Tres y dos noches en el 2016
El último estertor de un cuerpo celeste. Un tiro certero. Bioluminiscencia. Ningún sujeto que presente ciertos atisbos de curiosidad o gusto estético puede negar que el reveal tráiler de Marathon, el impresionante reboot de una de las sagas más míticas de Bungie (Halo, Destiny) que se presentó la pasada velada del miércoles con motivo del último PlayStation Showcase, nos dejó unas primeras imágenes para el recuerdo; casi tan memorables como esa mano ensangrentada tocando la guitarra con la que se nos presentó The Last of Us Parte II, o como esas balas impactando contra las prótesis de la cyborg de Cyberpunk 2077. No obstante, ambas imágenes, y presumiblemente también las de Marathon, tienen algo en común: ninguna es representativa del juego final, ni aportan ninguna información real más allá de enmarcar al producto en un mood tan concreto como previsible.
Sería injusto culpar únicamente a los citados de este fenómeno, pues desconozco hasta qué punto podría ser arriesgado afirmar que prácticamente la plenitud de los grandes lanzamientos que hemos recibido en los últimos años se han presentado de esta manera. Podria salvar de este cribado a obras como el reciente The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, pues pese a presentarse sin el más nimio resquicio de gameplay, su anuncio vino acompañado de un tráiler generado directamente con el motor del juego, y compuesto por unas secuencias que, ahora podemos confirmar, pertenecen al producto final. Si bien esta forma de debutar sigue lejos de los anuncios que están más alineados con mis gustos (los cuales, por supuesto, se basan en meter secuencias in-game por un tubo sin llegar a caer en el tedio de Marvel’s Guardians of the Galaxy), al menos brindan una visión mucho más cercana y fidedigna de lo que realmente se puede esperar. Y, sobre todo, explicitan un cambio de tendencia en el mercado, al proporcionar, en un 2023 donde todo el contenido multimedia está McDonalizado y cada vez se hace más difícil interesar al usuario, una experiencia palpable, cercana, que innegablemente atrae y genera mucha más atención e interacción que un teaser prerrenderizado.
El caso de Marathon es, además, uno especialmente flagrante, al haberse filtrado su existencia meses ha (y rompiendo así el posible efecto sorpresa o incertidumbre que pudiese haber justificado el tráiler) y haberse presentado la propuesta sin tan siquiera una fecha orientativa en el horizonte, lo que nos pone en bandeja el suponer que el desarrollo del título va para largo. Realmente, el único contenido de interés real que se dejó caer sobre el producto fue una suerte de diario de desarrollo o vídeo documental que, sin embargo, no formó parte de la alineación de la conferencia, siendo relegado a su página web y en consecuencia pudiendo pasar por el radar de muchos en bajo perfil. Lo tenéis aquí, si os interesa. Cabe destacar, asimismo, que la propuesta, exclusiva de nueva generación y PC, adoptará el extraction shooter y se beneficiará del cross-save y el cross-play para configurar una comunidad unida. Una información bien escasa, pero que al menos nos permite ser optimistas con el futuro de la entrega.
Por supuesto, el anuncio claramente precipitado de Marathon (un juego que se reconoce a sí mismo como prematuro) no es culpa de una Bungie que, a buen seguro, todavía no querrá alimentar el hype de un título que fácilmente puede canibalizar la influencia de Destiny 2 en su público potencial, sino de una Sony ansiosa por sacar músculo y dar un pequeño golpe sobre la mesa en el ámbito multijugador, especialmente en unos últimos meses muy confusos para el futuro de algunas de las sagas que más rédito económico le han reportado hasta la fecha, véase Call of Duty. Es pronto para siquiera apostar sobre las posibidades de lo nuevo de Bungie; sobre si tendrá las mimbres como para ser un Call of Duty killer, pero su enfoque exclusivamente multijugador siembra la semilla del hype en una industria extremadamente competitiva, donde las promesas son examinadas y los errores se pagan caro. Por su bien, espero firmamente que no germine. No hay mayor receta para el desastre que inyectar dosis descomunales de expectación en un producto a medio cocer, y tener que forzar un estreno precoz con tal de no empañar la imagen de la marca ni tirar al traste los inasumibles gastos de marketing que comenzaron con una revelación quizás demasiado temprana. ¿No crees, Destiny?