"Pequeño estudio indie"
Los juegos de mesa son un vicio absoluto. Es un hobby complicado de mantener si no te gastas un pastizal en ellos, aunque por suerte siempre hay alternativas, más o menos como en los videojuegos. Las bases de jugadores suelen solaparse entre ambas, y si bien tienen sus diferencias a la hora de experimentarse, es bastante común encontrarse traslaciones de conceptos entre ambos medios. Ya no es solo recrear un juego de mesa de forma virtual, sino aprovechar los puntos fuertes de cada uno: el contacto físico con las piezas y la espectacularidad y comodidad que nos brinda lo digital. No es lo mismo jugar a Wingspan con un fondo colorido y un ambiente tranquilo tirado en el sofá con la Switch que hacerlo en una mesa moviendo las cartas y las piezas físicamente. Sin embargo, hay que ir un poco más allá, y situaciones que parecen imposibles de trasladar de un medio a otro a veces son capaces de adaptarse con creces.
Este fue el caso de Dark Souls o The Binding of Isaac, que sin tener las mismas reglas que los originales supieron explotar al máximo las posibilidades de un tablero. Ahora le ha tocado el turno a Elden Ring, creado por la misma compañía que hizo el del propio Dark Souls, Devil May Cry u Horizon: Zero Dawn. El juego se ha financiado a través de Kickstarter, al igual que los últimos mencionados y también de Steamforged Games. Por supuesto, han llegado a la meta en un tiempo récord y recaudado más de dos millones de libras de las ciento cincuenta mil que pedían. Un éxito rotundo basado en el último título de From Software y que ha quitado la etiqueta de “nicho” a todo un género. El juego de mesa tiene pinta de estar muy bien, con un montón de piezas y figuras y demás cacharros creados con un mimo increíble, con un precio de setenta y cinco libras para empezar sin contar con las expansiones. Para muchos será un palo (porque lo es), pero no hay que olvidar que el publico objetivo es también el que es.
Los videojuegos no son baratos porque hacerlos tampoco es tarea fácil. Es cierto que si tiras por indies o Free-to-Play la barrera de entrada económica está en lo más bajo, pero aún falta que el juego funcione bien en tu plataforma. No puedes jugar a lo que quieras, tienes que encasillarte en un catálogo concreto y, una o dos veces al año, poder permitirte algo tocho. Por suerte hay ofertas frecuentes y salen juegos bastante buenos cada poco tiempo, cosa que en ese mundillo no pasa. Puedes ser un fanático de los videojuegos soltando poca pasta, pero eso cambia cuando saltamos al tablero. La producción en masa de un producto nuevo es un dolor de cabeza tremendo, lleno de pruebas, retrasos, percances y alteraciones. Pero ¿por qué Kickstarter? ¿No es esta una plataforma para subir proyectos que se quieren realizar y no se puede por falta de medios?
Hasta donde he podido encontrar no hay nada confirmado, pero tiene pinta que a Steamforged le han dado el nombre, algo de pasta y poco más. Los juegos de miniaturas son muy, muy caros de producir de forma independiente, y lo más seguro es que Bandai Namco y From Software hayan apoyado económicamente en el diseño del juego pero no en la producción del mismo. A esto se le suma el FOMO, ese miedo irracional a quedarte sin el producto, en nuestro caso con expansiones exclusivas que incluyen muñecos, historia y aún más horas de juego. El uso de esta práctica abusiva se ha ido incrementando en los últimos años, y algo que nació como una recompensa para los que apoyaban más a los creadores pequeños se ha convertido en una herramienta de marketing. Si encima luego vendes el juego más allá de la campaña lo que tienes es que se han querido mojar lo menos posible sacando la máxima tajada, algo que a estas alturas no es de extrañar pero sigue decepcionando. Lo que en algún momento nació como financiación de proyectos originales y pequeños ahora es solo una pieza más de ventas de merchandising para licencias que no lo necesitan.