Piel de oveja
Enter the Gungeon es mi roguelike favorito, las casi trescientas horas que le he metido en Steam -más las cincuenta y tantas en Switch- corroboran mis palabras. Y aunque creo ser muy amigo del género, habiendo jugado a títulos como Slay the Spire, Hades, One Step From Eden, The Binding of Isaac, entre muchos otros; me ha costado conectar con cualquiera de ellos si quiera en una fracción a como lo hice con Enter the Gungeon. Y Aunque Slay The Spire y One Step From Eden tienen una jugabilidad muy distinta, los otros se asemejan más entre sí y, si tuviera que decir un por qué prefiero ampliamente a Gungeon tendría que decir que es por el loop primario de jugabilidad.
Verán, existen varios niveles de loops de jugabilidad, pero el que nos importa en este momento es el loop primario, es decir, las acciones que realizamos minuto a minuto en un ciclo una y otra vez mientras jugamos. En Gungeon entramos en la Armazmorra, disparamos a cosas, nos dan objetos para disparar más fuerte o más rápido, nos matan o superamos el nivel y vuelta a empezar. En este sentido no hay roguelike que disfrute más que el titulo ya mencionado creado por Dodge Roll.
¿Pero a qué viene tanta charla sobre Enter the Gungeon en una crítica sobre Cult of the Lamb? Te preguntarás, querido supuesto lector que siempre interrumpe mis textos en el tercer párrafo. Pues porque precisamente son los loops de jugabilidad los que hacen a Cult of the Lamb tan particularmente divertido.
La suma de las partes
Cult of the Lamb tiene dos loops de jugabilidad muy marcados: el dungeon crawling y la gestión del culto. En la sección de dungeon crawling nos dedicaremos a atacar a los distintos miembros de la fe que trató de sacrificarnos a su dios al comienzo del juego a través de diversos mapas generados proceduralmente en los que habrán distintos eventos, desde luchar contra diversos enemigos; recoger recursos como piedra, madera, oro y demás; añadir nuevos creyentes a nuestro culto; encontrarnos con personajes únicos que desencadenarán eventos como abrir nuevos lugares en el mapa o bien enfrentarnos al boss de turno.
Una vez derrotados una cantidad determinada de bosses nos enfrentaremos a uno de los grandes creyentes de la fe, los cuales serán bosses únicos y más difíciles de combatir que, al ser vencidos, harán progresar la historia. Son un total de cuatro grandes bosses y un boss final, cuya identidad no revelaremos, por supuesto.
El otro loop de jugabilidad es la gestión del culto. En este tendremos que construir distintos edificios para nuestra liturgia, tendremos que manejar nuestros recursos tales como comida, elementos de fabricación, e incluso preocuparnos de que todos los vivos tengan camas donde dormir y los muertos tumbas en las que yacer. Sí, porque nuestros fieles irán envejeciendo con el paso de los días y, al llegar a cierta edad, ya no podrán ayudarnos con tareas de mantenimiento o de oración y se dedicarán a pasearse lentamente por el campamento hasta su inevitable fallecimiento, donde tendremos que enterrarlos -o bien convertirlos en alimento- si no queremos que nuestros fieles vivos se enfermen por las enfermedades generadas por los cadáveres.
Aunque el punto de tener un culto es que éste trabaje para ti y no tú para ellos, por lo que no solo puedes aprovechar y hacer que tus fieles construyan los edificios por ti, cuiden de la agricultura y sirvan de sacrificio en caso de morir durante una de tus expediciones; también podrán rendirte pleitesía en las distintas edificaciones destinadas a implantar fervor en tus creyentes. Sobre todo el tótem principal de veneración donde pasarán el día los fieles que o bien no estén haciendo nada o que hayan sido instruidos a ello, generando puntos de fervor que luego podremos canjear por diversas mejoras tanto para el loop de gestión como el loop de dungeon crawling.
También tendremos una iglesia donde podremos realizar sermones en los que la fidelidad de los asistentes nos permitirá ir desbloqueando mejoras que estarán más centradas en el combate y que o bien nos faciliten la vida o nos permitan estar al nivel de la situación según se vaya complicando el juego a través de las distintas etapas separadas por los cuatro grandes bosses.
Ambos loops de jugabilidad se complementan armoniosamente entre sí, ya sea ayudándose con mejoras desbloqueables en la gestión para el combate o bien encontrando recursos en las mazmorras para la gestión. También habrás momentos en los que se interrumpan, por ejemplo, morir en una mazmorra disminuye la fe de tus seguidores o que los bosses principales son capaces de interrumpir tu dungeon crawling para enfermar a tus fieles.
Son distintos y muy diversos los modos que tienen ambas caras del juego para complementarse entre sí y son lo que realmente hacen que Cult of the Lamb destaque por sobre lo que podría haber sido de otra manera. Ya que la gestión en sí, aunque buena, no llega a tener la profundidad de juegos que están destinados únicamente a ello, como Rimworld o, por qué no, Cities Skylines y el combate es algo simplón, siendo quizás su peor enemigo la falta de sinergias que hay entre las distintas habilidades y mejoras, algo que otros juegos del estilo, como Enter the Gungeon o The Binding of Isaac logran con total maestría. Aun así, sin llegar a ser lo mejor de los dos mundos, Cult of the Lamb es una mezcla más que competente que termina siendo una experiencia amena, original y divertida que definitivamente hará que tus padres pregunten por qué ya no estás yendo a la iglesia.
Esta crítica ha sido realizada con una copia para Steam cedida por Cosmocover