Conocer al otro, generar vínculos
¡Cuán difícil es, a veces, el entendimiento! La otredad es tan ajena en ocasiones que no somos capaces de mostrar interés en comprenderla. Chants of Sennaar conoce esta idea a la perfección y, como tal, convierte en jugable una suerte de inspiración en el mito de la Torre de Babel que seguro conocéis bien. No solo acierta en crear un juego interesante, sino que mide el desafío con exactitud para que nunca sea demasiado difícil ni demasiado sencillo, sino que está siempre dispuesto a recompensar como corresponde.
Es normal que los inicios nos abrumen, ¡pero qué impacto cuando no entendemos nada! Llegar a lo que parece una gigantesca torre sin ningún conocimiento de lo que puede acontecer dentro ya es confuso y, sin embargo, pronto nos damos cuenta de que puede ir a más: no entendemos absolutamente nada de lo que está escrito. Por si fuera poco, un personaje, al que encontramos tras los primeros pasillos, nos pide ayuda con unas puertas y palancas, por lo que comenzamos a asumir que ciertas grafías que utiliza parecen asociarse con “tú”, “ayuda”, “puerta” y conceptos similares. Entre los miembros de su grupo sí parecen entenderse, así que la lengua debe estar estandarizada. Intentaremos averiguar qué representa cada símbolo. Parece que existe una fuerte cercanía con conceptos religiosos, pero tienen un problema: existe una casta que se antoja superior que prohíbe el paso a través de una puerta y la situación, por lo que describen los murales tallados en piedra, viene de lejos. O eso intuimos, porque su idioma es totalmente diferente al de los hombres y mujeres de fe que ya conocemos en parte. Vale, parece que la premisa es más complicada de lo que parecía: vamos a intentar comprender todos los idiomas de la torre.
El rato que dediquemos a la primera zona, donde habitan los individuos religiosos, lo dedicaremos en gran parte a asentar el conocimiento y empezar a comprender cómo funcionan los idiomas, cómo podemos aprenderlos y, sobre todo, conocer todo lo posible del contexto de la situación, mucho más compleja de lo que aparenta en un inicio. La ausencia de entendimiento entre estos grupos culturales, como en el mito de Babel (aunque con un origen diferente), ha provocado una separación social abismal, con sujetos incapaces de mirar más allá de su comunidad. Entender a la gente es complicado, pero poco a poco vamos registrando en nuestro panel de símbolos ciertas hipótesis sobre los significados. Así, por el contexto, intuimos que un símbolo es “ayuda” y que si viene precedido de “tú” y seguido de “yo”, viene a significar “ayúdame”. Por suerte, para no hacer las cosas demasiado complejas, el personaje irá abriendo un diario donde registrará ciertos conceptos de forma visual a los que podemos asociar símbolos. Si rellenamos la página correctamente, los símbolos de la misma quedarán aprobados y nuestras hipótesis confirmadas, actualizándose el significado de cada término. Gracias a esto, podemos aproximar las ideas sin necesidad de acertar al 100%, pudiendo estar pensando en significados parecidos y que, al aprobar el símbolo, veamos el verdadero significado. Esto, como podéis imaginar, tiene su desventaja: podríamos acertar alguno sin tener ni idea si tenemos la suerte de colocarlo en el lugar que corresponde, lo que le quita algo de gracia al asunto, pero también permite no desesperar si estamos muy atascados con uno en concreto. Como dato, se juega estupendamente con mando, aunque escribir con teclado es, como podéis imaginar, más eficiente y menos frustrante cuando hay símbolos que se nos resisten y corregimos varias veces.
