Volví mi naipe... y perdí
En un pequeño asteroide perdido en el firmamento vive una joven bruja. Si bien tiene asegurada su inmortalidad, se le ha impuesto un castigo de mil años por predecir el final de su aquelarre, y está cansada. Harta de una pena injusta y sin sentido, decide invocar a una criatura prohibida para que le devuelva sus poderes, pudiendo así crear una nueva baraja del tarot a cambio de un alto precio que, sin duda, llegará cuando menos se lo espere. The Cosmic Wheel Sisterhood nos invita a conocer a Fortuna y su mundo, las razones por las que ha terminado de esa manera y su efecto en la vida de los demás.
Tras su aspecto tranquilo y agradable, se mete de lleno en los conflictos de sus personajes, los roces generados por motivaciones demasiado personales y la capacidad que tiene el lenguaje de alterar tanto la verdad como la realidad. Es un juego tremendamente político y no lo esconde en ningún momento, por lo que, si solo venías por las cartas y a pasar un rato tranquilo, quizá este no sea tu juego. O sí, yo qué sé, prueba la demo y vas viendo. También voy a abrirlo en canal y destripar algunas de sus sorpresas, ya que considero que es un juego que a cada uno le llegará de forma distinta y puede dar pie a reflexiones bastante interesantes.
El primer pilar fundamental del juego es la creación de las diferentes cartas y su lectura. Contamos con cuatro tipos de energía, los cuales gastaremos en los elementos que formen la carta, dándole unos significados concretos según como interactúen entre sí. En mi caso, fui con pies de plomo buscando más el balance de energía de la carta sin importarme qué elementos visuales combinase y luego reorganizándolos para que quedara bien chula. De cara a las lecturas, tendremos varias opciones a elegir según la energía y significados de la carta, así que ese balance vino moderadamente bien para no encontrarme con opciones demasiado extremas. A su vez, recuperaremos varios puntos de energía en función de la lectura elegida. Aunque Fortuna suele atinar con una precisión espantosa, surge un pequeño dilema entre recuperar la energía que necesitas y dar la lectura más agradable. Total, el destino no está escrito en piedra.
El segundo gran pilar del juego son las conversaciones. Como en toda buena novela visual, nuestras acciones con los diferentes personajes nos llevarán a descubrir ciertas partes de la historia, encontrar secretos y alterar nuestra relación con el resto. En muchas ocasiones, la respuesta será obvia si queremos ser buena onda, pero tampoco podemos olvidar el trauma que Fortuna lleva encima y que la gente que conocíamos ya no es la misma. Esto caería en saco roto si la historia y los diálogos no estuviesen bien escritos, y es que te crees cada conversación. Hay espacio para los momentos más oscuros y los más tiernos, así como para la nostalgia, la impotencia o la esperanza. Junto a esto, contamos con unos cuantos relatos cortos al estilo Elije tu propia aventura, con escritores de la talla de Eva Cid y Clara Doña. Hay devoción profunda por las letras y se nota a cada nueva línea, y sobre todo porque son conscientes de que las palabras tienen un poder especial.
Y entonces, Fortuna se da cuenta de que no está siendo sincera, y es cuando el juego se abre sin dar un paso atrás. Sí, los actos tienen consecuencias, y concretamente en una novela visual nuestros actos son las palabras que escogemos. Las decisiones tomadas normalmente nos llevan a un destino o a otro, siendo conscientes de que hemos escogido un camino sin saber en qué va a terminar, pero Fortuna no es cualquiera. Desde el primer momento elegimos cuál va a ser nuestro futuro, qué vamos a sacrificar para recuperar nuestros poderes, y no se va a quedar en una mera anécdota. Deconstructeam no busca la sorpresa a través de elecciones sin aparente repercusión, porque sabe perfectamente que nos vamos a esperar algo, ese giro narrativo que nos parta por la mitad por pedir una hamburguesa en vez de un perrito. En vez de eso, nos muestra la importancia y la repercusión directa que tiene ser borde, pasarte de listo o desearle lo peor a otra persona. El problema no es que haya dicho algo feo, el problema es que se cumpla.
