Buenos Genes
Debido al dolorosísimo cierre de Lince Works al que fue de justicia dedicar unas líneas, el pasado miércoles no pude hablar de mi fijación personal de este mes de marzo (una propuesta que me trae loco desde que se anunció, y que, ahora en mis manos, no ha reducido mi enajenación ni lo más mínimo, sino que la ha alzado hacia nuevas cotas). La semana ha empezado hace tan solo unas pocas horas, pero el sol ya está cerca de su apogeo. Aprovechemos que todavía nadie ha cerrado su estudio, nadie ha forzado a nadie a trabajar ni nadie se ha embolsado dinero del prójimo —o, al menos, aprovechemos este breve lapso de desconocimiento— para hablar de jueguitos y aparentar que estamos a las puertas de vivir una semana idílica. Querer es poder, dicen (😇).
Desde luego, no puedo decir que la mía haya empezado precisamente mal, pues ha comenzado con tremenda victoria en The Finals, el shooter competitivo en primera persona de carácter free-to-play que estoy disfrutando como un auténtico cochino desde hace ya unos cuantos días, y que se esconde desde su anuncio el pasado mes de septiembre bajo la firma de Embark Studios, quienes no son sino antiguos trabajadores de DICE. Como antiguo jugador dedicado de Battlefield 4 (el cual fue, con permiso de Overwatch y de Destiny, el último shooter competitivo al que le dediqué centenares de horas), no puedo evitar sentir la correlación, y en parte sentirme como en casa, porque indudablemente hay mucho de Battlefield en The Finals. Pero también hay muchas otras lecciones adquiridas en muchos otros sitios que combinan a la perfección con la sensación de magnitud y de espectáculo constante que caracteriza a la gran licencia shooter de EA, igualmente vigente, pero ahora mucho más concentrada en un frasco de menor tamaño.
Aparte de la base jugable solidísima que seguro que muchos habréis visto en numerosos avances y gameplays (o incluso experimentado por vosotros mismos a través de la beta cerrada), hay tres cosas en The Finals que me ilusionan muchísimo. Tres elementos que siempre están presentes en propuestas de este tipo, pero casi siempre a medio gas, y que no son otros que la premisa argumental, la identidad visual y —por fin algo que afecta seriamente al gameplay— la destrucción del escenario. La ópera prima de Embark entra por los ojos con una contundencia y agresividad nada desdeñable, seduce con su ambientación mainstream de show televisivo con tintes de Los Juegos del Hambre y te atrapa apuntando a lo que ni Battlefield ni Crackdown supieron conseguir: la implementación de un entorno dinámico coherente, no anecdótico, repleto de posibilidades y, ante todo, extremadamente divertido.
Más alineado en este sentido con Rainbow Six Siege que con las obras citadas, la destrucción en The Finals se utiliza como una mecánica táctica e imprescindible en la mayoría de las ocasiones para alcanzar la victoria. Se trata de una destrucción que funciona mejor en lo micro que en lo macro, y que no necesita de revertir toda la estructura del escenario para impresionar y voltear las tornas de la partida. Recuerdo con mucho cariño la primera vez que reventé mi primer rascacielos de Shanghai en Battlefield 4; sin embargo, dicho evento dinámico, enmarcado en el concepto de “levolution” que aplicaron a muchos de los escenarios del juego, no dejaba de ser un evento preprogramado que perdía su fuelle con el devenir de las partidas, pasando incluso a ser algo molesto en determinadas ocasiones (shout out a ese nicho de jugadores que, pasados los primeros meses desde el lanzamiento, cada vez que jugaban en dicho escenario reventaban el edificio en el frame 1 para así poder “jugar tranquilos”).
Se ha tomado buena nota de esos tiempos, en esta beta queda más que patente, y por ello estoy tremendamente ilusionado ante el lanzamiento (todavía indeterminado) de la versión final del juego; una sensación que no vivía en el género desde Overwatch. No sé cómo funcionará comercialmente, porque, dentro de lo relativamente asegurado que está su éxito, resulta poco menos que imposible saber con certeza si el despliegue de Embark le hará alzar el vuelo durante décadas o si tendrán que realizar un aterrizaje de emergencia a los pocos meses de su estreno. Las mimbres están ahí, y su modelo de negocio, que no se sale de la raya con pases de batalla y compras in-game, a buen seguro les funcionará a corto plazo. A partir de ahí, tendremos que seguirle la pista mediante datos oficiales y redes. Cual jet de Elon Musk.