Los aciertos de Rundisc con Chants of Sennaar son muchos, además de la divertidísima y original idea para un videojuego. Pero, sin duda, es impresionante cómo han encajado todo en un súper puzle gigante que, como Outer Wilds, se basa en conocer más y más poco a poco, no en ser más hábil. Así, tendremos que ir hacia adelante (pero también hacia atrás) aprendiendo, revisando y comparando para tener una idea global. Un ejercicio contravisual donde luchamos contra una segregación idiomática impuesta que impide a las gentes de la torre tener conocimiento más allá de sus propios prejuicios e ideas. Una búsqueda de la vista panorámica que nos permita, sobre todo, conocer. ¿Lo mejor? Ese conocimiento sirve para mucho, pero esto tendréis que explorarlo jugando, pues me ahorraré multitud de detalles súper interesantes que es mejor descubrir por sorpresa. En cierto sentido, las disciplinas histórico-antropológicas están de enhorabuena pues, salvando las distancias, su dinámica de investigación es similar, tratando de obtener contexto de todo poco a poco y cuadrando todo para que encaje partiendo, a veces, de un total desconocimiento. Somos arqueólogos/lingüistas que pretenden descubrir no solo cómo viven estos pueblos, sino también el porqué. Y, para ello, nos hace falta entender sus lenguas.
Sorprende enormemente la gracilidad con la que avanzamos en una cuestión que se nos antoja imposible al inicio. Es un verdadero desafío, pero el juego pronto nos enseña cómo hacer para reconocer mejor algunos conceptos, ya que los símbolos están muy bien detallados y no están generados de forma azarosa, sino que poseen un sentido en relación al resto de símbolos del idioma. Además, conforme avancemos tendremos la oportunidad de traducir desde otros idiomas aprendidos anteriormente, extrapolando significados a partir de algunos escritos y objetos que encontremos, aunque cada idioma incluye palabras nuevas asociadas a los intereses de esa cultura. Pero uno de los aspectos más interesantes (y que añade dificultad) es la estructura gramatical y cómo se construye cada idioma. ¿Cómo se hace el plural? ¿Cómo utilizar negaciones? ¿Cómo se ordenan las palabras? Todo cambia de uno a otro y tocará descubrirlo y, si no nos confundimos demasiado, aprender a alternar rápido nuestra forma de pensar para cada idioma. Una pega, aun corregible con las notas integradas de Steam o a la vieja usanza con papel y boli, es la imposibilidad de anotar nada más allá de las hipótesis para los símbolos o lo que escribe el personaje cuando corresponde en el diario, algo que dificulta acordarnos de dónde había, por ejemplo, un letrero de interés cuando llevamos varias horas.
Unir lazos en una torre desconectada por el idioma no es tarea sencilla. Los individuos ponen barreras y no se entienden entre sí, aunque las grafías de algunos símbolos sean extrapolables entre idiomas augurando un origen común o una relación más profunda de la aparente. La desconfianza, el rechazo y la mofa están a la orden del día (algo que no nos es precisamente desconocido aquí, en el mundo real) por lo que tenemos ciertas escenas de sigilo. Son pocas, bastante simples y que se convierten en un mero trámite, pero sirven para ahondar en la idea de que la hostilidad y las prohibiciones existen, por lo que hay que tener cuidado.
Avanzar supone aprender sobre una cultura y, con ello, romper barreras
Chants of Sennaar es un juego extremadamente interesante. Es una estupenda aventura que va cobrando sentido conforme avanzamos para dar pie a un conocimiento absoluto en el tramo final. Un conocimiento que nos permitirá, entonces, desbloquear un final verdadero si hacemos todo lo que corresponde y que, además, dota de sentido a nuestra presencia. Es increíblemente satisfactorio ir dándose cuenta de circunstancias a lo largo de la aventura pues, una vez descubiertas, la sensación de esfuerzo recompensado es muy potente. Revisitar zonas con una mayor perspectiva tras ese ejercicio contravisual que comentábamos es, sin duda, una satisfacción absoluta con la que debemos contar para entender las implicaciones de nuestros actos y asentar el conocimiento de los idiomas que vamos aprendiendo. De la obra de Rundisc, uno de los mejores indies de 2023, me llevo, además de su esfuerzo por conocer, su esfuerzo por empatizar, por comprender al otro, algo de lo que nos gusta hablar a menudo por aquí y que siempre defenderé como una de los pilares de la comunicación a través de la cultura.