Cuando comprendemos esto, el minijuego de las cartas y las lecturas cobra un valor narrativo más potente que antes. El juego procura darnos herramientas para intentar afinar aún más nuestros pronósticos, pero el azar será siempre el que saque la carta. Habrá momentos donde se estarán consultando varias cosas y podremos poner una carta menos agradable en una posición menos relevante, pero en la última no tendrás escapatoria. Aunque ya lo sospechábamos de antes (es más un guiño cómplice que un giro argumental), pasa de ser un simple consultorio con más repercusión de la cuenta a decidir qué vamos a hacer con el futuro de estos personajes. De nuevo, nuestras palabras y cómo las usamos afectan a los demás queramos o no. Por mucho que estudies, vas a tener que elegir entre opciones que no te gusten, pero el resto confía en que lo harás bien. Eres una bruja y tienes buen corazón, pero ¿qué significa que un destino sea mejor que otro? Es más, ¿qué haces tú decidiendo qué va a ser lo mejor para la otra persona?
Fortuna comienza a darse cuenta de la responsabilidad que conlleva un poder como ese, pero antes de que pueda procesarlo del todo, el juego decide dar otro giro más: te presentas a líder de tu aquelarre; mejor dicho, te obligan a presentarte. Tienes la oportunidad directa de cambiar las cosas desde la política, un ambiente caracterizado por sus promesas vacías y las medias verdades, pero tú eres diferente. En esta última parte se debaten el choque entre tradición y renovación, el populismo y el optimismo excesivo, así como el miedo a cambiar demasiado el status quo. Se habla de la responsabilidad de usar tus poderes para girar la balanza a tu favor, el referéndum o que solo puedan votar los que tengan más experiencia, aunque sea para su propio beneficio. También se habla de dictaduras y del poder del pueblo, y ahí es donde me he sentido culpable.
Cartas en el asunto
Esta es la parte que menos me ha gustado, simple y llanamente porque me he visto forzado a hacerla sin poder negarme siquiera. Lo que era un juego de cartas tranquilito analizando las relaciones humanas se convierte en un simulador de campaña electoral, y entiendo las razones de por qué lo han hecho. Donde el resto puede fracasar, tú puedes regir su final. Por poder, podrías hasta amañar el resultado de las elecciones, y vuelvo a tener más preguntas. Yo soy la que interpreta las cartas y decide qué ocurre. ¿Eso no me convertiría en una dictadora? Me enseñan mi potencial para hacer el bien ayudando a unos refugiados. ¿Tendré siempre esa firmeza para no abusar de mi poder? ¿Es responsabilidad mía dirigir un aquelarre cuyo estado prácticamente desconozco? ¿Es siquiera responsable meterme en estas elecciones? Para esta última pregunta, el juego me obliga a decir que sí, y no estoy del todo seguro.
The Cosmic Wheel Sisterhood aprovecha sus mecánicas al servicio de la narrativa en todo momento. Tener miedo de llevar una carta peligrosa al tapete por lo que pueda salir, buscar el beneficio común cuando ninguna opción es perfecta o reiniciar el juego dos veces por echar queso a una pizza teniendo a una vegana en el grupo. El juego sabe perfectamente que tus intenciones, en principio, son buenas, pero plantea situaciones en las que te pincha en el hueso tonto, diciendo que sí, que todo eso está muy bien, pero que si te lo crees de verdad. En el plano ideológico tira hacia donde tira, y no creo que sea necesariamente malo. A diferencia de Backbone, donde todo es blanco o negro de la forma más simplista posible, se plantean una serie de preguntas y deja que seas tú el que las responda prácticamente siempre. La finalidad no es que votes a un partido de izquierdas, sino destacar situaciones del día a día y preguntarnos si es así como queremos abordarlas, vengas de donde vengas.
Quitando mis gustos personales aparte sobre el último tramo, creo que Deconstructeam se ha lucido. Han sido capaces de sacar adelante un proyecto bellísimo a pesar de lo tortuoso de su desarrollo, y ha quedado genial. Se nota el amor y el cariño en los diálogos tan cuidados, en ese pixel art tan especial y en una banda sonora que acompaña y refuerza cada momento que pasamos en el asteroide. The Cosmic Wheel Sisterhood no habrá sido el juego que me esperaba, pero ha sido toda una experiencia a la que no paro de darle vueltas. Son necesarios más juegos así de atrevidos, y estoy seguro de que han plantado su huella en el futuro de la industria.
Esta crítica ha sido realizada con una copia para Steam cedida por Cosmocover.