: Automata, rescatando las cosas buenas del primero y muchas malas del segundo.
En primer lugar, el combate es un hack and slash de toda la vida, similar a lo que encontraríamos en Nier o en Bayonetta, pero con un ritmo algo más pausado y con una inclinación al parry, como en Sekiro. Los enemigos menores más débiles son un mero trámite que está ahí para tener una amenaza básica fácil de despachar y ya, pero los enemigos medios y fuertes representan un verdadero desafío a los que hay que enfrentar aprendiendo sus patrones de ataque y estando muy atentos a los diferentes tipos de ataques especiales que tienen, de los cuales existen tres. Están los ataques de agarre, los cuales no pueden ser bloqueados, sólo se deben esquivar o bien, tras desbloquear una habilidad -sí, hay varios árboles de habilidades- se pueden contrarrestar con una maniobra que nos posiciona tras el enemigo, dejándolo expuesto a nuestros ataques; los ataques de área que tampoco se pueden bloquear y los cuales no se puede sino esquivarlos, tratando de anticiparlos con el suficiente tiempo para escapar del radio de ataque, cuyo margen deja muy poco tiempo para poder evitarlos sin recibir aunque sea un poco de daño y las cadenas de ataques, los cuales se pueden bloquear pero que ocurren en rápida sucesión y que pueden causar mucho daño -e incluso la muerte- si encajamos demasiados.
Los ataques normales y los combos se pueden bloquear, lo que va reduciendo nuestra barra de postura o bien hacerles parry, si hacemos esto último las suficientes veces, romperemos la postura del enemigo y podremos atacarlos con una serie de movimientos especiales que hacen daño extra, esto también aplica para los bosses.
También contaremos con ataques especiales que dependen de una barra que se irá llenando conforme realicemos ataques normales. Estos harán daño extra y se especializan en diferentes cosas. Por ejemplo, los dos primeros que tendremos desbloqueados desde el principio se enfocan uno en un alto daño a un enemigo en particular y el segundo en un daño de área, el cual sirve especialmente contra las hordas de enemigos menores. Todo esto hace que el set de movimientos sea lo suficientemente variado como para durar toda la partida y gracias a las habilidades que iremos desbloqueando en el camino el combate se sentirá fresco y los bosses son sin duda el punto álgido de todo esto.
Más sombras que luces
¿Recuerdan cuando mencioné que Stellar Blade posee más sombras que luces? Pues resulta que, combate aparte, el juego está por debajo de lo mediocre en casi todo aspecto. La historia es genérica a reventar y sus personajes son demasiado olvidables, no recordaría el nombre de Eve ni de Adam si no fuera por la referencia bíblica tan sutil como un ladrillazo en la cabeza.
La presencia de árboles de habilidades cuyos nodos se van desbloqueando con experiencia que obtendremos de cada combate ganado, coleccionables que no aportan nada a la historia y que rayan en lo ridículo, numerosas divisas que no vienen a cuento y los trajes que no son más que una mera excusa para fetichizar a la protagonista al gusto del jugador son puntos que, en su mayoría, restan a la experiencia o que bien no hacen más que marcar casillas en el listado de lo que se considera como el triple A contemporáneo. También contaremos con una vista de detective -la vista poto, como la he acuñado yo-, que, a pesar de que ya raya en lo absurdo por lo cliché que es, será de vital importancia si queremos no sólo encontrar coleccionables que nos resultarán esenciales en nuestra partida, como las mejoras de vida y de la barra de ataques especiales, sino que además para señalar hacia dónde tenemos que ir ya que los niveles del juego son demasiado monocromáticos o mejor dicho desteñidos para poder discernir qué es lo que nos rodea, lo que hace que las zonas más abiertas del juego resulten en un verdadero dolor de cabeza.
En contra de la artesanía
Al final del día, Stellar Blade es un juego poco inspirado, que se aprovechó de la inmadurez del jugador promedio para explotar sexualmente a su protagonista y cuya mayor fortaleza es el combate, el cual es divertido y desafiante, pero que no alcanza a levantar del suelo a una obra que está obsesionada con cumplir con lo esperado de juegos de su estilo y que sólo terminan convirtiéndolo en un juego soso y del montón.
Esta crítica ha sido realizada con una copia digital para PS5 cedida por PlayStation España.